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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

10
Nov
2007

Un Dios digno del hombre

11 comentarios
Hay modos de presentar la fe que destruyen la esperanza. Hay verdades que por su modo de presentarse parecen temibles y se hacen odiosas. Así ocurre cuando se acentúa el temor a la condenación y la dificultad de la salvación. O cuando se hace hincapié en lo que Dios exige del ser humano y no en lo que Dios prepara para el hombre. Con demasiada frecuencia oímos hablar de la urgente necesidad de un hombre digno de Dios, una familia digna de Dios o una sociedad digna de Dios. El problema para esas voces es el ser humano y no Dios. Y, sin duda, tienen su parte de razón. Pero el problema es más amplio, más complejo, y quizás su raíz se sitúa en el Dios que reciben estas personas, familias o sociedades. ¿Y si probásemos a hablar de un Dios digno del hombre? En estos tiempos tan faltos de esperanza, ¿no sería bueno anunciar que Dios no está ahí para juzgar o condenar, sino para salvar? Es un Dios que se complace perdonando. Se trata de comenzar por el Dios que ama al ser humano y no por el hombre obediente a Dios.

¿Cuántas veces no hemos presentado el cristianismo como si fuera un deber? ¿No sale con frecuencia de nuestra boca un “tú debes”, al predicar el Evangelio? Y, sin embargo, el evangelio no es una ley, no puede predicarse como un “tú debes”, sino como un “tú puedes”: tu puedes vivir de otra manera. El Evangelio no impone nuevas cargas, abre nuevas posibilidades de vida. Porque no es ley, sino gracia. No se trata de negar que la vida cristiana tiene sus exigencias ni de ocultar las debilidades de todo creyente. Pero sí se trata de dejar claro que más importante que el pecado es el “creo en el perdón de los pecados”.
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andres
10 de noviembre de 2007 a las 08:42

<<El Deu de Jesús sembla ser un Deu digne de l'home... En Deu hi trobarem coneguts, i ens trobarem com a casa nostra.Des de Jesús, podem dir que entre Deu i l´home hauría estat abolida tota llei d'estragería.>> Josep Vidal Talens "Un Deu digne de l'home" Ed Saó Valencia 1995
<< El Dios de Jesús parece ser un Dios digno del hombre...En Dios encontrareis conocidos, y nos encontraremos como en nuestra casa. Desde Jesús, podemos decir que entre Dios y el hombre se habría abolido toda ley de extrangería>>
El "cantus firmus" de Dietrich Bonhoeffer,la polifonía de la esperanza,soplo del Espíritu del Vaticano II, resuenan en las palabras del profesor Gelabert.Aún queda mucho por ahondar en este Concilio, que muchos quisieran ya olvido, y muchos más esperanza en nuestro presente.
Gracias profesor Gelabert

dominico
10 de noviembre de 2007 a las 11:01

Al hilo del post de fray Gelabert, quizá debería actualizarse el concepto y la acción de la apologética católica. Tiempos de "proponer" de ofertar, más que de obligar, o avasallar.La forma de vivir el evangelio, ser otros Cristos, es la mejor predicación en estos tiempos,de excesos verbales y mediaticos. Nuestra dignidad nos la da nuestra filiación divina, que sobreabunda en gracia más allá de nosotros mismos.
Siempre agradecido hermano Gelabert por tu digna y oportuna palabra evangélica

ROS
10 de noviembre de 2007 a las 20:43

Gracias, querido Martín, por tu invitación a reflexionar sobre las formas de presentar el cristianismo y sobre el lenguaje utilizado para hablar de Dios. Por supuesto que el Evangelio no es una ley. San Pablo abunda en que el Evangelio ha superado, y hasta abolido, la ley. Por supuesto también que el Evangelio no impone “deberes”, ni “obligaciones”. Creo que, como su propio nombre indica, “Evangelio” es “Buena Noticia”, el “anuncio” de una Buena Noticia para los hombres; la “invitación” a mirar y entender la vida humana con otros ojos; la “oferta”, la “comunicación” de una Buena Noticia que quien la acepta y la pone en práctica puede beneficiarse de la “salvación de Dios”. El hombre se salva no por cumplir unas “leyes” y “preceptos”, sino cuando convierte y conforma su vida a los dictados y ejemplos de Jesús. Gracias, Martín… “Insiste a tiempo y a destiempo”, que también los encargados de la catequesis y de la predicación son invitados por el Evangelio a “convertir” sus modos y lenguaje de presentar el cristianismo.

