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Oct2015María, madre de misericordia
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Oct
Para entender la respuesta de Jesús a la pregunta que (en el evangelio de este domingo) los fariseos le formulan sobre si es lícito a un varón despedir a su mujer, hay que situarse en el contexto religioso, cultural y político de la época: entonces el marido tenía derechos absolutos. La mujer, ninguno. Por eso el marido podía abandonar a su mujer por cualquier motivo. Consecuencia: las mujeres, que entonces no tenían las posibilidades y derechos laborales y sociales de hoy, quedaban expuestas a la pobreza, la miseria y el desprecio total.
Jesús responde a la pregunta de los fariseos en tres tiempos: primero, defendiendo a la mujer frente a la arbitrariedad del marido. Segundo, diciendo algo que rompe con la mentalidad de entonces, a saber: puestos a hablar de divorcio, la mujer tiene los mismos derechos que el marido; si él puede divorciarse, ella también puede hacerlo; puestos a hablar de divorcio, los derechos son de dos y no de uno. Y tercero: tomando a un niño, paradigma de la marginación y de la impotencia, Jesús recalca que lo importante es la defensa del débil.
¿Tiene algo que ver todo esto con la fiesta de la Virgen del Rosario que celebramos el siete de octubre? Mucho. Porque María canta que su Dios es el que mira a los humillados. Dice humillados, no humildes. Dios mira a los injustamente pisoteados y despreciados. Es un Dios que levanta al caído y desprecia al poderoso. No es extraño que María haya sido invocada como consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores, madre de desamparados.
Rezando el rosario rezamos “con” María a Jesús. Y, con María, contemplamos los misterios de la vida de aquel que se hizo solidario con y por nosotros, con el afligido y el desamparado. Por nosotros y por nuestra salvación se encarnó de María, la virgen. Toda la vida de Jesús es “por nosotros”. La consecuencia inmediata es que cada uno de los que queremos seguirle estamos llamados a identificarnos con él y a ser “para los otros”.
El Papa Francisco ha convocado un “año de la misericordia”. María, invocada como reina y madre de misericordia, nos orienta hacia Jesús, el misericordioso por excelencia, el rostro humano de Dios “rico en misericordia”. Casados, solteros, divorciados, niños, mayores, enfermos y sanos, todos necesitamos misericordia. Y si somos cristianos, estamos llamados a dar y ofrecer lo más propio y característico del evangelio, que también es muy propio de los humanos: la misericordia.
Acabo de leer la noticia en Religión Digital: A propósito de los bombardeos que este pasado miércoles Rusia ha lanzado contra el Estado Islámico en Siria, el portavoz de la Iglesia ortodoxa rusa los ha respaldado con estas palabras: “la lucha contra el terrorismo es una lucha sagrada, y hoy nuestro país se ha convertido quizá en la fuerza más activa del mundo que lo combate”.
Aproximadamente a las 23.15 hora española del miércoles, 23 de septiembre, el Papa Francisco pronunció la solemne fórmula por la que inscribía al mallorquín de Petra, el franciscano Junípero Serra, en el catálogo de los santos. Fray Junípero se convierte así en el segundo santo mallorquín después de Santa Catalina Thomàs. En este caso, el Papa ha prescindido de una condición para canonizar al nuevo santo, que muchos consideran importante, pero que, en realidad, no lo es, a saber, un segundo milagro. Pues el verdadero milagro, la auténtica maravilla de fray Junípero fue su espíritu evangélico que le impulsó a recorrer los siete mil kilómetros que separan Petra de Méjico y de California. La Misa de canonización ha tenido algunos detalles significativos: la primera lectura ha sido realizada en una de las lenguas nativas de América; la segunda ha sido leída magníficamente en inglés por una mujer con síndrome de down. Quizás no hibiera estado de más utilizar en algún momento la lengua nativa del santo (en la que, por cierto, hizo su profesión como religioso). Un buen grupo de paisanos de Junípero, encabezados por el Alcalde de Petra y por el Obispo de Mallorca, estaban presentes en la ceremonia.
Una de las primeras afirmaciones del Credo de la fe cristiana es que Dios es creador de todo lo que existe. Esta acción divina hay que entenderla no de forma puntual, sino permanente. Dios está siempre presente en la creación y, por tanto, en la vida humana, que es frágil por naturaleza, sosteniéndola siempre en el ser. Esta presencia no manipula la realidad ni la libertad humana. Al contrario, la hace posible. Dios da a las criaturas su autonomía, su consistencia y, por tanto, su dignidad de ser causa; ellas participan en el acto creador, porque Dios hace que las cosas hagan. La acción creadora es una sinergia (una acción conjunta de Dios y de las creaturas).
¿De qué tenemos miedo? De perder el dinero. ¿De quién tenemos miedo? Del distinto. ¿Quizás del inmigrante, del forastero, del pobre, del que vive su sexualidad de otra manera, del que vota al partido que yo no voto, del nacionalista, del creyente de otra religión, del que tiene un determinado color de piel? En distintas ocasiones los evangelios de Marcos y Mateo parecen oponer la fe al miedo. Otras veces parecen identificar el miedo con la cobardía. Jesús recrimina a sus discípulos que tienen miedo porque son hombres de poca fe. En otras ocasiones les dice que son cobardes, porque tienen poca fe. A veces, a quién le pide auxilio le dice: no temas, basta que tengas fe. Se diría que el miedo va asociado a la falta de fe y a la cobardía.
“Uno que afirma contrarios, uno que dice una cosa con el corazón y la contraria con la cabeza”: así se definía a sí mismo Miguel de Unamuno. A este propósito le gustaba recordar aquellas palabras del Evangelio: “Señor, creo; ayuda a mi incredulidad”. ¿Cómo es posible que si uno cree pida ayuda para salir de la incredulidad? El Evangelio está lleno de paradojas, como la vida. Porque en la vida coexisten muchas tendencias. Y algunas parecen incompatibles. La contradicción fundamental a la que se refiere Unamuno es la que se da entre su razón, que se ve como obligada a afirmar que la muerte es el final de todo, y lo que él llama su corazón, que no se resigna a esta verdad afirmada por la cabeza. Unamuno se pregunta: ¿es solo verdadero lo racional? ¿Sólo la razón empírica o analítica es criterio de verdad? ¿Estas son las únicas razones que existen?
Cuando libertad y necesidad coinciden es cuando hay verdadera libertad. Es importante comprender esta paradoja si queremos entender la relación entre gracia y libertad. Relación entre gracia y libertad es lo mismo que relación entre Dios y el ser humano. No se trata de dos realidades que puedan sumarse o restarse. Entendidas así, lo que le quitamos a uno se lo tenemos que dar al otro. Se trata de que la gracia hace posible la libertad. Por eso, cuanto más se deja uno invadir por la gracia y el amor divinos, más libre y más sí mismo es.