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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

31
Jul
2025
Políticos que buscan engañar con apariencias
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titulouniversidad

La expresión: “las apariencias engañan” significa que no se debe juzgar a las personas y a las cosas solo por su apariencia, porque lo que aparece en el exterior a veces puede darnos una idea equivocada de la realidad. Pero lo que pretende indicar el título de mi artículo es algo más serio: a veces, la apariencia es falseada conscientemente buscando convencer a quienes contemplan esa apariencia falseada de que lo que allí se dice o presenta es verdadero, creyendo además que eso falsamente verdadero enaltece a la persona y contribuye a que los demás la consideren más importante o más inteligente. O sea, buscando mentir para que quien contempla u oye la mentira se imagine que hay lo que en realidad no hay. Es lo que ha ocurrido con algunos políticos españoles de distintos partidos que han distorsionado sus currículos para que los votantes los consideren más listos, más hábiles o más expertos de lo que son. En concreto esos políticos se han atribuido títulos universitarios que no tienen.

Las acusaciones y denuncias que los de un partido han hecho a políticos de otros partidos han sido mutuas. Gracias a estas denuncias todos han quedado mal parados. En vez de taparse mutuamente sus mentiras, unos han aireado las de los otros y así todos han aparecido como mentirosos. Al falsear su currículo quizás han pensado que uno es tanto mejor político cuantos más títulos universitarios tiene. Y ahí es donde ellos mismos viven engañados y autodenuncian su propia incapacidad para la política. Pues uno no es mejor político por tener títulos universitarios, sino por ser una persona honrada que trabaja por el bien común. Una carrera universitaria sirve para muchas cosas, pero para ser un buen diputado o un buen gobernante lo primero es ser prudente, responsable, tener capacidad de escuchar las necesidades de los ciudadanos y voluntad de resolver esas necesidades. Cuando en la política uno no busca servir a los demás, sino aprovecharse del puesto, es mayor la tentación de presentarse como lo que uno no es.

Algunos teólogos medievales dijeron que para ser buen superior de una comunidad religiosa era más importante la prudencia, el amor a la justicia y la capacidad de gobierno que la santidad. Eso no quita que la santidad pueda reforzar la prudencia, pero no la sustituye. Donde no hay sensatez, la oración no la crea, aunque donde la hay, la oración puede fortalecerla. Análogamente: para dedicarse a la política, la honradez, el sentido de la justicia, el anhelo por el bien común, sirven más que un título universitario, porque el título sin la prudencia y la honradez puede incluso servir para ser un peor político.

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27
Jul
2025
Cadáveres andantes en Gaza
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Gaza2025

¿Qué se puede decir sobre Gaza que no se haya dicho ya? ¿Sirve para algo lo que se dice? Todas las guerras son crueles, odiosas e injustas. Lo más grave es que la mayoría de los perjudicados y de los muertos son personas no combatientes, personas que no llevan fusiles ni tienen capacidad para decidir. Los más beneficiados son los fabricantes de armas. Los políticos de las naciones implicadas, los que tienen capacidad de decisión, por el mero hecho de no parar la guerra, son unos impresentables.

El jefe de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos ha empleado palabras muy fuertes para calificar lo que ocurre en la franja de Gaza, pero siguen siendo palabras que no tendrán mucho efecto, aunque es bueno se digan: “las personas de Gaza son cadáveres andantes”. Y ha añadido que en los cruces fronterizos hay el equivalente a 6.000 camiones de comida y de suministros médicos”. Gran parte de estos alimentos se están pudriendo. Y los pocos que logran repartirse se convierten en una trampa para la gente desesperada que acude a recibirlos, puesto que lo hacen en medio de disparos. Las fotografías que se publican de niños pidiendo comida o muertos por inanición son espeluznantes. Realmente es el no va más de la insensatez y de la crueldad.

