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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

9
May
2025
Se llama León, es agustino y elogia a Francisco
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LeonXIV

Después de cuatro votaciones resultó elegido Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal el cardenal estadounidense, con nacionalidad peruana, y segundo apellido muy español, Robert Francis Prevost Martínez, hasta ahora prefecto del Dicasterio para los Obispos y, por tanto, colaborador muy cercano al Papa Francisco. Que haya salido a la cuarta votación es un buen signo: a los cardenales no les ha costado mucho tiempo encontrar un consenso.

Que el nuevo Papa sea conocedor de la curia vaticana por dentro y doctor en derecho canónico por la Universidad de Santo Tomás de Roma, regentada por los dominicos, es también un buen signo, pues tendrá sentido jurídico (quizás una de las carencias de Francisco) y prestará atención a la curia, a la gente de su entorno inmediato. Que el nuevo Papa haya sido un colaborador que ha gozado de la confianza del fallecido es otro buen signo: seguramente seguirá los pasos y la orientación que durante estos pasados 12 años ha marcado Francisco. Es importante que la Iglesia salga de las sacristías y preste atención a los marginados. También es importante impulsar la presencia de las mujeres, no tanto en el sacerdocio, cuanto en el gobierno de la Iglesia.

De hecho, en su primer discurso a los fieles y al mundo ha elogiado sinceramente a Francisco y ha subrayado alguna de las insistencias del anterior Papa: su llamada a la paz desarmada y desarmante, a construir puentes, a ser una Iglesia sinodal, en la que todos podemos caminar juntos, una Iglesia que busca siempre estar cerca especialmente de quienes sufren, una Iglesia siempre dispuesta a acoger a todos con los brazos abiertos. Y también el recuerdo de que Dios nos ama a todos incondicionalmente.

El Papa León es agustino. Ha sido Superior general de su Orden. Conoce bastante bien la problemática de muchos lugares, debido a las visitas que tuvo que hacer a los frailes y conventos de su Orden, esparcidos por todo el mundo. Y, como muchos religiosos, ha sido misionero. Tiene por tanto una visión universalista de la Iglesia, un aprecio por la vida consagrada y una sensibilidad por la misión evangelizadora entre los más necesitados. Sé de primera mano que su labor en las misiones de Perú fue muy apreciada.

El nombre elegido es significativo. A mi me ha recordado enseguida que León XIII fue el Papa de la primera encíclica social de la Iglesia, la “Rerum novarum”, en defensa de la dignidad y derechos de los trabajadores. También León XIII impulso el diálogo de la fe con la ciencia. León XIV es licenciado en matemáticas y tiene base para establecer ese diálogo fe-ciencia. Luego he caído en la cuenta de que el hermano León fue el compañero más cercano de San Francisco de Asís. ¿Cabría ver en esta elección del nombre un guiño al Papa Francisco, del que fue estrecho colaborador?

En las próximas semanas nos haremos una mejor idea de por dónde irán las preocupaciones pastorales del nuevo Papa. Pero no cabe duda de que las primeras impresiones han sido buenas y positivas.

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8
May
2025
Mis ovejas escuchan mi voz
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pascua4

El cuarto domingo de Pascua se lee siempre un fragmento del capítulo 10 del evangelio de Juan. En este capítulo, Jesús se presenta con la imagen del buen pastor. Este año leemos el breve fragmento final con el que termina este capítulo 10 del evangelio de Juan, el que comienza con esta palabra de Jesús: mis ovejas escuchan mi voz.

Más que voces, lo que hay en este mundo es mucho ruido. Por eso no es fácil en medio de tanto ruido escuchar voces con sentido. Por otra parte, son muchas las voces que quieren guiarnos. Tanto ruido y tanta voz exige atención y discernimiento pues, a veces, no son los que más gritan los que dicen cosas sensatas. El griterío suele ser signo de insensatez. Los gritos suelen ir acompañados de mucha vaciedad. La pregunta que ayuda discernir es: ¿estas voces buscan nuestro bien? Ni lo más cómodo, ni lo más entretenido, ni lo más halagador, ni lo que hace más ruido, suele ser lo mejor. En medio de tantas voces nos llega la voz de Jesús. De él podemos fiarnos. Porque él conoce los caminos que pasan por el valle de la muerte, los ha recorrido y ha abierto pasos en medio de ellos.

