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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

24
Nov
2006

Realeza diferente

8 comentarios
Si en otro tiempo la fiesta de Cristo Rey tuvo connotaciones políticas y sociales (por ejemplo, que los Estados reconocieran oficialmente la Realeza de Cristo), el Evangelio nos invita a descubrir otras dimensiones de la confesión de Cristo como Rey, aparentemente más humildes, pero sin duda más exigentes para los creyentes.

El reino al que se refiere Jesús es una experiencia de contraste, que llama a todos a conversión. Los reyes de este mundo tiranizan a sus pueblos, les oprimen, se aprovechan de ellos, y para colmo, se hacen llamar bienhechores. “Pero entre vosotros no sea así”, dice Jesús a los suyos. En el reino del que Jesús habla, la realeza o primacía se manifiesta en el servicio. Es un reino de servicio mutuo, en el que todos son reyes, todos son iguales porque son hermanos, y todos compiten en ver quien ama más y quien sirve mejor. Mientras los reyes en tiempo de Jesús (pero también en nuestros días, ¡no nos engañemos!) montan su realeza sobre la vida, cuando no sobre el expolio, de sus súbditos, Jesús, por el contrario, funda su realeza en la entrega de su persona.

Rey y reino eran y siguen siendo términos equívocos. Pueden evocar un mundo de dominio y de injusticia, de guerra y de conquista. Pero podrían también evocar el deseo de muchos pueblos de tener buenos dirigentes, que se preocupan por el bienestar de las personas, sobre todo de las más necesitadas, que procuran gobernar con justicia y equidad, que buscan la paz y la concordia con los otros pueblos. En todo caso, mirando a Jesús que reina desde la cruz, estamos invitados a aprender que reinan los que sirven y aman. Y que fuera de estas perspectivas, todo reino y todo rey (sea civil o eclesiástico) es inaceptable para el Evangelio. No solo inaceptable, sino que, aún a pesar de las apariencias, no tiene ningún futuro. Allá por los años treinta, en Alemania, se hablaba de un “Tercer Reino” que iba a durar mil años. Como todos sabemos apenas duró tres. Fue un reino de horror y de dolor. Edificado sobre la ambición y el desprecio de la vida humana. El Reino del que habla Jesús está edificado sobre el amor. El amor no pasa nunca. Por eso el Reino de Dios tiene futuro. Un futuro que debe ya cambiar nuestro presente
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pepeyantonia
24 de noviembre de 2006 a las 18:43

Que bonito sería el mundo si no existiera el dinero, dice una canción popular. En una sociedad donde la primera palabra que dicen los niños es, mío; parece que el REINO del que hablamos está ausente. Desde la Fe, se que es posible. Cuando cada uno cambiemos nuestro corazón, Jesús reinará en él. Entonces será posible.

lola
26 de noviembre de 2006 a las 21:18

esta claro, nuestro Reino, donde Jesus reina, no es de este mundo....es el reino del servicio callado, donde nadie sepa que tu has hecho algo, donde ames sin esperar nada a cambio..es tan distinto del poder....del reinado al que estamos acostumbrados....donde el poderoso esclaviza al debil......donde todo se hace por las apariencias, por quedar bien...estamos tan equivocados...gracias por recordarnoslo

vicente
22 de noviembre de 2018 a las 20:15

el reino de la verdad y la vida, de la gracia, de la paz, del perdón, del amor, de la fraternidad.

JP
23 de noviembre de 2018 a las 00:22

El régimen nazi duró 12 años, no tres.

Francisco
19 de noviembre de 2020 a las 22:30

Cristo Rey, de la esperanza, del amor su Reino se fundamenta en la equidad, la justicia valores que muchas veces los mismos cristianos olvidamos amenudo, en chile celebramos aún está liturgia como si Jesús fuera un competidor superior, o por encima de todos los reyes mundanos, olvidando muchas veces que su Reino está en medio nuestro , con el que sufre, el hambriento, los " últimos ". Venga tu reino mi amado Jesús. Bendiciones.

Valero
22 de noviembre de 2021 a las 09:05

Que este rey que se entrega a mí por amor, sea el Señor en mi vida, y entonces no seré yo esclavo de mi egoísmo, sino dueño y señor para buscar libremente el bien del otro. Gracias Martín por tu palabra

juan garcia
21 de noviembre de 2023 a las 16:38

Es repunante a la razón humana el que por haber nacido en una familia determinada tenga uno o una el privilgio de príncipe o princesa, con sangre azul, heredada de generación en generación. Y lo más repunaante es que exista alguien que lo considere razonable...Si aceptáramos así el reinado de Jesús viviríamos en un estado de perfección de hermandad universal.

Valero
22 de noviembre de 2023 a las 09:03

Siempre he pensado que el "reino de Dios" del que habla Jesús, consiste entre otras cosas en que Dios es el Señor, el rey en el corazón del hombre y quien reconoce a Dios como su rey y señor, paradójicamente pasa de ser siervo y esclavo, a señor de su vida en el sentido de que ya no vive atrapado en las cadenas de un yo insaciable que no desea otra cosa que ser el centro del mundo y de que todos le sirvan y complazcan.

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