Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Jun
2013

Creer en los milagros de forma coherente

8 comentarios

Hay creyentes que interpretan algunos acontecimientos poco corrientes y llamativos como milagros operados por Dios. Creer en los milagros es un modo de creer en Dios y de comprender que está con nosotros e interviene en la historia. Pero que Dios está con nosotros en todo momento debería ser obvio para cualquier creyente, puesto que es nuestro creador trascendente y permanente. Desde este punto de vista no hay nada más admirable. Cosa distinta es concebir a Dios como el que unas veces deja que las cosas sigan su curso natural y otras veces cambia el curso natural de los acontecimientos.

Afirmar que hay milagros supone situarse en una determinada actitud. Según como vivamos psicológicamente nuestra conciencia religiosa, diremos que hay milagros, aunque para el matemático o el físico, no los haya. Pero la buena pregunta es si quienes creen en los milagros son coherentes consigo mismos y con su propia fe en Dios. Por una parte, podemos afirmar que son coherentes en la medida en que expresan su fe en Dios, confesando que obra favorablemente en sus vidas y en su historia. En tal caso, podrían profundizar su fe admirando la bondad de Dios no sólo en un hecho que para ellos fue excepcional, sino también en todos los instantes de su vida y en la vida de las otras personas, momentos que son también dones maravillosos de Dios.

Hay un modo incoherente con la propia fe de creer en los milagros. Es el de aquellos que, al considerar un acontecimiento como milagro divino, suscitan (explícita o implícitamente) la pregunta de por qué Dios no obra de forma favorable con otras personas, especialmente con las que están en situación de extrema necesidad. ¿Acaso Dios solo manifiesta su bondad en ambientes religiosos y permanece silencioso ante el grito de los niños torturados en campos de concentración? Creer que Dios manifiesta mejor su bondad en determinados acontecimientos, equivale a decir que en otros no se manifiesta igual de bondadoso. Concebir así el milagro provoca la acusación de que Dios es injusto y partidario. No se puede creer coherentemente en el amor de Dios, permanente, universal y siempre fiel, si solo somos sensibles a sus manifestaciones en algunos hechos que nos sorprenden. ¿Cómo se puede creer en un amor universal si sólo lo reconocemos en favores particulares y selectivos?

Posterior Anterior


Hay 8 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Calimandroco
24 de junio de 2013 a las 11:37

¿Que mayor milagro hay que ver a una persona ayudando a otra? Es cierto que lo "fenoménico" siempre llama la atención; pero es sólo eso, fenómeno. ¿A quien no le gustaría que le librasen a un ser querido de una mala enfermedad? Pero yo creo que Dios nos quiere a todos por igual...

Andrés E.
24 de junio de 2013 a las 17:20

En mi modesta opinión, creo que para entender rectamente los milagros hay que evitar dos extrenos:
El primero,el dios genio de la lámpara, milagrero e intervencionista.
El segundo,el dios expulsado de la realidad material, subyugado por unas "leyes" inamovibles, que reducirían los milagros, en el mejor de los casos, a mera metáfora.

Creo que los milagros se insertan en la Historia de la salvación tal como nos dice la Dei Verbum en su número 2:" Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas"

En este sentido, me convence la definición que da R. Latourelle: "El milagro representa entonces una anticipación del orden escatológico, cuando haya un cielo nuevo y un mundo nuevo: es el futuro que invade el presente y le da su sentido, puesto que manifiesta ya la dynamis transformadora de Dios actuando en nuestro mundo".

En efecto, el milagro no sería una intervención caprichosa, sino una elevación al orden escatológico, un signo de esperanza en el cual se muestra la dynamis de Dios ya presente en este mundo, transformandolo. Si la libertad humana no destruye a la ciencia (no se puede calcular en un experimento si dejaré caer al suelo el lápiz que tengo en la mano o no), tampoco la destruye la libertad divina.

Recordemos que las "leyes" de la naturaleza no son una suerte de códigos promulgados desde la eternidad y que no pueden ser violadas sopena de que el mundo pierda su autonomía. Esas "leyes" no son más que la descripción racional de cómo se comporta la materia, de cómo actúa por sí sola.

Esta forma de ver el milagro no excluye en modo alguno la consideración de que, en puridad, todo es milagro: La existencia del cosmos, la vida, mi propia existencia, que florezca el campo... Dios es inmanente y trascendente, el sustenta a toda la realidad, visible e invisible. Todo es gracia.

Como digo, para mí es un milagro el hecho de que yo esté ahora escribiendo, como también lo es la imagen que se aprecia en la Sábana Santa y que, con toda la ciencia y técnica del s. XXI, ningún científico ha logrado explicar en la complejidad de sus detalles, así como el origen de la impresión misma.

Sólo un prejuicio ciego o una ausencia de análisis de los postulados de los cuales todos partimos a la hora de analizar estas cuestiones, pueden negar la existencia de milagros y su compatibilidad con la legitima autonomía del mundo.