Añade Jesús, tras decir que sus ovejas escuchan su voz: “yo las conozco”. Jesús conoce a los suyos no de forma general, no de forma estadística. Conoce personalmente a cada uno por su nombre. Tiene con los suyos una relación íntima, profunda, hecha de cercanía, conocimiento y amor. Una relación tan íntima como la que tiene con el Padre, ese Padre que conoce a su Hijo Jesús, y el Hijo que conoce a su Padre Dios. ¿Cómo podemos nosotros conocer a Jesús como él nos conoce a nosotros? Oración, escucha de la Palabra, participación en la Eucaristía son buenos modos de conocer a Jesús.

Tercera afirmación que hace Jesús: “mis ovejas mi siguen”. Seguimos al buen Pastor. O sea, conformamos nuestro sentir, querer, actuar y pensar con sus palabras y con su vida. A quienes le siguen, Jesús les dice: “no perecerán para siempre”. Porque el Cordero (como dice la segunda lectura de este domingo) las conducirá a fuentes de aguas vivas y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.

Última afirmación de Jesús: nadie puede arrebatarlas de mi mano, de la mano de mi Padre, como nadie pudo arrebatarle a él de las manos del Padre, ni siquiera la muerte. Nada: las adversidades, ni las enfermedades, ni la muerte, ni los falsos pastores, ni la cultura ambiental. Nuestra esperanza, la gran esperanza cristiana es saber que nos da la mano y nos acompaña aquel que es capaz de pasar por el valle de la muerte. Nuestra fe no está blindada contra dudas y desalientos, pero nos encomendamos a las manos fuertes, bondadosas y poderosas de Jesús. ¡Que en nuestra libertad no nos soltemos nunca de esas manos!

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6
May
2025
El Cónclave ya está aquí
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conclave2025

El martes, día 6 de mayo, es el último día para celebrar funerales por el Papa Francisco. El miércoles, día 7, comienza el Cónclave que debe elegir nuevo Obispo de Roma. Acabados los funerales, las diócesis y parroquias están invitadas a celebrar Misas “pro eligendo pontífice”, o sea, Misas por la elección del romano pontífice. En la que se celebrará el miércoles a las 10 horas, en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Re (el mismo que presidió los funerales de Francisco), asistirán todos los cardenales. En la oración colecta de esta Misa, la oración que recoge los sentimientos de la asamblea celebrante, aparecen tres palabras que podemos considerar tres grandes principios que, luego, el elegido, tendrá que concretar en función de su carácter y de las necesidades de la Iglesia: santo celo por los fieles, reverencia del pueblo, saludable gobierno.

Los medios de comunicación continúan especulando sobre los cardenales “papables”. Yo mismo he sido invitado a participar en un programa sobre el cónclave de un canal de televisión. Después de pensarlo un poco, decliné la invitación. Porque hay muy poco que decir sobre nombres y tendencias, que es lo que interesa a los medios, eso sí, siempre en función de sus orientaciones políticas. El que salga merecerá todo el respeto del mundo y, aunque desde el primer momento será catalogado, habrá que esperar al menos algunas semanas para ver cuales son sus insistencias y preocupaciones pastorales. Estoy convencido de que no habrá ni marcha atrás ni saltos en el vacío. Habrá continuidad, quizás con un estilo distinto, pero continuidad.

¿Cómo no va a estar preocupado el próximo Papa por el hambre en el mundo, por la pobreza, por los migrantes, por la paz, por el entendimiento entre los pueblos, por el diálogo ecuménico e interreligioso, por la buena marcha de la Iglesia, por el anuncio del Evangelio con alegría? ¿O es que Francisco ha estado preocupado por otras cosas? En definitiva, preocupado por anunciar el Evangelio, consciente de que el Evangelio no es solo ni principalmente un asunto doctrinal (¿qué querrán decir esos que añoran o piden un Papa preocupado por la “sana doctrina”?), sino un asunto de vida en el amor, porque ese es el mandamiento de Jesús y el gran signo por el que se conocen sus discípulos.

Se dice que al Papa le elige el Espíritu Santo. Pero es también el resultado de negociaciones, a veces tensas, entre los electores. Porque el Espíritu Santo siempre se sirve de causas segundas. No actúa directamente. No envía mensajes de whatsapp, ni habla por la boca de los más rigoristas. La acción del Espíritu Santo hay que verla en los consensos, en los discernimientos, en los acuerdos. El Papa será elegido directamente por los Cardenales, después de que cada uno haya discernido en conciencia a quién debe votar, voto también condicionado por su carácter, sus experiencias y sus expectativas. Lo que hará el Espíritu Santo será sacar lo mejor del elegido, orientar, modular su carácter, su visión de las cosas y sus preocupaciones. El Espíritu actúa a través de la escucha de la Palabra, de la oración, de la atención a los signos de los tiempos, de la escucha de los hermanos, del discernimiento personal, de la libertad.

