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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

10
Dic
2006
Un sí matizado
8 comentarios

Es fundamental que los padres se preocupen de la enseñanza que sus hijos reciben en el Centro docente. Y es posible ejercer acciones legales y utilizar medios pacíficos de presión cuando se está en desacuerdo con explicaciones que tocan puntos fundamentales de la moral.

Ahora bien, para hacerlo habrá que conocer primero el programa de la asignatura, luego la metodología y, sobre todo, el profesor que la imparte. El que los padres estén en desacuerdo con determinadas realidades no es motivo suficiente para que un profesor no pueda hablar o informar de ellas. El que yo no considere bueno el robo, no es motivo para que en mi clase de religión, de ética o de filosofía no pueda y deba hablar de las nuevas modalidades de robo que acontecen en nuestra sociedad con sus inmensas posibilidades técnicas. El que yo no esté de acuerdo con determinadas posibilidades de la biología, no es motivo para que, en su momento, mis alumnos no deban estar informados de estas posibilidades. Cosa distinta es que los padres en primer lugar y los profesores en segundo lugar (y más si imparten determinadas asignaturas) puedan y deben dejar muy claro que no todo lo posible es moral.

La pregunta: ¿qué le está permitido a la técnica?, durante mucho tiempo se respondió así: le está permitido aquello de lo que es capaz. Con este fundamento justificamos las armas de destrucción masivas y tantas atrocidades de las que somos espectadores atónitos. En el modo de impartir las asignaturas es dónde me parece que hay que poner el acento, porque las tinieblas, si las hay, no desaparecen cuando se las ataca, sino cuando se las ilumina. Me pregunto si a propósito de la proyectada materia “Educación para la Ciudadanía” no estamos diciendo un no demasiado deprisa donde antes habría que decir un sí, aunque desde luego matizado y distintivo.

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7
Dic
2006
Inmaculada
4 comentarios

Si el pecado original consiste en la acción inevitable de una atmósfera que nos inclina fatalmente a una cierta adhesión y a una cierta conformidad con un estilo de vida objetivamente pecaminoso, ¿qué significa, en el caso de María, una preservación de tal acción desde el primer instante de su concepción? Dios no evita que María sea tentada. Le otorga una gracia que le permitirá resistir a estas fuerzas del mal con las que inevitablemente se encontrará a lo largo de su vida.

El privilegio de la Inmaculada no hay que entenderlo como una especie de coraza con la que un soberano caprichoso envolvería a María. Dios, que fija libremente la medida de sus dones, ha dado a María una sobreabundancia de vida religiosa, una plenitud de caridad única. Este es el lado positivo de la doctrina de Pio IX sobre la Inmaculada, que concluye con un dogma formulado en términos negativos. El amor de Dios, otorgado a María en su concepción, se convirtió en amor acogido cuando despertó la conciencia de María. Dios hizo que la atmósfera pecadora que inevitablemente envolvió a María no encontrase en ella la menor complacencia. Podemos suponer que el medio familiar en el que ella creció era piadoso y santo y favoreció su crecimiento espiritual. Pero, tarde o temprano, ella se encontró en presencia del pecado y de sus tentaciones, como también ocurrió con su Hijo. Entonces la fuerza de su amor por Dios le preservó de tota complicidad, por pequeña que fuese. El torrente que puede derribar una casa construida sobre arena, no pudo con una casa construida sobre roca.

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4
Dic
2006
La trascendencia de unas babuchas blancas
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Me escribe una amiga invitándome e inspirándome para que diga una palabra sobre la imagen de Benedicto XVI con sus pies descalzos, en babuchas blancas, en su minuto de silencio en la Mezquita en Turquía, mirando a la Meca. Una imagen, añade mi interlocutora, que dice mucho en el diálogo interreligioso y en otras cuestiones.

Pues sí, dice mucho en el diálogo interreligioso. La escena trae a la memoria otra del Antiguo Testamento, esa en la que se le dice a Moisés: “quita las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es suelo sagrado” (Ex 3,5). El Papa estaba reconociendo la santidad de la Mezquita. Primero porque toda la tierra es santa. Pero sobre todo porque la Mezquita es lugar de oración, de encuentro con Dios. Y toda oración, si es auténtica, se prolonga en el amor al prójimo. Por eso Jesús estaba en contra de aquellos que convertían la casa de Dios en lugar de bandidaje. Bandidos son los que roban, bandidos son los que incitan al desamor porque nos roban el amor.

También dice mucho sobre otras cuestiones. Por ejemplo: en occidente el poder se equipara al “pisar fuerte”. Los pies descalzos pueden ser un signo del poder del amor, un poder desarmado. Por eso el amor es vulnerable y puede acabar crucificado. Los pies descalzos del Papa bien pudieran simbolizar esos hermosos pies del mensajero que anuncia la paz.

