25
Oct
2006Oct
¿Quién convoca?
8 comentariosEl siguiente día de las manifestaciones a favor de la “pobreza cero” presencié la siguiente conversación. Un padre de familia contaba que estuvo presente, junto con sus dos hijos adolescentes, en la manifestación. Uno que le escuchaba preguntó quién convocaba. La pregunta no tenía intencionalidad alguna. Pero me hizo pensar. Porque, a veces, lo que nos importa no es la justicia de una causa, sino saber quien está a favor y quien en contra.
Tomás de Aquino hizo suyo este axioma: “toda verdad, la diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo”. Incluso si, por hipótesis, fuese el diablo quien la dijere. Porque en este caso el diablo laboraría contra sí mismo, lo cual debería alegrarnos. Lo importante no es quien dice o quien hace. Lo importante es si dice y hace bien. La diga quien la diga, un cristiano está a favor de la verdad. Lo haga quien lo haga, un cristiano está a favor del bien. Y lo apoya. Cuando un partido político promueve leyes que favorecen la integración social, lo importante es la integración social y no tanto qué partidos votan esas leyes. Cuando un grupo cristiano o un obispo trabajan en favor de la paz o se esfuerzan por celebrar bien los sacramentos, lo importante es la paz y la buena celebración y no si el obispo o el grupo me resultan más o menos simpáticos. La reflexión puede prolongarse: a la hora de cubrir puestos de responsabilidad, ¿se prefiere a personas competentes o a personas sumisas?
Los primeros discípulos de Jesús también cayeron en el error de pensar que lo importante de las buenas causas es quien las hace. Por eso manifestaron su desacuerdo ante uno que echaba demonios porque no pertenecía a su grupo. Jesús les sacó de su equivocación: echar demonios es una buena cosa, porque redunda en favor de las personas. Por tanto, debemos alegrarnos y apoyar al que los expulsa, sea quien sea.
Tomás de Aquino hizo suyo este axioma: “toda verdad, la diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo”. Incluso si, por hipótesis, fuese el diablo quien la dijere. Porque en este caso el diablo laboraría contra sí mismo, lo cual debería alegrarnos. Lo importante no es quien dice o quien hace. Lo importante es si dice y hace bien. La diga quien la diga, un cristiano está a favor de la verdad. Lo haga quien lo haga, un cristiano está a favor del bien. Y lo apoya. Cuando un partido político promueve leyes que favorecen la integración social, lo importante es la integración social y no tanto qué partidos votan esas leyes. Cuando un grupo cristiano o un obispo trabajan en favor de la paz o se esfuerzan por celebrar bien los sacramentos, lo importante es la paz y la buena celebración y no si el obispo o el grupo me resultan más o menos simpáticos. La reflexión puede prolongarse: a la hora de cubrir puestos de responsabilidad, ¿se prefiere a personas competentes o a personas sumisas?
Los primeros discípulos de Jesús también cayeron en el error de pensar que lo importante de las buenas causas es quien las hace. Por eso manifestaron su desacuerdo ante uno que echaba demonios porque no pertenecía a su grupo. Jesús les sacó de su equivocación: echar demonios es una buena cosa, porque redunda en favor de las personas. Por tanto, debemos alegrarnos y apoyar al que los expulsa, sea quien sea.