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4
May
2025
Mes de mayo con M de María, Modelo, Maestra y Madre
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Tradicionalmente, en el mundo católico, el mes de mayo es un mes dedicado a María. María es un nombre de origen hebreo que significa “excelsa” o “elegida de Dios”. Por tanto, es un nombre muy adecuado para designar a aquella que fue elegida por Dios para ser la madre de su Hijo. Por este motivo “todas las generaciones la llaman bienaventurada” (Lc 1,48).

Por otra parte, María es buen modelo de vida cristiana. El Concilio Vaticano II la califica de “excelso Modelo” de la Iglesia, “modelo de todas las virtudes para toda la comunidad de los elegidos”. En efecto, ella “en cierto modo reúne en sí y refleja las exigencias más radicales de la fe…, progresando continuamente en la fe, la esperanza y el amor y buscando y obedeciendo la voluntad de Dios en todo” (Lumen Gentium, 65).

Precisamente porque es un buen modelo también puede ser calificada de maestra de vida cristiana y maestra de humanidad. Las buenas y los buenos maestros no son simplemente los que se limitan a ofrecer datos y conocimientos, sino los que son ejemplos de vida para sus alumnos. El Vaticano II, citando a San Ambrosio dice que la vida de María “es enseñanza para todos” (Perfectae caritatis, 25). Si su vida es enseñanza, tiene que ser necesariamente maestra. Sin duda, su magisterio comenzó en la educación de su hijo, como hacen todas las madres de la tierra: ellas son las primeras que enseñan a sus hijos y esta enseñanza marca para siempre sus vidas. Pero más que María como educadora del niño Jesús, ahora quiero notar el papel de María como educadora de la Iglesia, en línea con lo que afirma el Vaticano II: María “coopera en la educación de los creyentes” (Lumen Gentium, 63). María es una buena maestra porque no enseña “desde fuera”, sin implicarse en su enseñanza. Ella realiza en su vida aquello a lo que invita. Si enseña a cumplir la voluntad de Jesús es porque ella es la primera discípula y la primera convertida.

Además de Maestra, María también es Madre, no solo de Cristo, sino de todos los fieles cristianos. Al finalizar el Concilio Pablo VI pronunció un importante discurso, en el que proclamó a María madre de la Iglesia: “Proclamamos a María santísima madre de la Iglesia, es decir, madre de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este grandísimo título”. Pablo VI dice que este título encuentra “su justificación en la dignidad misma de la madre del Verbo encarnado”. Esta maternidad del Verbo encarnado se extiende a la Iglesia, pues María es “madre de aquel, que desde el primer instante de su encarnación en su seno virginal se constituyó en cabeza de su cuerpo místico, que es la Iglesia. María, pues, como madre de Cristo, es madre también de los fieles y de todos los pastores; es decir, de la Iglesia”.

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30
Abr
2025
La gran pregunta de Jesús: ¿me amas?
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En la segunda parte del evangelio del ciclo C del tercer domingo de Pascua (el mismo evangelio que se leyó en el funeral del Papa Francisco) aparece repetida, por tres veces, la pregunta más importante que puede hacernos Jesús. En el evangelio va dirigida directamente Pedro, pero en realidad Jesús nos dirige la misma pregunta a cada uno de nosotros: ¿me amas?

Lo único que nos pide Jesús es amor. Porque donde hay amor, uno está siempre junto al amado y siempre está dispuesto a complacerle. “Pedro: ¿me amas?”, pregunta Jesús. Si se puede hablar de primado en Pedro, de ser cabeza de la Iglesia, de ser el que confirma en la fe a sus hermanos, eso solo puede hacerse desde el amor a Cristo y a los hermanos. Las tres preguntas que Jesús dirige a Pedro, en el evangelio de este domingo, de alguna manera pretenden compensar las tres negaciones de Pedro en el momento de la pasión. Sus negaciones, sus miserias, su debilidad, no impiden que pueda ser el guía de la comunidad de los discípulos.