León XIV ha levantado su autorizada voz clamando por un final inmediato de esta guerra, en la que no se respeta nada, ni siquiera Iglesias y otros lugares de culto. ¿Los disparos contra la Iglesia de Gaza, en la que está el sacerdote que todos los días hablaba con el Papa Francisco, fueron un error o fueron intencionados? Cada parte dirá lo que más le convenga, y seguramente muchos mentirán, pero si no hubiera armas no habría disparos. Los países que siguen vendiendo armas a las partes en litigio son igualmente responsables de lo que ocurre. Al final, el último responsable resulta ser el dinero, el negocio. Y el negocio de armas es el más lucrativo. Penoso, muy triste. La condición humana es capaz de lo mejor y de lo peor, capaz de crear voluntarios que ayudan a los hambrientos y a los heridos, jugándose la vida; y capaz de crear personas sin escrúpulos a los que no importan nada las vidas ajenas.

¿Qué podemos hacer las personas alejadas (al menos, físicamente) de las guerras? Seguramente poco o nada sobre el terreno. Quizás algo si nos piden ayuda ONGs e instituciones que ayudan a las personas perjudicadas. Quizás algo si votamos a partidos que estén claramente en contra del comercio de armas. No sé si hay alguno, pero unos lo están más que otros. Y algo si creamos un ambiente de paz a nuestro alrededor, si en nuestras escuelas educamos para la paz y el entendimiento entre las personas, si en nuestras iglesias dejamos muy claro que los principios religiosos están por encima de nuestras preferencias políticas. Y si logramos formar la conciencia de los posibles candidatos, obligados o engañados muchas veces, a empuñar fusiles, para que cuando los políticos de turno les entreguen el fusil se lo devuelvan diciéndoles que vayan ellos a la guerra. ¡Menudo milagro si ocurriera algo así!

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23
Jul
2025
Visitar a un anciano es encontrarnos con Jesús
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27julioancianos

El domingo, 27 de julio, casi coincidiendo con la fiesta de san Joaquín y santa Ana, los padres de la Virgen María según el evangelio apócrifo de Santiago y, por tanto, los abuelos maternos de Jesús, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores. Es la quinta jornada mundial de los abuelos y mayores. Eso significa que su creación es reciente. Fue el Papa Francisco el que tuvo esta feliz idea, buscando promover el encuentro entre generaciones, abuelos y nietos

El lema de la jornada de este año está sacado del libro del Eclesiástico (14,2): Feliz el que no se desvanece en su esperanza. Un buen ejemplo de una esperanza que no se desvanece en la ancianidad lo tenemos en la figura de Abraham que, según dice la carta a los romanos, no vaciló en su fe al considerar su cuerpo ya sin vigor y el seno de Sara igualmente vacío, sino que mantuvo la esperanza en que Dios era capaz de cumplir sus promesas y de darle un descendiente, cuando humanamente eso parecía imposible. Abraham creyó en un Dios capaz de sacar vida de donde parece imposible que la haya. Ese es el Dios de Abraham y, por supuesto, el Dios de Jesús, poderoso para resucitar muertos. Y, si es poderoso para lo más, también lo es para lo menos, para sacar vida de nuestros desánimos, depresiones, malos momentos.

En su mensaje para esta jornada, el Papa León XIV recuerda que se puede conseguir la indulgencia de este año jubilar visitando, por un tiempo adecuado, a los ancianos en soledad, “como realizando una peregrinación hacia Cristo presente en ellos”, pues “visitar a un anciano es un modo de encontrarnos con Jesús, que nos libera de la indiferencia y la soledad”. Me parece un recordatorio importante, que insiste en que lo fundamental en la vida cristiana no son los ritos, ni las peregrinaciones, ni las visitas a la Iglesias, ni el celebrar mirando a la pared o mirando al techo, sino el encuentro con Cristo, siempre vivo en el prójimo, sobre todo en el necesitado, en el enfermo, en el preso y también en el anciano que está solo.

El lema de la Jornada: felices aquellos que no ven desvanecerse su esperanza, es un buen recordatorio de que, aunque nuestras fuerzas físicas se debiliten, nada puede impedirnos amar, rezar, entregarnos. “Tenemos una libertad que ninguna dificultad puede quitarnos, dice el Papa: la de amar y rezar”. Pues el amor por nuestros seres queridos “no se apaga cuando las fuerzas se desvanecen. Al contrario, a menudo ese afecto es precisamente el que reaviva nuestras energías, dándonos esperanza y consuelo”. Podemos ser signos de esperanza a cualquier edad.

