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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Jul
2023

El hambre, arma de guerra

4 comentarios
guerraucrania03

La falta de trigo tiene como primera consecuencia la falta de pan; y la falta de pan produce hambre. Tras los bombardeos sobre la ciudad de Odesa, el principal puerto del mar negro, de donde salían barcos cargados de trigo, y el bombardeo directo de los depósitos de trigo, Rusia ha utilizado una nueva arma en su guerra contra Ucrania y, de paso, en su guerra contra el mundo, al arma del hambre. Ucrania es el primer país de Europa en superficie de tierra cultivable y un referente fundamental para la producción de trigo, hasta el punto de que es conocida como “el granero del mundo”. El trigo ha subido ya sus precios en los mercados mundiales. Los principales afectados por esta subida van a ser los de siempre, los países pobres. Porque los países ricos pagarán el trigo a precios más caros, pero lo pagarán. Los que no puedan pagar sufrirán las consecuencias directas, en forma de hambre, de estos bombardeos rusos.

Traigo estos datos a colación no para lamentar la subida de precios con su inflación correspondiente, sino para recordar que el mundo está en guerra. Y que la guerra es inadmisible, es un pecado contra la humanidad, es injustificable desde cualquier punto de vista. Lo único justificable es la legítima defensa. La primera consecuencia de la guerra no es la falta de trigo, sino la falta de respeto a la vida humana. Los conflictos no se solucionan a base de puños, sino a base de palabras. El egoísmo y la ambición humanas son los que prescinden de la palabra para tratar de anular y matar al otro que es tan persona y tan humano como yo. Al otro que es “otro yo”.

El Concilio Vaticano II, además de anhelar tiempos nuevos en los que fuera inconcebible toda guerra, añadía que, una vez estallada la guerra, no todo es lícito entre los contendientes. Me temo que esta frase o este principio es un brindis al sol, o sea, un deseo imposible de cumplir. Una vez que se han traspasado los límites de lo legal, de lo normal, de lo ético, de lo humano, de lo razonable, de lo sensato, ya no hay límites. Se entra en un terreno en el que el mal solo produce más mal.

El mal produce más mal en el que sufre el mal que otro provoca, y en el que provoca el mal. No solo sufren los agredidos, también sufren los agresores. ¿Hasta cuando el agresor podrá soportar el mal que también se provoca a sí mismo? Es una verdadera pena, pero probablemente la guerra acabará cuando el agresor no pueda soportar el mal que también le afecta a él.

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Javier
23 de julio de 2023 a las 14:21

Muy lamentable; rogar a Dios, para que les dé un nuevo corazón a los agresores, un corazón de carne y no de piedra, ruego a San José, para que el cómo cuando acompaño a María y al niño, por el desierto, protegiéndolos de todo peligro , proteja a los niños y jóvenes con ilusiones y sueños que tenían antes de la guerra,

Valero
25 de julio de 2023 a las 08:11

Frente a situaciones como la invasión de Ucrania por parte de Putin, es difícil mantener la esperanza instaurada por Cristo muerto y resucitado: Que el mal no tiene la última palabra, sólo el amor resucitado en Cristo vencerá al mal, esa es la palabra que el Padre ha querido manifestar resucitando a Jesús. En el presente parece que el mal campa a sus anchas impunemente, pero el cristiano que no abandona la esperanza de que el amor lo venza todo, es un hombre que se deja avasallar, que no deja de buscar al otro, que no se resigna, que no consiente en decirse a sí mismo que todo está perdido y por tanto, resiste y no deja de buscar formas de hacer presente al amor aun en medio del aparente triunfo del mal, es por tanto alguien llamado a no bajar los brazos y a dejarse contaminar por el mal. El amor es creativo, en medio del mal engendra el bien, como Cristo, que rodeado del mal del los que lo crucificaban, los amó hasta el extremo.

Martín Fernandez Ferro
28 de julio de 2023 a las 07:46

Gracias por sus comentarios , estimado Padre Martín Gelabert OP., me parecen siempre muy acertados e invitan a la reflexión.
Un saludo afectuoso
Martín Fernández Ferro
Laico Cisterciense.

Hormias
3 de agosto de 2023 a las 21:15

Es terrible la muerte la destruccion... Produciss pir los seres humanos

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