Pedro no es el discípulo perfecto. Le basta con ser el discípulo que ama. Jesús no nos quiere perfectos, si por perfecto se entiende alguien que no tiene ninguna debilidad, ninguna tentación, ningún pecado. Jesús nos quiere amantes, porque el amor supera la multitud de los pecados. Donde hay amor se vencen los malentendidos y hasta las infidelidades. El amor de Pedro al Señor ha curado su pasado, sus negaciones. Todo se cura con amor.

La fe cristiana es una experiencia de amor. Creer en Jesucristo es mucho más que aceptar verdades acerca de él. Creer en Jesucristo no es saberse el catecismo (aunque eso está muy bien), pero no es eso. Creer en Jesucristo es encontrarse con él, tener una relación personal con él, jugarse la vida por él, dejar de pensar y actuar con criterios mundanos, para pensar y actuar con los criterios de Jesús. Criterio mundano: no robo porque si me pilla la policía me meterán en la cárcel. Criterio de Jesús: no robo porque eso es malo, malo incluso para mi; no robo porque no quiero hacerle daño al hermano, porque el hermano es para mi más importante que mi ambición o mi avidez.

El amor a Jesús no destruye ni reprime nuestro amor a las personas. Al contrario, el amor a Jesús da su verdadera hondura a nuestros amores humanos, liberándolos de la mediocridad y la mentira. La experiencia del amor a Cristo puede darnos fuerzas para amar sin esperar recompensa, para renunciar a nuestras pequeñas ventajas, y así servir mejor a quien nos necesita. Tal vez algo nuevo se produciría en nuestra vida si fuésemos capaces de responder con sinceridad a la pregunta del Resucitado: tú, ¿me amas?

En cierto modo, tendría razón Charles Baudelaire cuando dice que “es más difícil amar a Dios que creer en él”. Porque los demonios también creen en él, como muy bien dice la carta de Santiago (2,19). Su problema es que no le aman. Una fe que se limita a repetir: “Señor, Señor” (Mt 7,21) no es una fe auténtica, pues la verdadera fe “transforma a toda la persona, precisamente porque se abre al amor” (Francisco, Lumen Fidei, 26).

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26
Abr
2025
Extraño pasillo de honor para el Papa Francisco
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funeralfrancisco

En la escalinata de acceso a la Basílica de Santa María la Mayor, por donde entró el féretro con el Papa Francisco, estaba un extraño grupo personas dándole el último adiós. Digo extraño con un inmenso respeto. Extraño por inesperado. Extraño porque cuando se despide a un gran personaje son otros grandes personajes los que le acompañan hasta la tumba. Extraño porque muchos consideran a esas personas como los “últimos” de la sociedad. ¿Quiénes son esas extrañas personas, tan importantes para el Papa, esas grandes personas que le han echo un pasillo de honor, esos amigos que le han dado el último abrazo? Un grupo de pobres, presos, transexuales y migrantes.

Los que no querían a Francisco habrán encontrado aquí un motivo más para descalificarle. Los que le querían habrán visto ahí un gesto que, si bien no es el resumen de su pontificado, es una de sus insistencias fundamentales: su cercanía a pobres y marginados, su misericordia con todos, su acogida de quiénes más necesitan amor y cuidado. Porque cuando se dice que Dios ama preferentemente a los pobres, no es porque sean más buenos ni más santos; los ama preferentemente porque están más necesitados de su amor. Y el amor, aunque es universal, mira atentamente a los últimos.

La homilía del cardenal Giovanni Battista Re en la misa funeral por el Papa me ha parecido acertada y oportuna. Ha recordado las grandes preocupaciones pastorales del difunto, así como los rasgos más característicos de su carácter: su deseo de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad; su espontaneidad y su manera informal de dirigirse a todos; su gran calidez humana, su sensibilidad hacia a los dramas actuales. El primado de la evangelización, ha dicho el cardenal Re, fue la guía de su pontificado, difundiendo con una clara impronta misionera la alegría del Evangelio. El hilo conductor de su misión fue la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas abiertas. El Papa, añadió, elevó su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, porque la guerra es una derrota para todos y siempre deja el mundo peor de lo que estaba.

