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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
Nov
2006
Seres vivos, no cosas
14 comentarios

El pasado día 9 el Gobierno anunció su intención de elaborar una ley marco contra el maltrato animal. Al día siguiente, en el editorial de uno de los periódicos más leídos, se decía: “los animales no son cosas inertes; son seres vivos, sensibles al dolor, de modo que el sufrimiento innecesario degrada al sistema que lo permite”. Una excelente reflexión que habría que aplicar, con toda coherencia, también a esos seres vivos que son los humanos.

Coherencia en una doble línea: la defensa del ser humano todavía no nacido, sea cual sea la previsión (porque según mis humildes conocimientos no creo que se pueda ir más allá de la previsión) de su futura calidad de vida. Y la defensa de las vidas de muchas personas nacidas, vidas indefensas, como la del anciano sin familia abandonado en un hospital y tratado como una cosa, con serio peligro de que le dejen morir en cuanto su estado revista la más mínima gravedad o se necesite su cama para alguien más arropado; o la de este hispano que no podía defenderse mientras un policía le golpeaba brutalmente –según imágenes mostradas ayer mismo por la televisión- porque le apretaba el cuello con su rodilla, cosa que le impedía respirar.

La vida hay que defenderla en su totalidad y en todas sus dimensiones. De ahí que en la defensa de la vida del no nacido, la Iglesia se cargará tanto más de razón si esta defensa va precedida y acompañada –con mayor fuerza si cabe- de la defensa de las vidas de tantos nacidos que también necesitan de una voz potente que hable en su favor. Me parece que no es bueno dar la impresión de que esta voz en defensa de la vida es menos audible en unos casos que en otros.

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9
Nov
2006
Antoni Llidó
2 comentarios

La Corte de Apelaciones de Santiago de Chilé desaforó ayer a Augusto Pinochet por su presunta responsabilidad en la desaparición del sacerdote valenciano Antoni Llidó. La acusación considera que Pinochet conocía el caso y presentó ante el juez el testimonio del obispo luterano alemán Helmut Frenz, que aseguró que en una reunión de varios representantes eclesiásticos con el ex dictador, cuando mencionaron a Llidó, Pinochet replicó: “No es un cura, es un marxista. A los marxistas hay que torturarlos porque de otra manera no cantan”. La defensa de Pinochet negó la veracidad de la declaración. Ahí quería llegar yo. Porque recuerdo perfectamente haber escuchado en el año 2000 a Mons. Fernando Ariztía Ruiz, uno de los hombres más respetados de Chile, ya fallecido, y por entonces obispo de la diócesis de Copiapó, que él estaba presente en esta reunión con Pinochet y que escuchó esas mismas palabras de las que ha testimoniado el obispo alemán.

Cuando vemos las cosas desde lejos tendemos a prestar credibilidad a una noticia en función de la simpatía que despierta en nosotros o en función del medio que la transmite. En todo caso ahí queda este testimonio mío que no pretende aportar nada, pero sí recordar a un sacerdote humilde, bueno y trabajador. Yo no conozco a su familia. Pero vaya desde aquí mi respeto hacia ella, sobre todo a su hermana Pepa.

Las actuaciones de cada persona hay que situarlas en su contexto vital y socio histórico. Es posible y legítimo estar más o menos de acuerdo con esas personas y sus actuaciones. Pero con lo que nunca puede estar de acuerdo una persona de bien, un ser humano digno de ese nombre, es con la mentira, la tortura y el asesinato. Ahí siempre se pierde la razón.

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7
Nov
2006
Descalificaciones
4 comentarios

Basta darse un paseo por la cantidad de foros eclesiales y religiosos que circulan por internet, para encontrar ejemplos bien concretos de violencia verbal y de descalificación del que piensa distinto. ¿No hay otro modo de resolver las diferencias religiosas y eclesiales? ¿No es posible un esfuerzo para reconocer la parte de verdad que hay en el punto de vista del otro, aunque los datos de los que yo dispongo, o incluso mis prejuicios o mi sensibilidad, me impidan estar de acuerdo con la totalidad de lo que dice?

Detrás de muchas descalificaciones, ¿no hay un ansia de poder? El poder, ese es el gran peligro que acecha a la Iglesia, mucho más que el sexo e incluso mucho más que las riquezas. El poder sí, eso que tanto criticaba Jesús, eso que debiera distinguir el modo de actuar de los cristianos del modo como se actúa en el mundo. En el mundo la gente busca el poder y cuando lo tienen lo utilizan para oprimir. Pero entre los creyentes debe funcionar otra lógica: la del servicio mutuo, la del último puesto y la del perdón.

La Iglesia está en manos de gente débil, como Pedro, al que se confía el primado, según el cuarto evangelio, después de haber negado tres veces (Jn 21,15-17). La Iglesia está formada por personas pecadoras. Esto explica muchas deficiencias y egoísmos. Pero la Iglesia está llamada permanentemente a conversión. Esta llamada debería ser motivo de autocrítica para todos. Más de una vez he pensado que deberíamos empezar por hacer la propia autocrítica pública antes de criticar a los otros. Y, en todo caso, que esta crítica a los otros debe ser en realidad una invitación a la emulación mutua en el bien (cf. Heb 10,24).