Un saludo cordial.

isabel
24 de junio de 2013 a las 19:54

Cuando hay un sufrimiento de larga duración,donde se ora con la confianza puesta en Dios y, en un momento dado este sufrimiento desaparece,y se convierte en la causa deseada por la que se ha pedido y confiado a Dios,espontáneamente uno se dirige a Dios dándole gracias, confiando en que la bondad de Dios se ha dignado escucharle y concedido el milagro.Era tan dificil que,piensa,solamente Dios podía concederlo.
Es cierto que,Dios es para todos igual pero,la fe con la que se ha pedido ha sido igual? Creo que es aqui cuando uno puede pensar que,la confianza o fe que ha puesto en la petición,Dios lo ha tenido en cuenta." Tu fe ,te ha salvado" " Tu hija vive,tu fe lo ha conseguido" etc.

Juanjo
24 de junio de 2013 a las 20:22

¡Tema siempre polémico el de los milagritos! Asunto donde mejor se refleja la noción que cada uno tiene de Dios y quizá su grado de madurez en la fe. ¡cuanto queda por avanzar aún! ¡Cuanta gente no hace más que proyectar en Dios la idea que él tiene de el Dios todopoderoso! Un Dios que se piensa como un ser que puede actuar o no, que "tiene sus momentos" "al que no comprendemos porque sus caminos son inescrutables" "porque lo que ha hecho será por nuestro bien! en fin... un Dios siempre apagando fuegos.

espera ordinaria
25 de junio de 2013 a las 20:32

Muy exigente a veces pronunciar y aceptar en toda su realidad el "hágase Tu Voluntad". Sea cual fuere la forma en que ésta se presente. Como apunta Fray Martín, quizá se trate de un salto cuántico en el devenir, que dentro de un tiempo la ciencia redefina ciertos fenómenos extraordinarios. Sea lo que sea te doy las gracias, reza la oración del abandono foucauldiana. Porque todo es gracia, nos recuerda Pablo.
El milagro de nuestra vida tejido cada día, como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que en el fondo todo depende de Él. Y si nos sube en brazos en vez de tener que subir la escalera a pie....será un tramo, que nos conoce. Esperando lo extraordinario, la vida, ese milagro, pasa por nuestro lado. Allí donde Él nos espera.

saludos cordiales

Anónimo
27 de junio de 2013 a las 08:47

<< Hay dos formas de vivir. La primera es pensar que nada es un milagro.
La segunda, que todo lo es.>>

<< O miras la vida como llena de milagros
o nada es milagro. >>

Albert Einstein ( 1879-1955)

maría
30 de junio de 2013 a las 22:07

Los milagros de Jesús no eran fruto de técnicas (como un médico) o de la actuación de demonios o ángeles (como un mago), sino resultado del poder sobrenatural del Espíritu de Dios. En relación a otros personajes de la época conocidos por realizar prodigios, Jesús es único. Se distingue por el número mucho mayor de milagros que obró y por el sentido que les dio, absolutamente distinto al de los prodigios que pudieron realizar algunos de esos personajes (si es que de verdad los hicieron). Por tanto, Jesús hizo milagros para confirmar que el Reino estaba presente en Él, anunciar la derrota definitiva de Mal y aumentar la fe en su Persona. No pueden explicarse como prodigios asombrosos sino como actuaciones de Dios mismo con un significado más profundo que el hecho prodigioso. Los milagros sobre la naturaleza son señales de que el poder divino que actúa en Jesús se extiende más allá del mundo humano y se manifiesta como poder de dominio también sobre las fuerzas de la naturaleza. Los milagros de curación y los exorcismos son señales de que Jesús ha manifestado su poder de salvar al hombre del mal que amenaza al alma. Unos y otros son señales de otras realidades espirituales: las curaciones del cuerpo —la liberación de la esclavitud de la enfermedad— significan la curación del alma de la esclavitud del pecado; el poder de expulsar a lo demonios indica la victoria de Cristo sobre el mal; la multiplicación de los panes alude al don de la Eucaristía; la tempestad calmada es una invitación a confiar en Cristo en los momentos borrascosos y difíciles; la resurrección de Lázaro anuncia que Cristo es la misma resurrección y es figura de la resurrección final.

Bakea
22 de julio de 2013 a las 07:49

El milagro es: Dios está aquí. Su presencia eucarística en cuerpo, alma, sangre y divinidad ;su presencia en el encuentro sacramental;en el hermano, el amigo, el enemigo, la comunidad y en mi; en el diálogo, el encuentro,la alegría; en la plenitud y necesidad...Con Dios,el Ser,el Amor mismo, ni "la Nada" ni la indiferencia existen. Todo es Vida, en Él y para nosotros, "milagro": nos llama desde la proximidad del Hijo, como hijo. Su palabra es clara: sólo el amor traspasa la muerte y como no lo entendemos, viene a mostrarnos el Camino,la Verdad y la Vida en la Persona de Jesucristo. Así que cuanto más seamos "uno" con Cristo, más conocemos al Padre.

Logo dominicos dominicos