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19
Jul
2025
Distinguir entre individuo y persona
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individuopersona

En la parábola del hijo pródigo de la que hablaba en el post anterior, hay dos palabras fundamentales: hijo y hermano. Las dos tienen que ver con la relación, o sea, con la disponibilidad. Las dos son la negación del individualismo. A veces buscamos seguridad en el individualismo, porque abrirnos al otro supone un riesgo. Si nos abrimos al otro, a lo mejor nos pide lo que nos incomoda. Pero lo que nos hace humanos no es el aislamiento, sino la relación. Es importante distinguir entre individuo y persona. El individuo es el ser humano aislado de los demás, que solo interactúa con ellos en la medida en que le conviene. El individuo actúa siempre en función de sí mismo. Reconocernos como personas, y no solo como individuos, supone aceptar que soy yo gracias a los demás, gracias a que otros me han dado la vida, a que otros me han ayudado de crecer y madurar, a que otros me sostienen.

La persona es el ser en relación: “la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas” (Francisco, Laudato si’, 240). Ser hermano y ser hijo es ser persona, porque es afirmarse a sí mismo en relación a los demás. El hijo mayor de la parábola es un individualista. El padre es el ser de relaciones. El individuo a veces está dispuesto. La persona siempre está disponible. Disponibilidad es una actitud permanente a salir de sí mismo, para poner al otro en el centro de la propia vida, de modo que el otro sea siempre mi punto de referencia. Disponibilidad es lo contrario de autorreferencialidad.

En nuestra sociedad hay mucho individualismo. Según Francisco, el individualismo es el virus más difícil de vencer. En él se recapitulan todos los males. Un buen ejemplo de individualismo social es que cada vez son más las familias sin hijos, porque (son palabras literales leídas en una página de Facebook) “tener hijos supone perder horas de sueño, capacidad económica y de hacer viajes, de disfrutar… complica mucho la vida, por lo cual, mejor no tenerlos”.

La prevalencia de los intereses individuales, denuncia el Papa, hace que otros se conviertan en “objeto de descarte”. Ancianos, enfermos, inválidos, incapacitados son abandonados como basura inservible, se prescinde de ellos porque ya no sirven. El descarte, además, asume formas miserables como el racismo que se esconde y aparece una y otra vez. Los cristianos, y toda persona de bien, deberíamos ser una alternativa a esta cultura del descarte, y crear con nuestra vida y con nuestras palabras una cultura de la sinodalidad, del caminar juntos, del darnos la mano. Una vida abierta a los demás es la única que tiene futuro. Nuestra vida o es relación permanente o es fracaso permanente, porque quien no está integrado se desintegra.

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15
Jul
2025
¿Dispuesto o disponible?
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Estar dispuesto y estar disponible parecen expresiones similares. Sin embargo, hay un matiz que las diferencia. Y, en ocasiones, las diferencia grandemente. Todos estamos dispuestos a hacer aquello que nos agrada o nos favorece. Pero no todos estamos disponibles, en el sentido de estar en disposición de acudir a donde se nos requiere o de responder a cualquier llamada que se nos haga. Siempre estoy dispuesto a hacer lo que me gusta. Pero no siempre estoy disponible para hacer algo que me cuesta o supone renunciar a mi tranquilidad.

Amar es algo más que estar dispuesto. La disposición se acerca más al negocio que al amor. Dispuesto a trabajar si me dan una buena paga, dispuesto a tomarme vacaciones en cualquier momento. Pero no disponible para cuidar a un enfermo que no me agrada. No disponible para ayudar a un necesitado y desprenderme de mi dinero. Jesús nos llama a la disponibilidad, o sea, a amar sin condiciones. Nuestros amores son siempre pobres porque están condicionados. Un amor condicionado no es verdadero amor, porque es limitado: te quiero si haces lo que yo digo; en el mejor de los casos: te quiero si me quieres. O sea, te quiero con condiciones. El amor auténtico, el amor divino es gratuito. Dios ama en toda circunstancia, incluso cuando no es amado. Dios ama a sus enemigos. Siempre está disponible y, como está siempre disponible, está siempre dispuesto. El que no está disponible, no siempre está dispuesto.

