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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
Nov
2019

Cristo, hecho pecado, hecho serpiente

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serpienteencruz

El libro del Génesis se refiere a una extraña serpiente que no solo habla, sino que además es muy astuta (Gn 3,1). Tanto que es capaz de engañar y seducir al ser humano para que rompa con Dios, que le había regalado la vida y le había colocado en un jardín maravilloso en el que se encontraban todo tipo de bienes. En el libro del Génesis esta serpiente es la personificación del mal.

Sin embargo, en la Biblia, el simbolismo de la serpiente tiene connotaciones mucho más positivas y favorables para el ser humano. En el libro de los Números se habla de unas serpientes malignas que mordían al pueblo, pero inmediatamente después se ofrece el remedio para este mal en otra serpiente de bronce que Moisés puso sobre un mástil, para que “todo el que haya sido mordido y la mire, viva” (Num 21,8).

De ambos simbolismos se hace eco el Nuevo Testamento. El cuarto evangelio relaciona esta serpiente que Moisés elevó en el desierto con la cruz salvadora en la que tiene que ser elevado el Hijo del hombre (Jn 3,14). Y este mismo evangelio se refiere de forma alusiva, pero clara, a la serpiente mentirosa de los orígenes, identificándola con el diablo (Jn 8,44), identificación que ya sin tapujo alguno se encuentra en el último libro del Nuevo Testamento (Ap 12,9).

La serpiente, símbolo del pecado, es una serpiente que mata. Pero, paradójicamente, una serpiente salva. Este el Misterio de Cristo. San Pablo, hablando de este Misterio, dice que Jesús se vació de sí mismo, se humilló para salvarnos. Y utiliza una expresión fuerte y sorprendente para referirse al modo como Cristo nos salva: “se hizo pecado” (2 Cor 5,21). A la luz del simbolismo de la serpiente, podríamos decir: se hizo serpiente. Jesús, el Hijo del hombre, se hace pecado “para que nosotros viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2 Cor 5,21). Se hace pecado, asume nuestra realidad, para salvarnos. Así se comprende el texto del cuarto evangelio: el Hijo del hombre, como una serpiente, hecha pecado, “es levantado para que todo el que crea tenga por él vida eterna” (Jn 3,14-15).

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