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Esperanza porque viene el amor
4 comentariosComienza el adviento, tiempo de esperanza. ¿Esperanza por qué? Debe ser porque viene el amor, el único capaz de suscitar esperanza. La primera parte del adviento celebra que aquel Jesús, que un día nació en Belén y volvió al cielo, vendrá de nuevo para juzgar a vivos y muertos. Los juicios siempre dan un poco de miedo. Pero el evangelio del primer domingo de este adviento, tras describir la segunda venida del Señor en términos cósmicos, como si la tierra tuviera que volverse del revés, anuncia a los creyentes: “cuando esto suceda, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”. No hay que tener ningún miedo: se acerca la liberación. Debe ser que viene el amor.
La segunda parte del adviento dirige nuestra mirada a la primera venida del Señor, a su nacimiento en Belén. Allí un ángel anunció a los pastores tan buena nueva. Y los pastores “se llenaron de temor”. Pero el ángel les dijo: no temáis, ha nacido un Salvador. Tampoco entonces había motivos para el miedo, porque venía la salvación, otra palabra para designar la liberación. Venía el amor. Y entre estas dos venidas, la primera que ya ocurrió y la última que todavía esperamos, nosotros, los cristianos, ante tantas personas desalentadas y temerosas, porque han perdido el trabajo, o porque la vida ya no les sonríe, estamos llamados a ofrecer esperanza. ¿Cómo? Por medio del amor.
Cuando nos encontramos con personas en situación difícil, la mejor manera de despertar su esperanza es acercarse a ellas, interesarse por su situación, tratar de comprender, compartir su indignación y ayudarles en la medida que podamos. Nosotros, como cristianos, como Iglesia, si queremos que la esperanza se convierta en una palabra llena de realismo y de verdad, debemos buscar gestos y palabras positivas, que denoten cercanía y comprensión. Hay que dejar de lado críticas, discursos negativos, recetas espirituales alejadas de la realidad. Hay que trabajar para que este adviento sea un motivo de esperanza para todos aquellos que se encuentren con nosotros. Para ello hace falta que esas personas se convenzan de que viene el amor. Nosotros debemos sur sus portadores y sus portavoces.