Esta es la gran lección del padre de la conocida como parábola del hijo pródigo. Un padre siempre atento, siempre esperando, siempre vigilante por si volvía su hijo. Y cuando el hijo vuelve con la fórmula del perdón bien aprendida, y comienza a recitarla, se encuentra con un padre que le impide hablar porque le besa y le abraza, ya que su disposición al perdón es total, y no necesita ningún motivo para ello. El motivo está en su corazón amante y no en la buena disposición del hijo. Eso sí, la buena disposición del hijo, aunque no condiciona al padre, hace bien el hijo, porque le dispone a recibir con más agradecimiento el perdón.

En la parábola hay otro hijo. Un hijo que parece dispuesto, pero no disponible. Un hijo que “nunca ha dejado de obedecer una orden del padre”, o sea, un hijo cuya relación con el padre no está basada en el amor, sino en la sumisión y el temor. Por eso se queja de que el padre nunca le ha dado un cabrito para ir de fiesta con sus amigos. Un hijo que busca recompensa por su obediencia. Este hijo no está disponible para entrar en la fiesta. Y eso que el padre desea con toda su alma que entre en la fiesta, porque piensa que la fiesta solo será completa si los hermanos se acogen y se abrazan. La fiesta significa calidad de relaciones, en donde cada uno contribuye a la alegría del otro.

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11
Jul
2025
Suicidio joven sacerdote
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Don Matteo

El pasado sábado, 5 de julio, falleció un joven sacerdote italiano. Tras no presentarse a celebrar la eucaristía, algunas personas fueron a su casa y lo encontraron muerto. La diócesis de Novara, en una nota oficial, confirmó que se trataba de un suicidio. Al parecer, el sacerdote llevaba una vida normal y era apreciado por los fieles. No se conocen los motivos que le llevaron a quitarse la vida.

Las tasas de suicidio, en nuestros países europeos, son relativamente altas, algo más de 10 por cada 100.000 habitantes; en algunos países de América o África son bastante más altas. Es un tema del que no se suele hablar. Es lógico suponer que, entre los sacerdotes, religiosas y religiosos, en este tema y en otros (adicciones, determinadas tendencias), las tasas serán similares a las del conjunto de la población. Pero el fallecimiento del sacerdote italiano ha sido muy comentado en redes sociales, bastante más que otros casos similares.

Antiguamente, hechos como este eran muy mal vistos y juzgados negativamente. El código de derecho canónico de 1917 excluía a quienes se quitaban la vida del derecho a las exequias cristianas. Esta prohibición ha desaparecido del actual código. En el caso que nos ocupa, el funeral fue presidido por el Obispo de la diócesis, Mons. Franco Giulio Brambilla, que hizo una emotiva homilía y se preguntó qué nos dice a todos la muerte de Don Matteo. Sí, qué dice la muerte de una persona querida y valorada por los jóvenes a los propios jóvenes. Y qué dice una muerte así a los obispos y a los sacerdotes.

Una muerte es siempre una pregunta frente a Dios. Y toda pregunta pide una respuesta. Pero el exceso de preguntas puede desvirtuar la respuesta. No es sano preguntar continuamente al amado si te ama. Deberíamos aprovechar la ocasión para preguntarnos por el tipo de formación afectiva que se da en los seminarios; por los primeros destinos a los que se envía a los jóvenes sacerdotes; y por la soledad que todos sentimos, pero los célibes de un modo especial. Todos necesitamos amor, y solo con amor podemos superar nuestras debilidades. Y el amor de Dios pasa siempre por el amor a y de los hermanos y por la manera de situarnos con y frente a ellos.

El Vaticano II, a propósito del voto de castidad de los religiosos, dijo algo muy sabio: “recuerden todos, especialmente los superiores, que la castidad se guarda más seguramente cuando entre los hermanos reina verdadera caridad fraterna en la vida común”. En el contexto del amor, la castidad se guarda fácilmente. En la soledad, seguramente ya no tanto. En el contexto del amor, la vida tiene sentido. Fuera de este contexto, la vida resulta, a veces, insoportable.

