2
Dic
2006Dic
De nuevo vendrá con gloria
6 comentariosBastantes cristianos ignoran que la primera parte del adviento tiene una dimensión eminentemente escatológica. No está dedicada a preparar el misterio de Navidad, sino a celebrar un importante artículo del Credo, el que dice que el Señor de nuevo vendrá con gloria, al final de los tiempos, para juzgar a vivos y muertos. La primera parte del adviento no se refiere al pasado, sino al futuro; no celebra lo ya acontecido, sino lo que vendrá. Recordar el pasado a veces produce nostalgia. Esperar, con esperanza cierta, un futuro de plenitud debería dar una mayor calidad a la vida.
¿Qué interés tiene este artículo de la fe? Mucho. Según lo que esperamos y a quien esperamos, así vivimos. Quien espera, aún en medio de muchos dolores, la curación de una enfermedad, vive con mucha más alegría que quien, sin sufrir tanto, sabe que con su enfermedad tiene los días contados. Quien espera la pronta liberación, aún en medio de sufrimientos e incomodidades, vive con más alegría que quien sólo espera la muerte.
Por otra parte, cuando el Señor venga glorioso quedará clara la verdad de todas las cosas. Quedará claro que lo único que tiene futuro es el amor, la verdad, la justicia. Y que el odio, la guerra y el mal no tienen ningún futuro. Quedará claro quien es ese que vino humildemente, al que se podía rechazar, porque no quería ni podía imponerse. Cuando el Señor venga glorioso triunfará definitivamente el bien. En este sentido, los cristianos tenemos la clave de lo que vale y de lo que no vale. ¡Qué pena perder el tiempo por lo que no vale!
¿Qué interés tiene este artículo de la fe? Mucho. Según lo que esperamos y a quien esperamos, así vivimos. Quien espera, aún en medio de muchos dolores, la curación de una enfermedad, vive con mucha más alegría que quien, sin sufrir tanto, sabe que con su enfermedad tiene los días contados. Quien espera la pronta liberación, aún en medio de sufrimientos e incomodidades, vive con más alegría que quien sólo espera la muerte.
Por otra parte, cuando el Señor venga glorioso quedará clara la verdad de todas las cosas. Quedará claro que lo único que tiene futuro es el amor, la verdad, la justicia. Y que el odio, la guerra y el mal no tienen ningún futuro. Quedará claro quien es ese que vino humildemente, al que se podía rechazar, porque no quería ni podía imponerse. Cuando el Señor venga glorioso triunfará definitivamente el bien. En este sentido, los cristianos tenemos la clave de lo que vale y de lo que no vale. ¡Qué pena perder el tiempo por lo que no vale!