En suma, dijo el Cardenal Re, se trata de construir puentes y no muros. Palabras que, sin duda, iban dirigidas a los poderosos políticos que allí estaban y, probablemente, a los cardenales electores que le escuchaban. La homilía terminó recordando unas palabras que el Papa solía dirigir a la gente: “no se olviden de rezar por mi”. No lo ha dicho el Cardenal, pero lo digo yo, Francisco alguna vez añadía: “pero recen a favor”, no sé si queriendo recordar que Dios solo escucha las oraciones “a favor”, porque la oración “en contra” condena a quién la hace y, por eso, Dios la rechaza. Y ahora vuelvo a lo añadido por el Cardenal: ha pedido a Francisco que, desde el cielo, rece por nosotros y bendiga a la Iglesia y al mundo.

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24
Abr
2025
Especulaciones sobre el nuevo Papa
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capillasixtina

El lunes de Pascua murió Francisco. La noticia de su muerte fue portada, con grandes titulares, de los periódicos del día siguiente. Y, junto con la noticia de su muerte, también, en la mayoría de las primeras páginas, con caracteres destacados, se especulaba sobre quién podía ser su sucesor. El asunto del sucesor interesa. De hecho, mucha gente me ha preguntado quién pienso yo que saldrá elegido en el próximo Cónclave. Dudo que la mayoría de esas personas tengan suficiente información sobre los cardenales para poder hacer una valoración adecuada. Los periódicos sí que hacen valoraciones, algunas condicionadas por su línea editorial.

No hablemos de lo que se dice en redes sociales y algunos blogs que pululan por la red, en los que hay de todo, como no podía ser de otra forma, aunque en algunos casos lo que hay es falta de respeto con el Papa difunto. Y lo digo de una forma elegante. Y cuando hacen pronósticos sobre el nuevo Papa, me temo que confunden sus deseos con la realidad. Eso dejando aparte que atribuyen a sus candidatos ideas en las que seguramente ellos no se reconocerían. Hasta las casas de juego hacen lo que no tiene nada de cristiano, a saber, apuestas sobre quién será el nuevo Papa.

Estoy convencido de que el elegido continuará la línea de su predecesor, con algunas características propias. Es lo que ha ocurrido con todos los Papas. Ninguno descalifica a su antecesor. Todos dicen continuarlo. No quiero arriesgarme a hacer pronósticos, pero aún así aventuro que una de las primeras decisiones del nuevo Papa va a ser continuar con el Sínodo y, por supuesto, dejar claro que el año jubilar continúa con el ritmo ya empezado. Porque en la Iglesia no hay rupturas. Hay estilos distintos, en función de las personas, como es lógico y normal. Pero lo fundamental permanece.

En vez de especulaciones sobre quién será el nuevo Papa, lo que ahora toca es dar gracias por la vida y el magisterio de Francisco, convencidos de que Dios guía a su Iglesia y, con sus fallos y deficiencias, porque está formada por seres humanos frágiles y pecadores (empezando por el Papa), la sostiene para que siga anunciando a las personas de cada época y lugar la buena nueva del Evangelio de Cristo. La referencia de los cristianos no es una ideología, sino un hombre de carne y hueso, con sus manías, un pobre hombre vestido de blanco, pobre en relación con Aquel del que es Vicario, pobre como esos pobres hombres que somos nosotros, pero signo viviente del Verbo que se ha hecho uno de nosotros.

La elección de los últimos Papas (sobre todo de Juan Pablo II y Francisco) fue una sorpresa. Es posible que en esta elección tengamos otra. Y un asunto más: una cosa son los cardenales con derecho a voto, y otra los que están en condiciones de desplazarse a Roma, que serán algunos menos. Y a propósito de esos cardenales que no podrán estar en el Cónclave, ¿qué es lo que preocupa a algunos? Si están en uno u otro bando, según sus clasificaciones políticas, trasplantadas al ámbito eclesial. ¡Penoso! Todo muy penoso.

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21
Abr
2025
La Iglesia está de luto
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Papa Francisco rezando

Tras doce años de un intenso pontificado, que no ha dejado a nadie indiferente, ha fallecido Francisco. Es un buen momento para dar gracias a Dios por este Papa, que ha abierto puertas y caminos que, sin duda, marcarán la vida de la Iglesia en los próximos años. Hay puertas que, una vez abiertas, es difícil cerrar. Y caminos que indican una dirección que quizás el Papa fallecido no ha podido recorrer como hubiera deseado, pero que están ahí invitando a otros a recorrerlos.

