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Nov2006Seres vivos, no cosas
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Nov
Coherencia en una doble línea: la defensa del ser humano todavía no nacido, sea cual sea la previsión (porque según mis humildes conocimientos no creo que se pueda ir más allá de la previsión) de su futura calidad de vida. Y la defensa de las vidas de muchas personas nacidas, vidas indefensas, como la del anciano sin familia abandonado en un hospital y tratado como una cosa, con serio peligro de que le dejen morir en cuanto su estado revista la más mínima gravedad o se necesite su cama para alguien más arropado; o la de este hispano que no podía defenderse mientras un policía le golpeaba brutalmente –según imágenes mostradas ayer mismo por la televisión- porque le apretaba el cuello con su rodilla, cosa que le impedía respirar.
La vida hay que defenderla en su totalidad y en todas sus dimensiones. De ahí que en la defensa de la vida del no nacido, la Iglesia se cargará tanto más de razón si esta defensa va precedida y acompañada –con mayor fuerza si cabe- de la defensa de las vidas de tantos nacidos que también necesitan de una voz potente que hable en su favor. Me parece que no es bueno dar la impresión de que esta voz en defensa de la vida es menos audible en unos casos que en otros.