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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

10
Abr
2015

El amor siempre es nuevo

3 comentarios

Un varón y una mujer, el día de su boda, se prometen amor eterno. O, al menos, amor mientras vivan. Una religiosa o un religioso, el día de su profesión, prometen obediencia hasta la muerte. Es otro modo de prometer amor. ¿O no se dicen continuamente los amantes: “haré lo que tú digas”? Los religiosos que prometen obediencia a Dios, contraen un matrimonio. Prometen amor eterno, como el amante al amado. ¿Quiere esto decir que los casados o los religiosos tienen garantizado el cumplimiento de su promesa? De ningún modo. La experiencia lo demuestra cada día. Hay matrimonios que se separan y religiosos que dejan sus hábitos. Y contra los hechos, no hay teoría que valga. Las grandes promesas y las grandes decisiones hay que ratificarlas cada día. Si se quiere que el amor perdure hasta la muerte, hay que volver a empezar cada día con el amor.

“El amor no acaba nunca”, dice san Pablo (1Cor 13,8). Luego siempre permanece. Pero en el amor, permanecer no es la propiedad de lo inmóvil, sino una propiedad adquirida de nuevo en cada instante y que, una vez adquirida, se transforma al mismo tiempo en una intensa actividad. Nada más activo, más vivo, más dinámico que el amor. El amor permanece. Y siempre es nuevo. Porque siempre se renueva. Nunca termina, porque cada día comienza “de nuevo”. De este modo es eternamente joven. El amor, si se para, es porque nunca ha existido. Con el amor cada día avanzamos, sin que esto signifique que el día anterior estuviéramos más atrás.

El amor cada día es un descubrimiento. Por eso es una permanente novedad. Por eso no acaba nunca. Siempre es nuevo. Siempre tiende a renovarse, a rejuvenecerse. Los amantes dicen que se aman como el primer día. Es realidad es un modo de decir que el amor conserva su vigor, su dinamismo, su intensidad, su juventud. Pues lo cierto es que no se aman como el primer día. Si así fuera, significaría que su amor ha quedado no sólo en un estadio infantil y primitivo, sino que nunca nació. Porque el amor es como una planta que hay que regar cada día y cada día se desarrolla. Quedarse en los inicios, es matar la vida y no dejarla florecer. La vida siempre crece, como el amor.

El amor cada día es nuevo y cada día es mayor. Hoy más que ayer, pero menos que mañana. No en el sentido de que ayer fuera menos. También ayer era pleno, intenso. Pero hoy parece nuevo. Hoy se ha renovado. Hoy ha descubierto nuevos matices, facetas inéditas. Se ha maravillado de nuevo. El amor es un descubrimiento continuo del amado Por eso permanece. No acaba nunca. “Nunca te querré lo suficiente”, dice el auténtico amante, pero no porque antes no quisiera suficientemente.

(La persona autora de la foto que acompaña el post le puso como título: “el banco del amor”)

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una laica
11 de abril de 2015 a las 22:48

Me resulta dificil entender un amor-obediencia. Bajo mi punto de vista una obediencia ciega e irracional no es voluntad de Dios.Hemos sido creados libres y con libertad,es don de Dios junto a la racionalidad.No es tiempo ni cuestion de anular estos dos dones.
En todo caso al unico que hay que obedecer es a Dios que amamos o decimos amar por encima de todo
El derecho y las constituciones de una Orden son para respetar y supongo que acatar segun el caso.
Muy original el titulo de la foto, para mi gusto el banco estaria mejor sin pintura roja, con madera natural. A lo mejor el amor sin pinturas va mejor.
La propia autenticidad me resulta bella.

Martín Gelabert
12 de abril de 2015 a las 11:51

El amor no es obediencia en el sentido de sometimiento. El amor es unión de voluntades, es complacer al amado. Por eso digo en el post que los amantes se dicen el uno al otro (insisto: el uno al otro y el otro al uno): "haré lo que digas". Haré lo que tú digas, porque me siento unido a ti y lo que yo quiero es que tú estés contento, quiero complacerte, darte placer, un placer no sólo corporal, sino también psíquico.

una laica amiga
12 de abril de 2015 a las 14:48

Arrobada estoy, como diría Santa Teresa de tanto placer (podríamos añadir el placer virtual también que es de otro orden)
Esta muy claro el paso del yo y el tu al nosotros. Pero es fundamental el UNO.

Tal vez a mi personalemte me falta experiencia amorosa, ya que desconozco a los amantes. Aquí les dejo una cita bíblica no exenta de pasión donde el amante y el amado son el mismo:

" Ponme cual sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo.
Porque es fuerte el amor como la Muerte, implacable como el Seol la pasión.
Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh.
Grandes aguas no pueden apagar el amor,
ni los ríos anegarlo.
Si alguien ofreciera todos los haberes de su casa por el amor.
se granjearía desprecio" (Cantar de los Cantares, Epílogo)

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