Todos los Papas han tenido sus admiradores y sus críticos. Puesto que el presente nos marca más que el pasado, pudiera parecer que tanto los admiradores como los críticos de Francisco han hecho más ruido que los de los Papas anteriores. No creo que sea así. Ocurre que hoy, con las redes sociales, las noticias, a veces falsas, se difunden muy rápido y con mucho griterío. Juan XXIII también fue, a la vez, admirado y criticado. Se le calificó como el “Papa bueno”, pero también se dijo que se necesitarían, al menos, cien años, para arreglar el estropicio que había supuesto el Concilio Vaticano II.

Francisco ha sido un buen continuador de ese concilio, consciente de que ya no estamos en los años 60 del siglo pasado, sino en nuevos tiempos, con nuevos problemas, o con los problemas de siempre agudizados: inmigración, pobreza, desigualdades, guerra. El Papa tomó partido desde el primer momento, recordando que el evangelio es buena noticia para todos, pero que los pobres son sus destinatarios privilegiados y que, al atenderles a ellos, estamos atendiendo a Cristo mismo.

Dos palabras podrían caracterizar a este pontificado: encuentro y misericordia. Encuentro con Dios, por supuesto, y encuentro con cada ser humano, que es sacramento de Dios, en su concreta realidad de dificultad. Encuentro sobre todo con los alejados, para dejarles muy claro que las puertas de la Iglesia están abiertas para ellos. Esto supone acogida, hospitalidad, escucha atenta. Y abrazar a las personas con misericordia. Misericordia que también hay que aplicar a la hora de administrar los sacramentos, el de la reconciliación por supuesto. Pero también los otros sacramentos: porque la iglesia, como dijo el Papa, no es una aduana de control, sino una casa de puertas abiertas.

¿Quedan cosas por hacer? Naturalmente. Pero este Papa ha logrado una cosa: abrir caminos de diálogo, abrir puertas para que se pueda escuchar a todos. Hoy se puede hablar con normalidad de una serie de temas que antes parecían tabú: papel de la mujer en la Iglesia y su presencia en puestos de gobierno, necesidad de superar el clericalismo, ministerios laicales, buscar soluciones realistas ante la falta de sacerdotes, acoger a aquellas y aquellos que se sienten excluidos y no comprendidos por su situación humana o familiar, necesidad de una curia vaticana en la que lo decisivo sea el servicio. Seguramente muchas cuestiones que hoy están en el candelero necesitan madurar todavía y hacer sus pruebas. Sigue siendo importante que nos escuchemos unos a otros, que podamos hablar sin necesidad de descalificarnos. La sinodalidad es lo propio de la Iglesia. Posiblemente el gran testamento de Francisco haya sido el Sínodo de la sinodalidad.

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20
Abr
2025
Dios ha dado la razón a Jesús
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pascua2025

No es la cruz lo que explica la vida, las palabras y obras de Jesús de Nazaret. Es la vida, las palabras y las obras de Jesús lo que explica que terminara crucificado, condenado por las autoridades religiosas y civiles, ante la indiferencia del pueblo. Lo que fue la vida de Jesús es lo que explica su muerte. Tampoco es la resurrección de Jesús lo que explica su vida, sus palabras y obras. Lo que fue la vida y la muerte de Jesús es lo que permite comprender lo que pudo ocurrir tras su muerte. La vida de Jesús estuvo marcada por una idea de Dios, un Dios que ama en toda circunstancia, busca la oveja perdida, acoge a los pecadores, se solidariza con pobres y enfermos, se enfrenta a prácticas religiosas que abruman al ser humano. Lo que pudo ocurrir tras su muerte es una consecuencia de lo que Dios es, del Dios que le habitaba y que él anunciaba.

En aquel ambiente cultural y religioso, del que participaban también las y los discípulos de Jesús, hablar de resurrección de un muerto no tenía que sorprender demasiado. Pues bastantes corrientes teológicas de la época creían en la resurrección de los muertos. Pero las mujeres y los apóstoles no anunciaron simplemente la resurrección de Jesús, sino que a “este Jesús” Dios la había resucitado: “a este Jesús Nazareno, al que vosotros habéis crucificado, Dios le ha resucitado de entre los muertos”. A este que vosotros habéis rechazado y condenado, Dios le ha dado la razón, resucitándolo de entre los muertos. Lo sorprendente no era el hecho de una resurrección. Lo sorprendente era que Dios, al resucitar a Jesús, daba la razón a Jesús, se la quitaba a sus asesinos y se acreditaba como el Dios que Jesús había anunciado.