Cuando un sacerdote está contento con su ministerio, cuando está ocupado, cuando reza, cuando vive fraternalmente y se siente querido, las depresiones desaparecen pronto. Yo no sé qué es lo que llevó a este sacerdote italiano a tomar la decisión que tomó, pero de una cosa estoy seguro: el buen sacerdote no quería quitarse la vida; en todo caso, quería quitarse de encima lo insoportable de la vida. Cuidemos las vidas y estemos atentos a los hechos y acontecimientos que, a veces, las hacen insoportables, para atacar lo insoportable y cuidar la vida.

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7
Jul
2025
Bautismo de adultos y de jóvenes
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pilabautismal2025

En estos últimos tiempos está apareciendo un fenómeno nuevo, no por el fenómeno en sí mismo, sino por la extensión con que se está dando: cada vez hay más personas adultas que solicitan el bautismo; y cada vez son más los jóvenes que, habiéndose preparado para recibir el sacramento de la confirmación, se dan cuenta de que no están bautizados, y entonces solicitan el bautismo; igualmente, son bastantes los adolescentes que, al llegar a la edad de la primera comunión y solicitarla, resulta que no están bautizados y entonces solicitan también el bautismo. Bastantes de estos casos de jóvenes y adolescentes ocurren en los colegios católicos, cuando ven que otros chicos de su edad se preparan para recibir la eucaristía o la confirmación.

Lo de menos es la edad y la circunstancia que provoca la solicitud del bautismo. Lo que importa es el hecho. Y el hecho debemos valorarlo positivamente y ver ahí una ocasión estupenda de ofrecer una buena iniciación cristiana y, cuando se trata de menores de edad, aprovechar la ocasión para invitar a los padres que lo autorizan a conocer mejor el evangelio y a encontrarse con Jesús. De hecho, la Iglesia hoy no bautiza a un menor sin el consentimiento de los padres.

Desgraciadamente, alguna vez se han dado este tipo de prácticas, que no podemos juzgar con mentalidad de hoy, pero tampoco podemos aprobar. Tomás de Aquino, por ejemplo, en contra de algunas prácticas de su época, se opone al bautismo de los niños de los infieles contra la voluntad de sus padres. Hoy esta es una posición que la Iglesia tiene ya claramente adquirida. Por eso, aunque un adolescente sea hoy capaz de tomar decisiones contra la voluntad de sus padres en algunos terrenos, en el terreno más serio, como es el de la fe, no resulta posible bautizarlo sin el consentimiento de sus padres. 

Dios llama siempre. Nunca se cansa de llamar. Aprovecha cualquier circunstancia para darse a conocer, para insinuar su presencia y su necesidad. Sin duda nuestra sociedad no favorece la práctica de la religión. Pero, en otros tiempos, incluso en familias no practicantes o muy poco religiosas, había la costumbre de bautizar a los niños. Hoy son cada vez más las familias que no bautizan a sus hijos y que no se sienten presionadas por el ambiente social para hacerlo.

Lo que me parece interesante y significativo es el fenómeno descrito. Estamos en unos tiempos en los que lo normal es la increencia, vivimos en sociedades claramente secularizadas. Por eso resulta llamativo que algunas personas que han sido educadas y vivido al margen de la fe cristiana, se pregunten si esa fe podría llenar de sentido sus vidas, y se acerquen a la Iglesia para solicitar el bautismo. Debemos alegrarnos y aprovechar la ocasión para ofrecer una catequesis de primer anuncio que sea significativa; y para presentar ejemplos de vida cristiana que resulten atractivos. Esto solo será posible en una Iglesia con estructuras y personas acogedoras, capaces de dar respuesta al vacío muchas veces dejado por el racionalismo secularista.

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3
Jul
2025
Ser profesor de religión es una vocación
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A propósito del post anterior, en el que me preguntaba que era eso de la vocación, uno de mis habituales y amables lectores escribió: ser profesor de religión también es una vocación. Me apresuré a responder que tenía toda la razón. También ser catequista es una vocación. Podríamos ampliar la lista y, por ejemplo, añadir, que ser cantor en las celebraciones litúrgicas, o ser un buen lector, es también una vocación. En todas esas vocaciones mentadas y en las no mentadas se necesita, además de buena voluntad, una buena preparación: no cualquiera sirve para catequista, o para lector, o para profesor de religión.

