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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Abr
2015

Cuando la religión multiplica la desgracia

5 comentarios

En una patera que desde las costas africanas ha llegado a Italia ha ocurrido una tragedia con tintes novedosos y espantosos, una más de las muchas tragedias que provocan la pobreza, el hambre y también la religión. Quince africanos, de confesión musulmana, lanzaron al agua a doce compañeros de travesía, por el hecho de ser cristianos, reconocidos como tales cuando se pusieron a rezar a su “Dios cristiano”. Musulmanes, pero sobre todo, una pobre gente. A ninguno se le ocurrió pensar que se dirigían a tierras de cristianos.

He escrito “Dios cristiano” entre comillas porque Dios no hay más que uno, que es el Creador de todos y a todos los humanos ama como a hijos. Las tres grandes religiones monoteístas, judaísmo, cristianismo e islam, confiesan su fe en “un solo Dios”. Este solo y único Dios, al que esos fieles se refieren, debería unirles. Pero desgraciadamente, en muchos casos, no es así. Lo que hasta ahora no habíamos oído es que, en una desgracia compartida, cuando precisamente los humanos deberíamos olvidar cualquier otra diferencia para unirnos frente a la desgracia, otras cuestiones ideológicas tuvieran más peso que la tragedia que une, y estas cuestiones nos enfrentasen aumentando tragedia a tragedia. ¿Qué tendrán las religiones que producen tanto odio, tanto rechazo, tanta descalificación, tanto fanatismo y tanta locura?

Se diría que algunos prefieren el infierno con los de su grupo monolítico y monocorde, al cielo compartido. Precisamente eso es el infierno: uno mismo. Y cuando uno solo está con los que son como él, sigue siendo uno mismo. El cielo es todo lo contrario: es la comunión. Y la comunión supone la diferencia, que enriquece. La comunión permite que personas con lenguas, culturas, religiones, pensamientos, razas diferentes, podamos entendernos, encontrar puentes para compartir lo distinto y así formar un hermoso arco iris, que es el signo del amor de Dios a los humanos.

Cierto, no son las religiones las que separan, sino su mala comprensión y la mala manera de vivirlas. Pero aún así hay que reconocer que, si en las religiones está la fuente de la bondad suprema, también hay en ellas algo que puede corromper esa suprema bondad y convertirla en maldad suprema. Hay un refrán latino que dice algo así: cuando lo bueno se corrompe aparece lo peor. En este terreno los principales responsables (de la buena y mala comprensión) son los líderes religiosos y, a su modo, los “publicistas” y “escritores” de tema religioso; o sea, todos los que tienen alguna influencia para formar conciencias.

El Papa Francisco acaba de publicar un escrito sobre la misericordia como pilar fundamental de la fe cristiana. La misericordia es un modo concreto de amar, precisamente al hermano necesitado, al hermano que padece alguna miseria. Porque la verdadera pregunta frente a una persona que lo pasa mal, no es si es culpable o inocente. La verdadera cuestión es que sufre y Dios no quiere que sufra. Quiere que sea feliz.

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Anónimo
18 de abril de 2015 a las 01:51

Muy acertadas tus palabras. Las copio. Acabo de llegar de Turquía y me han contado algunos sacerdotes de las amenazas recibidas, pero también de la gratitud por "estar ahí". Te copio, Martín: Se diría que algunos prefieren el infierno con los de su grupo monolítico y monocorde, al cielo compartido. Precisamente eso es el infierno: uno mismo.

Luis Javier
19 de abril de 2015 a las 10:39

"Porque la verdadera pregunta frente a una persona que lo pasa mal, no es si es culpable o inocente. La verdadera cuestión es que sufre y Dios no quiere que sufra."

Esto está muy bien, pero la pregunta de si es culpable o inocente es inevitable. Vale que menos importante, pero inevitable. También para Dios, ¿o es que ya no existen el cielo y el infierno como destino de nuestras almas personales e inmortales?. Que sepamos, al cielo tan solo fue el buen ladrón. AL otro, al mal ladrón, Cristo no le dirigió la palabra. Malas expectativas para él, tuvo al Salvador al lado y no cruzaron palabra.

Por cierto, probablemente esos cristianos arrojados por la borda supieran durante todo el trayecto que iban acompañados de fieles musulmanes. Valientes al no ocultar su condición de cristianos y cristianos al no intentar arrojar a nadie al mar.

Enrique
19 de abril de 2015 a las 11:40

Disiento profundamente. Dice usted: "¿Qué tendrán las religiones que producen tanto odio...?". Pero lo cierto es que la religión cristiana produce amor: "Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen". Es la religión musulmana la que predica el odio, la persecución y muerte de los que no sean musulmanes. El islam es más tolerante cuando no es muy fervoroso pero el fervor islámico ya vemos como es ahora, igual que lo ha sido siempre. Por el contrario, los más fervorosos cristianos son los que entregan su vida, sea entre los enfermos de ébola o lepra o confesándose cristianos en una universidad de Kenya. Los fervorosos cristianos son los mártires, los fervorosos musulmanes son los verdugos.
¿Qué tendrán las religiones? Ese discurso es el de los ateos que desconocen a Dios y a las religiones. Pero no todas las religiones son iguales. Por eso quiero que conste que disiento profundamente.
Paz y bien.

Antonio López Sernández
20 de abril de 2015 a las 10:38

Totalmente de acuerdo, P. Gelabert. Es una absoluta aberración y blasfemia matar en nombre de Dios, en nombre de una religión cuyo centro es Dios. "Infierno es uno mismo, cuando es portador de odio". Dios es Amor por esencia. El mensaje evangélico es claro: amaos unos a otros como yo os he amado. Cristo en la cruz acabó perdonando a los mismos que lo crucificaban. Y lo hemos crucificado todos. Cuando pedía al Padre que los perdonara, añadió “porque no saben lo que hacen”. ¡Qué ternura, qué misericordia de todo un Dios que disculpa y perdona a los que le están dando muerte! Muere para redimirnos y para darnos ejemplo de amor, perdón y misericordia. Este ejemplo nos lo exige a todos, pues todos hemos sido redimidos. Y donde hay amor, allí está Dios.

Un Cura
20 de abril de 2015 a las 16:02

Luís Javier: ¿Dónde dice el evangelio que Cristo no le dirigió la palabra, al "mal" ladrón? Que el evangelista no lo consigne expresamente no te da derecho a afirmarlo como lo has hecho. Tampoco dice expresamente que fuera un "mal ladrón". Con la misma libertad -y atrevimiento- con el que te permites afirmar cosas que expresamente no constan el evangelio voy a afirmar lo siguiente: Cuando Jesús Dice a Santiago Y Juan que la derecha y la izquierda del trono en el Reino está reservada al Padre, yo veo que en la Cruz hay un ladron a la derecha i el otro a la izquierda. Y la Cruz es el trono donde reina Cristo!. Debemos ser mas misericordiosos... y evangélicos.

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