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1
Nov
2006
Dios recuerda mi nombre
8 comentarios

Quien entra de visita en un cementerio (palabra griega que significa dormitorio), tiene ante sus ojos lo que perdura en el mundo de quienes un día lo poblaron. Felices o desdichados, notorios en su era o ignorados por todos, de cuanto poseyeron sólo han conservado sus nombres, el único respeto que nos guarda la muerte. Pasan los hombres, pero sobreviven los nombres guardando la memoria.

El creyente sabe que alguien más que los amigos que ha dejado en la tierra recuerda su nombre. Dios mismo se acuerda de él. Y no sólo recuerda mi nombre, sino que me recuerda a mí. Al recordar, Dios realiza en el presente nuevas obras de salvación. Puesto que su recuerdo es creador, al acordarse de mí, Dios me hace partícipe de su eternidad. Gracias a Dios, por puro don, no sólo sobrevive mi nombre. Sobrevivo yo. En Dios encuentro mi cabal identidad y en Dios es posible la vida eterna.

Algunos piensan que, puesto que no hay Dios, no es posible ninguna resurrección de muertos. Piensan, en suma, que la vida procede del barro para volver al barro. No es esto lo que piensa el cristiano: la vida procede de Dios, para volver a Dios. Y procede de Dios, porque sin él no es posible ninguna vida, ningún ser. Sin Dios no habría más que el vacío y la nada más absoluta. La vida, la maravilla de la vida, es la mejor prueba de que Dios existe.

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30
Oct
2006
Pasar más tiempo con mi madre
5 comentarios

Inmaculada pide morir. Tiene distrofia muscular. Y muchos dolores. Tuvo que entregar a su hijo en adopción, porque se quedó viuda con el niño de ocho meses y la enfermedad le impedía cuidarlo. El hijo, que ahora tiene 26 años, se enteró hace dos años de quien era su madre después de preguntar a mucha gente e indagar en el registro civil. Y fue a visitarla. Ahora se ha enterado por la prensa de que su madre quiere que desconecten el respirador. El hijo la ha llamado, ha hablado varias veces con ella, pretende ir a visitarla porque no quiere que su madre se vaya. Ha dicho: “me gustaría pasar más tiempo con ella”. Hasta aquí los datos que pueden encontrar en la prensa de estos días.

Hay gente que no encuentra sentido a la vida. Si además esta gente sufre mucho, es hasta “lógico” que quieran dejar de sufrir. Y si la forma de hacerlo es suprimiendo la vida, la consecuencia parece inevitable. No me toca a mi juzgar nadie. Pero sí que me parece que el buen camino para desear vivir es encontrar sentido a la vida. Y la mejor forma de encontrar ese sentido es sabiéndose amado. Más que sabios consejos, más que reflexiones moralizantes, más que lamentos, más que palabras dichas desde fuera, el buen camino es dar amor, el buen camino es el de ese muchacho: te quiero, y como te quiero, no quiero que te vayas, quiero estar a tu lado, quiero que estés conmigo. ¿Vale la pena la vida a pesar del sufrimiento que conlleva? Seguro que sí cuando hay amor.

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25
Oct
2006
¿Quién convoca?
8 comentarios

El siguiente día de las manifestaciones a favor de la “pobreza cero” presencié la siguiente conversación. Un padre de familia contaba que estuvo presente, junto con sus dos hijos adolescentes, en la manifestación. Uno que le escuchaba preguntó quién convocaba. La pregunta no tenía intencionalidad alguna. Pero me hizo pensar. Porque, a veces, lo que nos importa no es la justicia de una causa, sino saber quien está a favor y quien en contra.

Tomás de Aquino hizo suyo este axioma: “toda verdad, la diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo”. Incluso si, por hipótesis, fuese el diablo quien la dijere. Porque en este caso el diablo laboraría contra sí mismo, lo cual debería alegrarnos. Lo importante no es quien dice o quien hace. Lo importante es si dice y hace bien. La diga quien la diga, un cristiano está a favor de la verdad. Lo haga quien lo haga, un cristiano está a favor del bien. Y lo apoya. Cuando un partido político promueve leyes que favorecen la integración social, lo importante es la integración social y no tanto qué partidos votan esas leyes. Cuando un grupo cristiano o un obispo trabajan en favor de la paz o se esfuerzan por celebrar bien los sacramentos, lo importante es la paz y la buena celebración y no si el obispo o el grupo me resultan más o menos simpáticos. La reflexión puede prolongarse: a la hora de cubrir puestos de responsabilidad, ¿se prefiere a personas competentes o a personas sumisas?