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2
Dic
2006
De nuevo vendrá con gloria
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Bastantes cristianos ignoran que la primera parte del adviento tiene una dimensión eminentemente escatológica. No está dedicada a preparar el misterio de Navidad, sino a celebrar un importante artículo del Credo, el que dice que el Señor de nuevo vendrá con gloria, al final de los tiempos, para juzgar a vivos y muertos. La primera parte del adviento no se refiere al pasado, sino al futuro; no celebra lo ya acontecido, sino lo que vendrá. Recordar el pasado a veces produce nostalgia. Esperar, con esperanza cierta, un futuro de plenitud debería dar una mayor calidad a la vida.

¿Qué interés tiene este artículo de la fe? Mucho. Según lo que esperamos y a quien esperamos, así vivimos. Quien espera, aún en medio de muchos dolores, la curación de una enfermedad, vive con mucha más alegría que quien, sin sufrir tanto, sabe que con su enfermedad tiene los días contados. Quien espera la pronta liberación, aún en medio de sufrimientos e incomodidades, vive con más alegría que quien sólo espera la muerte.

Por otra parte, cuando el Señor venga glorioso quedará clara la verdad de todas las cosas. Quedará claro que lo único que tiene futuro es el amor, la verdad, la justicia. Y que el odio, la guerra y el mal no tienen ningún futuro. Quedará claro quien es ese que vino humildemente, al que se podía rechazar, porque no quería ni podía imponerse. Cuando el Señor venga glorioso triunfará definitivamente el bien. En este sentido, los cristianos tenemos la clave de lo que vale y de lo que no vale. ¡Qué pena perder el tiempo por lo que no vale!

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29
Nov
2006
Obras mayores aún
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En esta página de los dominicos hay información suficiente sobre el año jubilar dominicano. Estamos de enhorabuena. Las dominicas y los dominicos tenemos detrás una historia de la que podemos sentirnos orgullosos. Pero esta historia nos está interpelando, estimulando. El pasado no está ahí para recordarlo nostálgicamente: “El que cree en mi –decía Jesús- hará las obras que yo hago. Y las hará mayores aún”. ¡Mayores aún! Si no queremos que sea un pasado muerto, importa hacerlo presente. Y para ello no necesitamos ser muchos, ni jóvenes, ni guapos. Necesitamos ser fieles. Mujeres y varones de oración. Y mujeres y varones de estudio. Llamados a ofrecer una predicación que no sólo calienta el corazón, sino sobre todo que ilumina la inteligencia: ¿por qué somos cristianos y no otra cosa?, ¿por qué damos testimonio?, ¿por qué celebramos la fe?, ¿cómo ser cristiano y amar este maravilloso mundo moderno en el que tenemos la suerte de vivir? Llamados a ofrecer una predicación de la gracia. Predicador de la gracia, decimos de nuestro padre Sto. Domingo. ¿Anunciamos un Dios que sólo quiere el bien y la salvación del ser humano o anunciamos un Dios duro, exigente con los humanos?

En esta familia nuestra, las hermanas han sido parte fundamental. Fundamental: lo necesario, lo imprescindible, lo que sirve de soporte y de base. Sin ellas la familia no sería lo que es. Por eso, es lógico que el año jubilar comience en sus Monasterios. En España hay tres Federaciones de Monjas. Yo conozco una, la de la Inmaculada. En la ciudad de Torrent ellas celebrarán, el próximo domingo, en la Iglesia de su Monasterio Federal el inicio del año jubilar. Estas hermanas tienen un estimulante pasado, un maravilloso presente y son la garantía de un mejor porvenir. Gracias a ellas muchos frailes comieron cuando ellas no tenían. Gracias a ellas muchos frailes han encontrado apoyo y estímulo en su ministerio. ¡Cuánto les debemos los frailes de la Provincia! Bueno es reconocerlo.

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26
Nov
2006
¿A ti quién te va a querer?
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Supongo que buscando la cercanía con el Día Mundial contra la violencia entre sexos (para decirlo en correcto castellano, porque “de género” me parece un anglicismo), esta pasada semana se ha celebrado en Valencia una Jornada sobre “Mujeres con discapacidad víctimas de la violencia de género” organizada por la Generalitat Valenciana. Las conclusiones han sido muy tristes. Lamentables. Es frecuente que las mujeres discapacitadas sometidas a malos tratos por sus parejas, tengan que escuchar frases como: “Ya tienes suerte de estar casada conmigo. ¿A ti quién te va a querer?” o “¿te has visto que estás hecha un adefesio?”, según dejaron patente representantes de las organizaciones de personas con discapacidad.

