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Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Ene
2019

Magos de Oriente o universalidad del Evangelio

5 comentarios
magoscon

La fiesta de la Epifanía, popularmente conocida como fiesta de los Reyes Magos, es un símbolo de la universalidad del Evangelio. Las tradiciones populares asociadas a esta fiesta quizás pudieran integrarse en el simbolismo auténtico de la fiesta: hacer regalos para que los receptores sean felices, y más aún, si los que se llenan de felicidad son los pequeños, puede ser un buen signo de un amor que busca el bien y la felicidad de los demás. Pero no hay que olvidar que la búsqueda de bien para los otros no es del todo auténtica si se restringe a aquellos con los que me siento más identificado. Porque esos con los que me siento identificado son una prolongación de mi mismo. El amor se universaliza cuando va más allá de las propias prolongaciones para alcanzar al “otro”, al “diferente”, incluso al desconocido.

Los Magos son una retroproyección de algo que sólo ocurrirá después de la resurrección de Cristo, a saber, que el evangelio será acogido por los no judíos, en línea con la última recomendación de Jesús a sus discípulos: “id al mundo entero, anunciad el evangelio a todas las gentes, no sólo en Jerusalén, sino también hasta los confines de la tierra”. Los Magos son aquellos que vienen de los confines de la tierra a adorar al niño, los magos son los extraños al pueblo judío, los que no son de la raza del niño, los alejados. También para ellos ha nacido el hijo de María. Y también a ellos debe llegar la buena noticia del Evangelio.

La fiesta de los Magos de Oriente (digo magos, porque eso de que fueran reyes es un invento que no está en los Evangelios canónicos) puede ser un buen recordatorio de que en Cristo Jesús “ya no hay judíos ni griegos”, ya no hay diferencias nacionales, ni sociales, ni raciales. Si somos de Cristo Jesús debemos acoger a los que nos resultan “extraños” como si fueran míos, porque en realidad lo son, son mis hermanos en Cristo si están bautizados, y mis hermanos “hijos del mismo Padre”, si no lo están, aunque es posible que ellos no lo sientan así.

Eso es algo más, mucho más que un hermoso discurso que a la salida de la Iglesia no tiene mayores consecuencias. Si con su Encarnación el Hijo de Dios se ha unido con todos los seres humanos, entonces, deberíamos dejar de decir que sólo somos hijos de Dios los cristianos, o que sólo tenemos derechos los de una determinada nacionalidad, o tantas cosas por el estilo que nos separan a los unos de los otros.

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Vicente Vilarroig
4 de enero de 2019 a las 20:00

A propósito de la exposición de hoy, oí decir a un párroco en una homilía que las personas bautizadas son hijos de Dios y los que no lo están no se deben considerar hijos, sino criaturas de Dios.
¿Cuál es tu criterio?.

Martín Gelabert
4 de enero de 2019 a las 21:07

Los documentos de la Iglesia consideran que Dios es Padre de todos. Ver, por ejemplo, el Decreto "Nostra aetate" del Vaticano II, número 5. O el Catecismo de la Iglesia Católica, números 172 y 239; o también Ef 4,6. Si es Padre de todos será que todos son sus hijos. Y, por mi parte, ahí se acaba esta cuestión.

Paula de la P. Garcia Lara
4 de enero de 2019 a las 22:14

Me parece muy acertado el comentario sobre los Reyes Magos, para mi tienen una gran connotación y todo lo que se encuentra reflejado en los evangelios contienen un simbolismo que inspira al discernimiento para entender la misión salvifica de aquellos que se encuentran con Jesus o que el sale al encuentro? .
Ahora bien, siempre he tenido la duda con los magos ¿eran los seguidores de Saratrusta?

J. Garcia
5 de enero de 2019 a las 13:33

Considerar al "otro" como hermano, nos recuerda Jesús, parece ser un llamado evangélico. "¿Quiénes son mi madre, mis hermanos..? El se considera hijo del Padre y nos llama a todos hermanos suyos, porque lo somos: nacemos en el seno de una familia particular, pero pertenecemos a la gran familia universal de los hijos de Dios. Y como tales debemos comportarnos: posiblemente sea tarea de toda una vida. El Padre bueno no está satisfecho con la buena presencia y los servicios del hijo mayor: hace una gran fiesta cuando regresa el menor. Y nos espera a todos en su Reino.

Sor María Ángeles
5 de enero de 2019 a las 20:10

Siempre el peligro de fondo de instrumentalizar a Jesucristo, ya sea por motivos religiosos, culturales, económicos, patrióticos. El caso, es hacer decir a Jesucristo lo gestado según nuestros intereses, obviamente impecables e inmaculados.
Jesucristo, permítaseme la expresión: Es un grano en el culo, para todas las componendas que montamos, por más de guante blanco que sean.
Se encarnó, se hizo hombre para TODOS los hombres. Es cuestión de acogerlo. Cuestión de nuestra libertad, no de un a priori rastrero que contiene xenofobias, discrimaciones culturales, sexuales proyectadas en el Dios de Jesús que hace salir el sol sobre buenos y malos.
Gracias Martín por ser predicador de la Verdad...no hay otro camino para seguir y ayudar a seguir al que se definió como CAMINO, VERDAD y VIDA.
Siempre hay historia de salvación para el hombre.
EPIFANÍA!

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