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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

1
Jul
2015

No a los dualismos

4 comentarios

El Papa Francisco, en su reciente encíclica, advierte contra los dualismos que han desvirtuado la fe cristiana y han conducido a un desprecio del cuerpo y de las cosas de este mundo. Estos dualismos, denuncia el Papa, llegaron a tener una importante influencia en algunos pensadores cristianos y desfiguraron el Evangelio.

Es posible que algunos cristianos se pregunten si el Magisterio debe entrar en el terreno de la ecología o incluso que se pregunten qué tiene que ver el ser humano con las catástrofes naturales. Al día siguiente de salir la encíclica una persona, creyente sincera, me preguntaba, sin ningún asomo de crítica ni trasfondo ideológico, qué culpa podía tener el ser humano en los terremotos, tsunamis e inundaciones. Cierto, las catástrofes naturales son tan antiguas como la tierra. Es posible que estas catástrofes estén relacionadas con la evolución y el ciclo de la vida. Por ejemplo, las placas tectónicas, causantes de los terremotos, juegan un papel preponderante en la regulación de la temperatura terrestre, contribuyendo al reciclaje de gases con efecto invernadero como el dióxido de carbono por medio de la renovación permanente de los fondos oceánicos.

Me interesa subrayar que, si bien es cierto que hay acontecimientos que escapan al control del ser humano, no es menos cierto que sus efectos mortíferos tienen mucho que ver con la acción humana. Y estos efectos negativos siempre recaen en los más pobres y desvalidos. ¿Por qué un terremoto produce miles de muertos en algunos lugares de la tierra, mientras que otro terremoto de intensidad semejante sólo produce algunos daños materiales (y en el peor de los casos unos cuantos heridos y algún muerto) en el Japón? Hay medios para prevenir efectos indeseados. Pero estos medios sólo están al alcance de los adinerados. Hay lugares y modos de construir más seguros que otros. Los pobres se ven obligados a utilizar malos modos y malos lugares.

La encíclica del Papa se incluye de lleno dentro del magisterio social de la Iglesia. Sin duda, el Papa ha tocado un tema que sus predecesores no habían desarrollado con tanta intensidad. No hay que olvidar que el Magisterio y la teología tienen que estar atentos a los signos de los tiempos. Su labor no es repetitiva, pues el Evangelio se aplica a circunstancias siempre nuevas y debe ofrecer luz en situaciones inéditas. Como bien ha sabido notar Francisco “el cristianismo, manteniéndose fiel a su identidad y al tesoro de la verdad que recibió de Jesucristo, siempre se repiensa y se reexpresa en el diálogo con las nuevas situaciones históricas, dejando brotar así su eterna novedad”.

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Luciana
5 de julio de 2015 a las 12:35

Cada uno desde su puesto,sin pretender solucionarlo todo pero, aportando nuestro grano de arena,todos juntos,consegúiríamos un buen resultado.Tendríamos que empezar frenando nuestro egoismo,en placer,comodidad, procurando aumentar en generosidad y sobre todo en caridad con el desvalido,muy lejos estaríamos todavía en dar la vida por el hermano sufriente.Tendría razón Francisco,el mundo del pobre daría un vuelco,cubriría sus necesidades,el sufrimiento se tornaría solidario,el prójimo nos dolería,seríamos mas hermanos y,al fin,triunfaría Jesucristo con la misión que Le dió su Padre,adelantaríamos el Cielo en la tierra.
¿por qué no?

Wilson Rodríguez
17 de julio de 2015 a las 04:02

Cuando se toca el tema y la misión pastoral del Papa Francisco, a mi me atrae, como quien solicita una complacencia al Dominico de Valencia,Martin Gilabert, reclamar una explicación del Evangelio que habla "del buscar primero el Reino de Dios y su justicia, que las demás cosas os vendrán por añadidura".Un tema es nuevo cuando se comprende de otra manera.De ser posible, tengo esperanza de una respuesta a una cuestión tan entrañable.

Maite
10 de agosto de 2015 a las 03:01

¿Y si el contenido de la encíclica del obispo de Roma no encajara dentro del magisterio social de la Iglesia? ¿Por qué esa defensa a ultranza del magisterio de la institución, como si fuera intocable, absoluto,inamovible?
Pienso por el contrario que en la medida que nos apartemos del magisterio (en su parte social es donde resulta más inofensivo), en el que se blinda la jerarquía y todo creyente que necesita ante todo "seguridad", en lugar de justicia y humanismo, en esa medida descubriremos el espíritu de Jesús, nada que ver con el espíritu eclesiástico y clerical.

Maite
10 de agosto de 2015 a las 03:07

El título del artículo promete más de lo que ofrece. No a los dualismos implica no a ningun dualismo. Invito al autor a ahondar en los beneficios de un pensamiento no dual, como podemos encontrar en Enrique Martínez Lozano, en el obispo emérito anglicano Spong, en JM Vigil, en Lenaers, etc.

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