Eso no se arregla con discursos. Pero da mucho que pensar. Por ejemplo: ¿no hemos reducido el amor a un vago sentimiento o a un gusto? Si el amor es un gusto es claro que no puedo amar a los que no me gustan. Pero el amor es algo muy distinto: es una actitud, una disposición. En el amor no es cuestión principalmente de si me gusta o no me gusta (en cuyo caso sería imposible cumplir el precepto cristiano del amor al enemigo), sino de si estoy dispuesto a ser benevolente, comprensivo, respetuoso con el otro. Lo que nos hace humanos es precisamente nuestra capacidad de cuidar del desvalido. De amar nuestra propia carne. La del anciano, la del enfermo, la del niño nacido deficiente, la del minusválido es mi propia carne. No sólo la suya. También la mía. Esta es la gran tragedia: que ni siquiera nos amamos a nosotros mismos

¿Por qué Dios ama a los pobres, incluso algunos dicen que con amor preferencial? ¿No es pobreza la del discapacitado? ¿Por qué Dios les ama con amor preferencial? ¿Por que son más guapos? Evidentemente no. Sólo puede ser por una cosa: porque están más necesitados de su amor.

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24
Nov
2006
Realeza diferente
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Si en otro tiempo la fiesta de Cristo Rey tuvo connotaciones políticas y sociales (por ejemplo, que los Estados reconocieran oficialmente la Realeza de Cristo), el Evangelio nos invita a descubrir otras dimensiones de la confesión de Cristo como Rey, aparentemente más humildes, pero sin duda más exigentes para los creyentes.

El reino al que se refiere Jesús es una experiencia de contraste, que llama a todos a conversión. Los reyes de este mundo tiranizan a sus pueblos, les oprimen, se aprovechan de ellos, y para colmo, se hacen llamar bienhechores. “Pero entre vosotros no sea así”, dice Jesús a los suyos. En el reino del que Jesús habla, la realeza o primacía se manifiesta en el servicio. Es un reino de servicio mutuo, en el que todos son reyes, todos son iguales porque son hermanos, y todos compiten en ver quien ama más y quien sirve mejor. Mientras los reyes en tiempo de Jesús (pero también en nuestros días, ¡no nos engañemos!) montan su realeza sobre la vida, cuando no sobre el expolio, de sus súbditos, Jesús, por el contrario, funda su realeza en la entrega de su persona.

Rey y reino eran y siguen siendo términos equívocos. Pueden evocar un mundo de dominio y de injusticia, de guerra y de conquista. Pero podrían también evocar el deseo de muchos pueblos de tener buenos dirigentes, que se preocupan por el bienestar de las personas, sobre todo de las más necesitadas, que procuran gobernar con justicia y equidad, que buscan la paz y la concordia con los otros pueblos. En todo caso, mirando a Jesús que reina desde la cruz, estamos invitados a aprender que reinan los que sirven y aman. Y que fuera de estas perspectivas, todo reino y todo rey (sea civil o eclesiástico) es inaceptable para el Evangelio. No solo inaceptable, sino que, aún a pesar de las apariencias, no tiene ningún futuro. Allá por los años treinta, en Alemania, se hablaba de un “Tercer Reino” que iba a durar mil años. Como todos sabemos apenas duró tres. Fue un reino de horror y de dolor. Edificado sobre la ambición y el desprecio de la vida humana. El Reino del que habla Jesús está edificado sobre el amor. El amor no pasa nunca. Por eso el Reino de Dios tiene futuro. Un futuro que debe ya cambiar nuestro presente

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19
Nov
2006
Ausencias favorables
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El próximo día 28 comienza la visita del Papa a Turquía. Hay un asunto que ha llamado poderosamente la atención, por lo significativo que resulta, aunque no lo he visto tratado ni con profusión ni con mal humor en los medios de difusión eclesiásticos. Me refiero al hecho de que las autoridades civiles se hayan negado a recibirle. No sólo el primer ministro, Recep Tayyep Erdogan, sino también el ministro de Asuntos Religiosos y el alcalde de Estambul.

Sin duda estamos ante un desaire. Aún así, no todos los musulmanes aplauden el hecho. El Director de Asuntos Musulmanes de Estados Unidos, Ahmed Younis, musulmán “practicante”, según su propia confesión, declaraba hace unos días a propósito de la actitud del primer ministro turco con el Papa: “Es un error mayúsculo… No tiene que ver con la identidad musulmana, sino con una manera de querer determinar, para uso doméstico, lo que es musulmán y lo que no es musulmán”. No puedo menos que simpatizar con declaraciones como esta.