JM Valderas
10 de noviembre de 2007 a las 22:44

Querido Gelabert Uno recala en esta página de la Orden porque espera encontrar doctrina, si "sana" mejor. El comentario que me precede parece firmado por alguien formado en Le Saulchoir y probado en su salud, con un enfoque netamente bíblico y pastoral del asunto principal: Dios y el hombre. Mi postura, más apegada a otros parámetros, no va detenerse, de mmento, en el concepto metafísico de Dios como acto puro, algo "nefando" para la pseudoteología "progresista". Pero siente uno cierto desasosiego con el juego de las paradojas en asunto tan básico: Dios digno del hombre y hombre digno de Dios. Por la sencilla razón de que cuanto el hombre tenga de digno viene de su ser a imagen y semejanza de Dios y su participación de la gracia. Es decir, recibido de Dios. Un físico sabe que las hadrones son partículas elementales. Pero no todas las partículas elementales son hadrones. Hay una amplia categoría, la de los leptones, como hallaremos en cualquier manual. Un físico no entendería que el hombre debe ser digno de Dios y Este digno del hombre. Salvo contradicción interna. O pura logomaquia. La vida en determinados medios nos enseña que el juego fácil de las palabras en asuntos trascendentales no mueve a reflexión sino a irrisión. Sé que tu reflexión no quiere correr por esa pendiente, pero tal es en numerosas ocasiones la impresión recibida in partibus infidelium, sed academicorum. Apasionante tema el del lenguaje apropiado. Al fin y al cabo Cristo es la Palabra.

rosa de jericó
11 de noviembre de 2007 a las 08:32

¡¡FELICIDADES MARTÍN!! Hoy día de tu onomástica. ¿ Qué mejor día, que el día del Señor para celebrarlo? Dios te bendiga,digno can-Dómini, por re-partir, como el obispo de Tours la capa de tu palabra y tu pensammiento que ampara fe y esperanza en el cálido Amor de tu reflexión. Gracias por seguir alumbrando primavera.
Un recuerdo en el afecto y la oración

internauta
11 de noviembre de 2007 a las 13:28

Felicidades Fray Martín. Muchas gracias por su regalo continuo de este blog

12-XI-07
12 de noviembre de 2007 a las 07:30

El lenguaje científico es expresión de realidades científicas.Dios supera la realidad científica. Realizar un acercamiento a la realidad teológica, a Dios, con lenguaje científico,suele ser propio de científicos de ego hinchado que olvidan que nadie puede ni imaginar cual es la " anchura, la altura, ni la profundidad",de la Realidad ültima. Pseudocientíficos que mueven a irrisión desde el campo de la teología, y a carcajada desde el terreno de la mística. La paradoja,en el lenguaje apofático, es el lenguaje-no lenguaje de acercamiento a Dios, que siempre está más allá. ( Dionisio, los Victorinos,Juan de la Cruz,místicos del Norte, Gregorio de Nisa, los Alejandrinos,Juan Climaco, Evragio Póntico, por citar los de tradición cristiana. El mismo Santo Tomás de Aquino cuando quiso destruir su Summa, al atisbar el salto más allá de lo escrito. Aceptar la paradoja, la contradicción interna forma parte del camino hacia la profundidad del Misterio.Ya dijo la Santa de Ávila y doctora de la Iglesia que la humildad es caminar en Verdad.Dios no es ni esto ni esto ni esto...

JM Valderas
12 de noviembre de 2007 a las 09:30

Primer principio de la apologética: la doctrina de Cristo no está en contradicción con la razón. La supera. La razón no admite contradicciones internas. El estudio de estas cuestiones epistemológicas corresponden al terreno de la metaciencia, no de la ciencia. Carece de sentido, pues, apelar al lenguaje científico. La irrisión entre los científicos ante las contradicciones, siquiera aparentes, viene anticipada por la irrisión entre los filósofos, que conoce cualquier alumno de filosofía en el curso de introducción a la filosofía del lenguaje. Admito que no he profundizado en el lenguaje de los místicos, por mucho que lo he intentado desde el maestro Eckhart hasta Isabel de la Trinidad. Decía Ramirez que no había leído nunca ninguna contradicción en la obra de santo Tomás, por más que lo había buscado. ("Bene scripsisti de me", dicen que EL le dijo.) No he remedqado a Ramírez, aunque en mi adolescencia le pregunté por dónde empezar para conocer al santo: Por el De ente et essentia, nada menos. Y lo leí, a buen seguro sin entederlo bien. A uno no le abruman los dicterios. Pero le gustaría que la ciencia, la filosofía y la teología sistemática no estuviera ausente de la exposición razonada de la doctrina de Cristo.

Makarios
12 de noviembre de 2007 a las 15:32

Gracias, P. Gelabert. Me toca corregir un vicio muy arraigado en mí: tengo que sustituir desde ya el "debo hacer", "debes hacer", por el puedo hacer, puedes hacer. Que cosa tan sencilla y no había caido en la cuenta de su importancia hasta ahora.
Repito:gracias. Un abrazo

Carlos
18 de agosto de 2023 a las 17:34

Como.cambia y como ayuda dar el significado desde el amor y la esperanza

Valero
20 de agosto de 2023 a las 08:23

Como dice San Pablo "Pero, allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia". Dice la escritura que el rey David tenía un corazón según Dios, y nadie puede negar los grandes pecados que cometió, pero tal como dice un salmo que le tradición pone en sus labios: "un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias" y es esa humildad de saberse pecador la que a Dios complace, como la del publicano -y recuerdo aquí lo terrible y corrupto de este oficio en aquel entonces- que oró en el templo y según Jesús, su oración le justificó ante Dios. Por otra parte, el hombre que se sabe pecador no juzga a su prójimo, si no que lo ama. Así, el pecado vivido en la presencia de Dios, lleva al hombre a la misericordia con los demás y ya dice la escritura: "Misericordia quiero que no sacrificio"

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