Incluso habría que añadir que además de buena preparación se requieren disposiciones naturales. Normalmente el que no tiene disposiciones para una determinada tarea, no suele tener vocación para esta tarea. Por ejemplo: yo creo que soy un buen lector, pero soy un pésimo cantor. Por eso, es difícil, por no decir imposible, que el Señor me llame para cantar en la liturgia, porque en vez de ayudar a orar, haría el ridículo y ayudaría a que se rieran de mi. Dígase lo mismo de un lector: no cualquiera sirve para lector. Porque el lector tiene la delicada y maravillosa función de hacer que la palabra de Dios llegue con claridad y sentido a los oídos de los asistentes a la celebración. Por eso, de la misma forma que a mi no se me invita a que cante en la boda de mi prima, porque ya he dicho que soy un pésimo cantor, tampoco me parece adecuado que se solicite que en la boda o en la primera comunión, el lector sea el primo o la hermana de los novios y del niño de primera comunión. El lector no está para lucir el tipo, sino para servir al buen decoro de la celebración.

¿Cómo sé yo que tengo vocación para ser profesor de religión o catequista? Una serie de indicios ayudan a discernir: tener disposiciones para enseñar, tener buen carácter, ser un buen pedagogo, amar a Jesucristo, haber estudiado teología. Las vocaciones se disciernen en función de las disposiciones y de las circunstancias de la vida y de la historia. Si soy incapaz de asumir los fallos y deficiencias de mi novia, o si mi novia y yo somos de religiones diferentes y discutimos por este motivo, y no nos ponemos de acuerdo en cómo vamos a educar a nuestros hijos, seguro que Dios no me llama para que me case con esa chica, por muy guapa y atractiva que sea. Si tengo dificultades para convivir seguro que Dios no me llama para ser religioso. El carácter es más decisivo que el físico para discernir una vocación.

En este post (y en el anterior) he querido dejar claro que todos somos personas vocacionadas, también un médico o una enfermera cristiana, por ejemplo. Todos hemos sido llamados a vivir de una determinada manera y a servir a los hermanos en un determinado puesto. Si uno es cristiano puede perfectamente considerar que esa disposición de carácter, esas circunstancias que le han llevado a servir de un determinado modo, son las mediaciones de las que Dios se ha servido para llamarle a una vocación. Vocación es llamada, claro. Y es también respuesta. Por eso, en la vocación de cada uno, la libertad juega un papel decisivo.

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29
Jun
2025
Vocación: ¿y eso qué es?
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Vocación parece una palabra muy sonora, con uve de valor, porque vale mucho. La palabrita viene del latín y quiere decir “llamada”. La gente asocia eso de la vocación con monjas, curas y frailes y, a veces, les preguntan: ¿tienes vocación?

Si es llamada, la vocación no es un tener. Y si es llamada no es solo propia de frailes, monjas o curas. Alguien te puede llamar para que te cases con él. El matrimonio es una buena vocación. Para el cristiano, detrás de todas las llamadas está Dios, que nos llama por medio de los hermanos, de la historia, de la vida. Un buen cristiano que quiere casarse, debería pensar: “Dios, a través de mi novia -o de mi novio- me llama para que me case con ella o con él”. Dios me ha regalado a esta chica o este chico para que haga con ella o con él un proyecto de vida y de amor y, para que juntamente, seamos testigos de su amor en el mundo.

Además de la vocación al matrimonio, hay otras: el sacerdocio y la vida consagrada son las más conocidas. ¿De qué modo me llama Dios al sacerdocio o a la vida consagrada? Por teléfono seguro que no. Desconfía de esos que oyen voces divinas. Dios habla de muchas maneras: habla a través de los acontecimientos, habla cuando conoces a un sacerdote, a una monja o a un fraile, que te atraen por su modo de celebrar o de predicar, o por su entrega al estudio o a la oración; quizás por su dedicación a los pobres o por su modo de acoger a niños, ancianos o personas vulnerables. Cuando eso ocurre, esas vidas se convierten en pro-vocación. ¡Son importantes las provocaciones! También Dios habla cuando rezas o cuando necesitas un espacio de silencio para pensar lo que vas a hacer con tu vida.

