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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

17
Oct
2017

Cuando al catequista le falta claridad

4 comentarios
arbolencantaro

Sigo con los párrafos opacos a los que me refería en el post anterior. Un catequista, un profesor de religión, un predicador dice cosas muy serias. Por eso debe razonarlas y fundamentarlas bien. Y tiene que ser claro, porque lo que dice es de vital importancia para él y para sus oyentes. En muchas ocasiones la falta de claridad del catequista o del predicador no se debe a que pretenda engañar, sino a que no se ha preparado bien. Este es un caso en el que la falta de claridad se debe a la ignorancia o a la vagancia.

En ocasiones, los textos que transmiten la revelación judeo-cristiana necesitan aclaraciones (como es el caso de las páginas oscuras o violentas de la Biblia) y, sobre todo, necesitan aplicarse a la situación de los oyentes, de modo que puedan percibir “que hoy se cumple esa Escritura que acabáis de oír” (Lc 4,21). Se cumple en vuestras vidas. Estos textos transmiten un mensaje decisivo. Pretenden ser entendidos. Un predicador debe ser fiel al mensaje. El hacerse entender forma parte de la fidelidad.

Cierto, los textos que transmiten la revelación, por ser históricos, son deudores de un lenguaje y una mentalidad que no son los nuestros. En algún caso resulta difícil entenderlos. Ahí es donde el predicador y el catequista tienen la importante tarea de aclarar el sentido original del texto, teniendo en cuenta su contexto. Bien explicados, estos textos resultan iluminadores.

Un ejemplo: cuando el evangelio de Mateo (27,45.51) dice que en el momento en que Jesús muere “tembló la tierra” y se llenó de oscuridad, no está describiendo un fenómeno meteorológico, sino que está diciendo algo muy serio, sólo que utilizando un lenguaje que ya no es el nuestro, pero que los primeros lectores entendían perfectamente. Lo que está diciendo el evangelista es: “este es el día de Yahveh”, el día en el que Dios se reconcilia definitivamente con el mundo. Y si lo dice con este lenguaje es porque era el que entonces se entendía, ya que los profetas describieron el “día de Yahveh” con este tipo de señales, comparándolo con una gran conmoción cósmica.

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Luciana
19 de octubre de 2017 a las 18:35

Podría solucionarse,a mi parecer,se le exigiese al catequista o Predicador,normas
que avalaran su predicación,al igual que se exige a un alumno en cualquier materia profana,si no responde adecuadamente no se le da la nota de aprobado.
El tema religioso del Evangelio pienso,es de por si muy delicado y puede acarrear
confusiones en los alumnos u oyentes.

Antonio López Sernández
20 de octubre de 2017 a las 12:31

Iglesia somo todos. El clero de suyo es el mejor preparado. Pero siempre ha sido necesaria la colaboración de los laicos. Su aportación variada es fundamental para la Iglesia. Cuando se trata de colaborar en la enseñanza (catequistas, profesores de religión...), deben tener una preparación seria, coherente, actual. Ahora, ante la progresiva carencia de vocaciones, los laicos son más necesarios. Los sacerdotes tienen que ser muy cautos en la elección de los catequistas y procurar tener reuniones de preparación con ellos, ofrecerles facilidades para asistir a cursos, conferencias, etc. de teología dogmática y moral. Los vicarios episcopales encargados de la elección de los profesores de religión en primaria e institutos de bachillerato tienen que ser coherentes en la elección de estos profesores. Por experiencia personal he visto muchos profesores de religión, especialmente de primaria, con gran deficiencia de preparación teológica y algunos de vida no demasiado comprometida con el mensaje evangélico.

María
24 de octubre de 2017 a las 01:54

Creo que es muy importante la formación de todos y todas los que se dedican, sea como fuere, al anuncio de Evangelio. Pero pienso que es más importante aún, la coherencia. Que lo expresado con palabras y las actitudes en la vida sean una misma cosa. Si no, se corre el riesgo de que queda muy bonito, pero no llega al corazón del oyente, porque el mensaje se transmite desde el intelecto. Y eso sería otra cosa.

Gnula
24 de octubre de 2017 a las 02:03

muy buena pagina me gusta por su buen contenido

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