9
Nov
2006Nov
Antoni Llidó
2 comentariosLa Corte de Apelaciones de Santiago de Chilé desaforó ayer a Augusto Pinochet por su presunta responsabilidad en la desaparición del sacerdote valenciano Antoni Llidó. La acusación considera que Pinochet conocía el caso y presentó ante el juez el testimonio del obispo luterano alemán Helmut Frenz, que aseguró que en una reunión de varios representantes eclesiásticos con el ex dictador, cuando mencionaron a Llidó, Pinochet replicó: “No es un cura, es un marxista. A los marxistas hay que torturarlos porque de otra manera no cantan”. La defensa de Pinochet negó la veracidad de la declaración. Ahí quería llegar yo. Porque recuerdo perfectamente haber escuchado en el año 2000 a Mons. Fernando Ariztía Ruiz, uno de los hombres más respetados de Chile, ya fallecido, y por entonces obispo de la diócesis de Copiapó, que él estaba presente en esta reunión con Pinochet y que escuchó esas mismas palabras de las que ha testimoniado el obispo alemán.
Cuando vemos las cosas desde lejos tendemos a prestar credibilidad a una noticia en función de la simpatía que despierta en nosotros o en función del medio que la transmite. En todo caso ahí queda este testimonio mío que no pretende aportar nada, pero sí recordar a un sacerdote humilde, bueno y trabajador. Yo no conozco a su familia. Pero vaya desde aquí mi respeto hacia ella, sobre todo a su hermana Pepa.
Las actuaciones de cada persona hay que situarlas en su contexto vital y socio histórico. Es posible y legítimo estar más o menos de acuerdo con esas personas y sus actuaciones. Pero con lo que nunca puede estar de acuerdo una persona de bien, un ser humano digno de ese nombre, es con la mentira, la tortura y el asesinato. Ahí siempre se pierde la razón.
Cuando vemos las cosas desde lejos tendemos a prestar credibilidad a una noticia en función de la simpatía que despierta en nosotros o en función del medio que la transmite. En todo caso ahí queda este testimonio mío que no pretende aportar nada, pero sí recordar a un sacerdote humilde, bueno y trabajador. Yo no conozco a su familia. Pero vaya desde aquí mi respeto hacia ella, sobre todo a su hermana Pepa.
Las actuaciones de cada persona hay que situarlas en su contexto vital y socio histórico. Es posible y legítimo estar más o menos de acuerdo con esas personas y sus actuaciones. Pero con lo que nunca puede estar de acuerdo una persona de bien, un ser humano digno de ese nombre, es con la mentira, la tortura y el asesinato. Ahí siempre se pierde la razón.