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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Mar
2024

Ser amada para ser obedecida

3 comentarios
amadaflor

En su libro de las Constituciones, Santa Teresa decía a las Prioras algo que vale, en primer lugar, para todos los responsables de las comunidades de vida consagrada, pero cuyo alcance va mucho más allá: “procure ser amada, para que sea obedecida”. Si examinamos bien el consejo resulta que el problema con la obediencia no lo tienen los que deben obedecer, sino los que mandan: si quiere ser obedecida, el problema es suyo, procure ser amada. Y si es amada se situará en el terreno de la fraternidad, porque solo puede haber amor entre iguales. Paradójicamente entonces se dará la máxima obediencia, porque el que ama quiere complacer siempre al amado, quiere hacer la voluntad del amado. Fuera de la fraternidad no hay obediencia, hay dominio y superioridad.

Este sabio consejo vale, naturalmente para aquellas y aquellos por quienes ha sido directamente dicho, pero también para todos los cristianos en general. Porque solo donde hay amor, hay verdadera obediencia. Una obediencia libre, voluntaria, gustosa, que se adelanta a los deseos del amado, siempre presto a complacerle. Porque amar es complacer al otro, cumplir su voluntad. No hay nada que “ate” tanto como el amor. En todo matrimonio, que es el lugar de la más profunda y completa amistad, un diálogo como este que ahora expreso en términos muy coloquiales, debería ser el modelo de toda decisión: “cariño, ¿dónde quieres que vayamos de vacaciones?”; respuesta: “donde tu digas, amor”; y replica el primero: “no cariño, donde digas tú”. Siempre lo que quiera el otro. Eso es amar, unir la propia voluntad a la del otro.

Los problemas, en la vida religiosa y en el matrimonio, empiezan cuando no hay amor y entonces cada uno quiere imponer su voluntad. Todas las imposiciones son malas, porque rompen la igualdad que supone el amor y se sitúan en el plano de la superioridad. Y cuando aparecen los superiores siempre hay peligro, pues el que actúa como superior se impone y considera al otro como súbdito o inferior. Ese no es el modelo de Jesús de Nazaret, que nunca habla de superiores, sino de servidores. Para formar comunidades de amor en donde todos y todas sean servidores. Y donde todos son servidores, se sirven los unos a los otros en un plano de igualdad. Solo así puede darse el amor.

Hay una frase terrible y espeluznante de una famosa canción (no voy a poner el nombre del grupo que la cantaba) que dice así: “la mate porque la amaba, la maté porque era mía”. Ese es el gran error, la gran mentira: nadie es propiedad de nadie, aunque todos somos de todos, pero en otro sentido. Somos los unos de los otros porque dependemos de los demás en muchos aspectos, pero sobre todo porque somos hermanos, todos hijas e hijos del mismo Padre. Pero este “ser del otro” es mutuo y de esta forma queda suprimida en su raíz toda propiedad, para dar paso al respeto, al cuidado, al amor.

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Martín Fernandez Ferro
13 de marzo de 2024 a las 07:38

Gracias estimado Hno Martín , me recuerda mucho sus palabras a los grados de humildad de San Bernardo, y me parece tarea arto difícil, como diría Santa Teresa , por eso las comunidades según la Santa y el Santo debían de ser de pocas monjes y monjas para que que uno pueda ser conocida y conocido, de forma completa , desde el alma …..para ser amado y comprendido .
Gracias
Martín Fernández Ferro, laico Cisterciense.

Valero
13 de marzo de 2024 a las 09:17

Tu comentario sobre el matrimonio, Martín, me ha gustado mucho porque en mi caso y por la gracia de Dios y por la luz que mi esposa y yo hemos recibido en la iglesia y después de cuarenta y cinco años de matrimonio, vivimos el uno pendiente de los deseos del otro hasta en las cosas más pequeñas de cada día. Hemos descubierto que complacer al otro nos hace felices porque nos libera de la tiranía del "yo" y lo paradójico es que esto ha enriquecido y reafirmado el "yo" de cada uno con ese acto de libertad que es el amor.

María Elena
14 de marzo de 2024 a las 12:14

En la Renovación Carismática hay una figura denominada "servidor ", que se supone que debe estar al servicio de los hermanos. Sin embargo, en no pocas ocasiones, algunos de los que se dicen llamar " servidores" pretenden lo contrario, es decir, notoriedad y obediencia. Tal vez sea ésta la razón por la que mucha gente que se incorpora con ilusión a alguno de los muchos grupos de oración que existen terminen por abandonar en un plazo relativamente temprano, cuando,  ciertamente, podrían aportar mucho.
Escuché de Rainiero Cantalamessa,  en una conferencia que ofreció en Madrid,  que mucha de la culpa de los problemas que atañen a la Renovación procede de los propios miembros que la integran, lo cual disuade a muchos otros de incorporarse....
Por favor, que no se me entienda mal: sé, porque los he conocido, que hay personas maravillosas dentro, mejores que yo, que he tenido la inmensa fortuna de conocer....

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