Visto desde otra perspectiva quizás se podría decir que esta no acogida oficial es una buena oportunidad para dejar más claro que nunca que las visitas del Papa son eminentemente pastorales. Y que lo menos importante en ellas es el protocolo, la diplomacia o los discursos oficiales. Recibir al Papa como Jefe de Estado no facilita la comprensión pastoral de sus visitas. Y lamentar (como hizo el Sr. Navarro Valls en Valencia) la no asistencia de determinadas autoridades civiles a las Misas papales, tampoco contribuye a comprender la Eucaristía como reunión de los creyentes en torno a Cristo. No creo que la asistencia de las autoridades civiles (incluso las católicas) a las liturgias presididas por el Papa contribuya a su conversión o a la modificación de sus políticas. Desde este punto de vista, la ausencia de las autoridades turcas en la recepción y demás actos del Papa, pudiera resultar positiva.

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18
Nov
2006
Tensiones inevitables
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La celebración del día de la Iglesia diocesana invita a una pequeña reflexión eclesial. Hoy no es fácil pronunciarse sobre la Iglesia. Para unos, hacerlo en tono que no sea de crítica, es signo de ser un reaccionario. Por otra parte, abundan los que barruntan la destrucción de la Iglesia con sólo poner en tela de juicio cualquier declaración que sale de la boca papal o episcopal.

Si la Iglesia fuera un partido político de esos en los que sólo hay permiso para aplaudir y no para hablar (pues para hablar ya se basta el jefe ¡o la jefa!), entonces habríamos conseguido una versión modernizada y sacralizada de la “pax romana” (la que imponía el Imperio tras sojuzgar y aterrorizar a los pueblos conquistados). Ahora bien, si la Iglesia es una comunidad fraterna y en ella podemos vivir en libertad y expresarnos sin temor, entonces surgirán inevitablemente tensiones buenas y fructíferas, que contribuyen a buscar la verdad, a ver los diferentes aspectos de la misma, a enriquecer el punto de vista propio con el punto de vista ajeno. En la Iglesia las diferencias no separan ni son motivo de condenación. Son signos de riqueza.

No hay que confundir la tensión con la discordia que degenera en banderías, como las que había en la Iglesia de Corinto: unos de Pablo, otros de Apolo, otros de Pedro (cf. 1 Cor 1,11-12). La tensión mantiene la unidad. Unido a Pedro estaba Pablo, aunque no siempre le aplaudiera: “me enfrenté con Pedro porque era censurable” (Gal 2,11). Hay una crítica fraterna, en la prolongación de las actitudes proféticas, que puede crear tensión, pero que no debe faltar nunca en la Iglesia. Porque si faltase sería un síntoma de conformismo enfermizo y de desinterés por lo verdadero y lo justo.

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13
Nov
2006
Biblia políticamente correcta
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¿Qué significa “políticamente correcto”? ¿Decir lo que gusta al dirigente de turno, dejarse guiar por la moda o por lo que piensan algunos grupos de presión? El domingo pasado aparecía en un determinado periódico una información titulada “La Biblia políticamente correcta”. La información trata de una traducción alemana de la Biblia, que busca acabar con todo tipo de prejuicios o discriminaciones. Según la información y por poner un solo ejemplo, en esta traducción los fariseos aparecen acompañados de fariseas y los apóstoles de “apostolinas”.

De las muchas cuestiones implicadas en esta noticia me parece importante aclarar al menos una, a saber, la importancia de distinguir entre traducción y exégesis. Una cosa es lo que dice el texto bíblico y otra el modo como debe entenderse. Y para entender lo que allí se dice lo primero que necesitamos es un texto correcto, exacto. Pero también hay que tener en cuenta que este texto está escrito según unos modos de vivir, de hablar y de pensar que ya no son los nuestros. Por eso el texto necesita interpretación y explicación. Dios no ha ligado su revelación a un determinado lenguaje. De ahí que sea posible separar la intención profunda de la Biblia de un lenguaje que hoy podemos considerar inadecuado, o si se prefiere esta expresión, “políticamente incorrecto”. Esta es una de las diferencias importantes entre la concepción cristiana y musulmana de la revelación. Las palabras recibidas por el profeta Mahoma son consideradas como literalmente palabras de Dios, que él no hace sino transcribir en su materialidad y que en principio no deberían traducirse. En cambio, en la revelación judeocristiana se reconoce el papel propio del profeta: la palabra de Dios entra en la humanidad por la mediación de su subjetividad humana, de la experiencia de su vida, de sus cualidades de escritor. Así se explica que el Vaticano II pudiera reconocer algo que sorprenderá a más de uno: que “estos libros contienen elementos imperfectos y pasajeros” (Dei Verbum, 15). Cierto, el Vaticano II dice esto del Antiguo Testamento, pero con las debidas cautelas también es aplicable al Nuevo. Piénsese, por ejemplo, en los textos sobre la discriminación de la mujer o en aquellos que no cuestionan la esclavitud.

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