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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Mar
2024

Misericordia, síntesis de la cuaresma

5 comentarios
misericordia

El Papa Francisco dice que el desafío de una buena homilía es evangelizar la síntesis, porque “donde está tu síntesis, allí está tu corazón”. Voy a ir más allá de la homilía para atreverme a decir donde está mi síntesis de la cuaresma: en la palabra misericordia, tal como decimos en el responsorio de vísperas de cada día: “yo dije: Señor, ten misericordia”.

En realidad, como de hecho ocurre con toda oración de petición, no le estamos pidiendo a Dios que tenga un corazón solidario con nuestras necesidades. Lo que en realidad estamos haciendo es recordarnos a nosotros este corazón solidario, misericordioso de Dios, un corazón que nunca deja de compadecerse, de padecer con nosotros, porque nos ama como no se puede amar más. Pedir a Dios que tenga misericordia es reconocer su inmenso amor hacia nosotros. Y, por tanto, esta petición debe convertirse enseguida en una oración de acción de gracias por este desborde de amor.

Si hacemos caso a las palabras que el evangelista Lucas pone en boca de Jesús: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”, resulta que la misericordia debe ser la ley fundamental que habita en nuestro corazón cuando miramos con ojos sinceros al hermano que encontramos en el camino de la vida. Si hemos sido creados a imagen de Dios, y Dios es por esencia misericordioso, entonces en nuestra misericordia se refleja la imagen de Dios.

La misericordia no es una virtud más, sino la única manera de empezar a parecernos a Dios. El modo de mirar al mundo con compasión, el mirar a las personas con compasión, el mirar los acontecimientos y la vida entera con compasión, es la mejor manera de asemejarnos a Dios. Puede parecer que esto de la compasión no está muy de moda, puede confundirse con sentimentalismo, pero no es así. Para Jesús la compasión es un principio de actuación; sencillamente es interiorizar el dolor ajeno, que me duela a mí el sufrimiento de los demás, reaccionar haciendo lo posible por esa persona y aliviando su sufrimiento en la medida en que yo pueda.

Por otra parte, creer en un Dios misericordioso es abrirnos a la esperanza de ser amados a pesar de nuestro pecado. Nuestros pecados no son un obstáculo para que Dios nos ame. Dios ama siempre. Y esta es nuestra esperanza, fundada no en nuestras fuerzas o méritos, sino en la benevolencia de Dios. Por eso, la esperanza es segura, o por decirlo con palabras de san Pablo: la esperanza no falla, porque su fundamento es el amor que Dios nos tiene. Evidentemente, quién no ama a Dios es incapaz de acoger su amor y, por tanto, no vive la esperanza. El que no viva la esperanza no quiere decir que no haya esperanza para él. Quiere decir que él se priva de una vivencia que le podría hacer feliz.

En una carta a un hermano ministro (o sea, al responsable de una comunidad, al guardián como dicen los franciscanos), san Francisco de Asís le escribió algo que vale para todos y cada uno: “que no haya nadie en el mundo que se aleje de ti sin haber visto en tus ojos misericordia”.

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Rikin Gonzalez valera
4 de marzo de 2024 a las 13:51

Atrayente!! El masías vino a concretar o activar esa parte humana que por esencia tenemos nosotros dada por Dios y que la hemos ignorado ...

Martín Fernandez Ferro
5 de marzo de 2024 a las 07:36

Gracias Padre Martín, por sus palabras que arrojan luz en este tiempo de cuaresma, para ayudarnos a discernir , orar y entender la complejidad y al mismo tiempo la sencillez con la que nos habla Jesus . Ser misericordioso , con los que nos rodean , es sencillo con los que nos quieren y terrible con los que nos ponen piedras en el canino, es sencillo con los hermanos que piensan y actúan igual y tan difícil con los que viven y sienten diferente ….. desde que he conocido al Santo Padre Francisco, será por repetirlo tantas veces , me doy cuenta , de muchas verdades que proclamo al leer el evangelio pero que no dan fruto cuando llegan a mi alma , la cultura del descarte , el dejar apartados a los que viven de forma desordenada….. y ahora también a amar y mirar con Misericordia a todos .
Martín Fernández Ferro

Valero
5 de marzo de 2024 a las 08:52

Como cristiano soy consciente de que hago aguas y no solo por mis debilidades sino porque ni de lejos, amo al Señor como él se merece, pero tengo muy presente en cada momento la llamada a la misericordia y que tal como yo trate a los demás, así seré yo tratado.

Hormias
10 de marzo de 2024 a las 14:12

Gracias por su explicación. Me sirve de mucho

juan garcia
11 de marzo de 2024 a las 14:13

La misericordia divina es nuestra esperanza en el perdón. A nuestra infidelidad y miseria se opone el amor de Dios miisericordioso, que no puede sino amarnos eternamente. Sí, por tanto, debemos ser agradecidos por su amor al crearnos,y sobre todo al redimirnos. Gracias, Señor, por tu gracia misiricordiosa; gracias fray Martín, por recordarnos todas estas cosas.

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