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Validez de los sacramentos
7 comentariosEl pasado tres de febrero, el Dicasterio para la doctrina de la fe publicó una nota sobre la validez de los sacramentos, porque había recibido algunas consultas (referidas a hechos reales) sobre si era válido el bautismo administrado con palabras distintas de las que manda la Iglesia, reproduciendo literalmente las pronunciadas por Jesús: “haced discípulos de todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19). Al parecer había constancia fehaciente de bautismos administrados con estas otras palabras: “Te bautizo en nombre del Creador”, o “en nombre de tu padre y de tu madre te bautizamos”. Incluso parece que eso ocurrió con alguien que posteriormente fue ordenado sacerdote. Al ser inválido el bautismo, también lo era la ordenación sacerdotal.
Otra observación a propósito de los sacramentos que, en este caso, no ha tenido repercusiones en los fieles católicos, pero nunca está mal saberlo. No basta que el rito prescrito se observe externamente, porque podría darse el caso de la que intención del ministro difiera de la de la Iglesia. Por eso, la Iglesia católica no reconoce la validez del bautismo conferido por los mormones, dado que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son para ellos algo esencialmente diferente a lo que profesa la Iglesia católica. La misma fórmula trinitaria puede pronunciarse con intenciones distintas.
Los sacramentos son una cosa muy seria. Es el modo como hoy llega a nosotros la gracia de Dios, como Jesucristo se hace presente en nuestra vida. Cierto, son signos, pero unos signos muy especiales: son signos que contienen lo que significan. Dicho de otro modo: son signos (porque señalan, orientan a Cristo) e instrumento (porque en ellos se hace presente, de forma sacramental, Cristo mismo; porque en ellos actúa la fuerza del Espíritu). Por eso no puede cambiarse arbitrariamente el signo. Una institución puede cambiar su logotipo, su signo representativo, porque se trata de un signo convencional. No es este el caso de los sacramentos: es un signo sustancial que tiene su origen en Cristo mismo o en los apóstoles.
Los ministros de los sacramentos tenemos una grave responsabilidad. Pero también es necesario que todos los cristianos tengan una buena educación litúrgica y teológica, porque todos somos responsables de la celebración. A veces se presiona al sacerdote para pedirle que haga lo que no puede hacer. Por poner un ejemplo del que he sido testigo: en una boda, los novios no pueden solicitar que se sustituya la lectura del texto bíblico por una poesía o una ficción literaria que a ellos les ha emocionado. El momento y lugar para leer ese texto no es la liturgia sacramental, sino en todo caso el banquete posterior.