A través de los acontecimientos de tu historia, de las personas que conoces, a través de tus silencios meditativos y orantes, quizás Dios te está diciendo: tu podrías ser un buen sacerdote, o una buena religiosa; o quizás te dice: tu podrías ser un buen padre o madre de familia, pero de una familia misionera. O podrías formar una familia y emplear parte de tu tiempo para colaborar a fondo con la parroquia en tareas caritativas, catequéticas u organizativas.

¿Y cómo sé yo que Dios me dice eso? Garantías no hay. Pero te lo dice cuando te lo preguntas. El mero hecho de preguntártelo es ya una llamada de Dios. Te lo dice cuando te apasiona el Evangelio y te apasiona dar a conocer a otros esta estupenda noticia. Te lo dice cuando sientes deseos de fraternidad y quieres formar parte de una comunidad monástica o de una comunidad parroquial, que serán la más maravillosas del mundo en tu imaginación, pero luego en la realidad tendrás que ir construyendo cada día, con sus momentos de esfuerzo y también sus alegrías y delicias. Porque es una delicia vivir con los hermanos. Tendría gracia que Dios te llamase por medio de este escrito.

Ser cristiano es algo muy serio y comprometido. Ser cristiano es saberse amado por Dios y vivir en el amor para Dios y para los hermanos. Si de pronto eso de que ser cristiano es algo muy serio te ha hecho pensar, es que a lo mejor Dios te está llamando. No tienes vocación. La vocación no es tener, es responder. Es decir: “Aquí estoy Señor, porque me has llamado, me has seducido, y me he dejado seducir”. Naturalmente, no hay buena seducción si uno no se deja seducir. Porque la vocación es una cuestión de amores. Y solo la entienden los que entienden de amores.

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24
Jun
2025
El corazón de Jesús habla de carne humana
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La última encíclica que nos dejo el Papa Francisco está dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Una de las cosas que allí se dicen es que la imagen del Corazón de Jesús nos habla de un Dios que ha querido compartir nuestra condición histórica y nuestro camino terreno. El Corazón de Jesús nos recuerda su amor íntegramente humano, sus sufrimientos humanos, su afectividad humana.

En los evangelios aparece muy bien reflejada esta afectividad humana del Señor. Jesús tuvo compasión de la multitud fatigada y abatida, lloró ante la tumba de Lázaro, amaba mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro, trata a sus discípulos como amigos, conversa con cariño con la samaritana, se deja lavar los pies por una prostituta, cuando curaba a alguien lo tocaba con la mano, le tocaba los ojos, o lo tocaba con su propia saliva. A la vista de estos hechos, comenta la encíclica: “el Señor sabe la bella ciencia de las caricias. La ternura de Dios no nos ama de palabra; El se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda su ternura posible”. Más aún, “cuando parece que todos nos ignoran, que a nadie le interesa lo que nos pasa, que no tenemos importancia para nadie, él nos está prestando atención”.

A darnos cuenta de su amor humano y de la importancia de la humanidad de Cristo nos ayuda la imagen de su corazón de carne. Su humanidad hace posible que nos comprenda, que comprenda nuestras debilidades y tentaciones, nuestros fallos y nuestros errores, nuestro pecado también. Y hace posible su cercanía a nosotros. Solo por medio de realidades que estén a nuestro nivel y a nuestro alcance, solo por medio de la humanidad de Cristo, podemos acercarnos a Dios, tocarle, besarle, tratarle de tú a tú, y vivir un encuentro de amor verdaderamente mutuo.

En suma, entrando en el Corazón de Cristo, nos sentimos amados por un corazón humano, lleno de afectos y sentimientos como los nuestros. Su voluntad humana quiere libremente amarnos y ese querer espiritual está plenamente iluminado por la gracia y la caridad. Llegando a lo más íntimo de ese Corazón, nos inunda la gloria inconmensurable de su amor infinito como Hijo eterno que ya no podemos separar de su amor humano. Precisamente en su amor humano, y no apartándonos de él, encontramos su amor divino; encontramos “lo infinito en lo finito”.

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