Los discípulos vivieron la muerte de Jesús como un fracaso y una derrota. Aquel en el que habían creído, en quién habían visto realizadas sus esperanzas, aquel que se había puesto al lado de los humildes para entregarles a Dios, un Dios que descalificaba al que anunciaban los escribas, los sacerdotes y los doctores de la ley, había perdido, había sido vencido. Quizás Dios era como decían los más fuertes, los que había matado a Jesús, puesto que siempre ganaban. La esperanza de las seguidoras y los seguidores de Jesús había muerto. En la medida en que Jesús se había identificado con una cierta idea de Dios, su muerte era la muerte de esta idea de Dios.

Pero de pronto experimentaron que estaba vivo. Entonces comprendieron del todo a su persona y a su mensaje. Y tuvieron el valor de anunciar que, si estaba vivo, eso significaba que su mensaje era el bueno, que Dios le había dado la razón, que las autoridades se habían equivocado. Y, por tanto, su camino era el que Dios aprobaba. Y que, en su seguimiento, era posible hacer que Dios se hiciera presente en quienes le seguían. Y si Dios se hacía presente en ellos, entonces era posible, en otras circunstancias, hacer presente a Dios en quienes les escuchaban. En otras circunstancias, claro, porque Jesús ya no estaba en la tierra. Estaba con Dios. Pero desde allí seguía animando a los suyos, infundiéndoles su Espíritu, acompañándoles en la misión. El Reino de Dios había llegado con Jesús y llegaba con todos los que se identificaban con Jesús.

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17
Abr
2025
Dios abraza a los verdugos de Jesús
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Cruzabraza

El himno de la liturgia de las horas, titulado: “¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!”, termina con este verso: “Tú, solo entre los árboles, crecido, / para tender a Cristo en tu regazo; / tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo, / de Dios con los verdugos del Ungido.

Resulta cuando menos llamativo que el himno diga que la cruz en la que Cristo fue clavado es, ni más ni menos, que “el abrazo de Dios con los verdugos del Ungido”, o sea, de su Hijo. Jesús, en la cruz, por tanto, lejos de condenar a sus enemigos, les abraza. El abrazo es uno de los mejores signos del amor; el abrazo es acogida, es perdón, es unión. Jesús crucificado ama a quienes le crucifican y este amor revela el amor de Dios hacia todos los seres humanos, incluso hacia quienes se diría, según nuestros juicios humanos, que menos se lo merecen. Dios rompe todos los esquemas.

El evangelista Lucas deja claro que en la cruz en la que Cristo es martirizado hay un desbordamiento de amor. En el momento de morir Jesús responde al odio con amor (Ef 2,16: “dio en sí mismo muerte al odio”), ama a sus enemigos, hasta el punto de que no solo les perdona, sino que les justifica, ofrece una buena razón al Padre para que les perdone, manifestando la fuerza y el poder de un amor capaz de justificar a sus enemigos: “perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Se diría que Jesús se convierte en el abogado defensor de los que lo asesinan.

San Gregorio Magno dice que Jesús “fue el único entre todos los hombres que pudo presentar a Dios súplicas inocentes, porque hasta en medio de los dolores de la pasión rogó por sus perseguidores… ¿Qué es lo que puede decirse o pensarse de más puro en una oración que alcanzar la misericordia para aquellos mismos de los que se está recibiendo el dolor?”. Gregorio llega a decir que esta sangre es “la demanda de justicia de nuestro Redentor”, una justicia que se manifiesta en forma de perdón, y citando un texto de la carta a los Hebreos que dice que la sangre de Jesús habla mejor que la de Abel, escribe: “De la sangre de Abel se había dicho: La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra. Pero la sangre de Jesús es más elocuente que la de Abel, porque la sangre de Abel pedía la muerte de su hermano fratricida, mientras que la sangre del Señor imploró la vida para sus perseguidores”.

¡No hay adjetivos que puedan describir un amor como el de Jesús! Es imposible amar más. Solo en un amor como este puede estar la salvación del mundo. Se trata de un amor incondicional, un amor a pesar de todos los pesares. En la muerte de Jesús está la fuerza que vence al mundo y el pecado del mundo (cf. 1 Jn 2,2). De ahí que bien puede decirse que Jesús derrama su sangre en la cruz para el perdón de todos los pecados: “en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres” (2 Cor 5,19).

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