Los primeros discípulos de Jesús también cayeron en el error de pensar que lo importante de las buenas causas es quien las hace. Por eso manifestaron su desacuerdo ante uno que echaba demonios porque no pertenecía a su grupo. Jesús les sacó de su equivocación: echar demonios es una buena cosa, porque redunda en favor de las personas. Por tanto, debemos alegrarnos y apoyar al que los expulsa, sea quien sea.

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22
Oct
2006
Misiones y pobreza cero
10 comentarios

Ayer, sábado, en distintas ciudades españolas se celebraron manifestaciones contra la pobreza. Buscaban recordar a los políticos sus promesas incumplidas a favor de la abolición, siquiera parcial, de la pobreza. Hoy celebra la Iglesia el día de las misiones. Escuché ayer a un buen cristiano preguntarse si esta coincidencia temporal era casual o intencionada. Es casual, claro. Pero hay relación entre pobreza y misiones. Quizás no en el sentido que todavía algunos suponen: las misiones se dan en lugares pobres; y los misioneros y misioneras realizan una gran labor social con gente necesitada. Sin duda. Pero también nuestros países ricos son lugares de misión. Y posiblemente sus gentes necesitan que se les predique el Evangelio tanto o más que los habitantes de los tradicionales países de misión. Porque nuestra riqueza no facilita precisamente la escucha de la Palabra. Hay palabras que sólo pueden escucharse en determinadas situaciones. Ya lo decía Jesús: los hay que oyen, pero no entienden. Algo de eso ocurre allí donde el dios dinero ocupa el lugar del Dios que se abaja para ver a los humildes (tal como canta María) y del Dios que escucha con atención el clamor de su pueblo oprimido (tal como le dice Yahvéh a Moisés en el Exodo).

En la lucha contra la pobreza tenemos los cristianos una gran misión. Siquiera sea para dejar claro que no estamos de acuerdo con la situación actual. Claro que tampoco deseamos que se cambie la tortilla. Lo que deseamos es que haya pan para todos, que los pobres tengan una mesa abundante y los ricos se conviertan para poder sentarse en la mesa de la fraternidad. Hay tantos datos escandalosos que no voy a dar ninguno. Sólo digo una cosa: No me parece exagerado calificar a este mundo de obsceno. Porque el mal está sobre la escena, a la vista de todos. No hay nada que ocultar, se ha perdido la ver¬güenza. Mientras los ricos van luciendo su riqueza, muchos les envidian y desean ser como ellos. Pues bien, eso es lo que no puede hacer un cristiano: desear ser como ellos. Si no lo tenemos claro, el nuestro será un cristianismo descafeinado.

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21
Oct
2006
Bitácora Religiosa
19 comentarios

Algunos amigos y amigas me han preguntado si tenía blog en internet. Al responder que no, me animaban a que lo tuviera. En un primer momento la idea no me hacía mucha gracia. Me replanteé la posibilidad de abrir uno de estos blogs cuando el administrador de nuestra página de dominicos me pidió que lo hiciera. Más aún, me insistió. Lo hago con temor y temblor. Emprendo una pequeña aventura sin ninguna pretensión. Si acaso, la pretensión de invitar a pensar. Por eso, más que pan, me gustaría que en mi blog hubiera levadura. No busco ofrecer reflexiones hechas, terminadas, sino provocar el diálogo, bien el diálogo interior y personal, bien el diálogo manifestado en forma de comentarios a mis reflexiones. El diálogo es un buen método para buscar la verdad. Supone respetar al otro, dejarle pensar y dejarle que se exprese. A veces la palabra diálogo produce una gran frustración, sobre todo cuando se busca imponer una opinión, aunque sea con guante de seda. El diálogo no busca imponer, busca la verdad. Y deja al otro ser otro, seguir su propio camino de búsqueda.

Los contenidos de este blog van a ser fundamentalmente religiosos o eclesiales. Se trata de empezar una bitácora religiosa. Bitácora tiene que ver con el lugar donde se guarda la brújula. Pero también es un cuaderno en el que se apuntan el rumbo, la velocidad y demás circunstancias de la navegación. Este blog no quiere ser brújula de nada ni de nadie, no pretende indicar ningún rumbo. Más bien busca ser sensible a determinados temas y acontecimientos. Dejar constancia de los rumbos, velocidades y demás circunstancias que uno detecta y que tienen que ver con acontecimientos religiosos, pero también (y, a lo mejor, sobre todo) con cuestiones religioso-teológicas que flotan en el ambiente y que a muchos preocupan.

Una indicación final: mi nombre aparece como autor de estos comentarios. Es posible que, en ocasiones puntuales, algún hermano, hermana, amiga o amigo me ayude, nos ayude, con sus comentarios y reflexiones. Si eso ocurre, si no soy yo el que escribe el pequeño artículo, al final del mismo aparecerá la firma de su autor. Y sólo él será responsable de lo que diga.

Gracias a los lectores, gracias a los críticos, gracias al Portal de la Orden de Predicadores que me permite iniciar esta aventura

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