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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

29
Ago
2011

Luz para una generación perversa

4 comentarios

Al final de su sermón, Pedro, el día de Pentecostés, exhortaba a sus oyentes con estas palabras: “escapad de esta generación perversa” (Hech 2,40). Y el apóstol Pablo decía a los filipenses que vivían “en medio de una generación perversa y depravada” (Flp 2,15). Eso de pensar que el mundo está corrompido, que esta sociedad es perversa, que nunca hemos estado peor, es casi tan antiguo como la historia. Como sólo vemos el presente, pensamos que otros tiempos fueron mejores y que, en los nuestros, hemos llegado al “no va más” de la corrupción. Recuerdo, a modo de ejemplo, que cuando se aprobó la ley del divorcio en España, los obispos de entonces gritaron alarmados que eso era el comienzo de la destrucción del país. Es arriesgado utilizar adjetivos superlativos para calificar una situación, porque corremos el riesgo de que la realidad los desmienta, y además porque cuando luego vengan situaciones peores, ya no encontraremos palabras originales para calificarlas.
 

Todos los tiempos son ambiguos. Tienen cosas buenas y malas. Hoy hay muchas cosas buenas: mayor sensibilidad democrática, mayor deseo de paz, una mejor comprensión del diferente, leyes sociales más justas e igualitarias; se ha prolongado la esperanza de vida, los niños están más protegidos, muchos se preocupan por los necesitados cercanos y lejanos. También hoy hay muchas cosas malas. Algunos parece que se complacen en exagerarlas. No ven más que lo malo. A veces, algunos cristianos parecen pensar que denunciar lo mal que está todo es el mejor modo de evangelizar. En mi opinión se equivocan. Porque el mejor modo de llegar a alguien y de decirle una palabra que tenga posibilidades de ser escuchada no es comenzando por criticarle, sino buscando algún aspecto o lado bueno por el que poder entrarle. Y luego porque la oscuridad no desaparece cuando se la critica, sino cuando se la ilumina. En este sentido Jesús dice que los suyos son “luz del mundo”, no crítica del mundo. Y el texto de san Pablo a los efesios, que antes he citado, exhorta a los cristianos a ser lumbreras en medio de esta sociedad.
 

La única sociedad que hay es la que tenemos. No vale lamentarse: “si tuviéramos otro gobierno, otras leyes, otra televisión, entonces sería fácil evangelizar”. El testimonio hay que darlo en la realidad que hay, no en la que desearíamos que hubiera. Porque la que desearíamos no existe. Y la que hay se evangeliza siendo luz, no a base de lamentos, gritos, beligerancia o criticas.

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signo: el de Jonás.
29 de agosto de 2011 a las 10:17

Ya lo anuncia Jesús : " a esta generación "perversa" no se le dará otro signo que el de Jonás.La perversión ha estado presente en la historia de la humanidad ya desde Caín y Abel. Todos llevamos un Caín y un Abel dentro. El trigo y la cizaña crecen juntas. Cuestión de ritmo. Cada uno tiene su momento para recibir el mensaje de salvación. Para arremangarse y trabajar por el Reino. Necesario el respeto mutuo. Aprender a vivir respetar y aprender del otro . Su diferencia me enriquece. Dios nos creo diversos no uniformes. respeta nuestra libertad.Y a imagen y semejanza de Él, debemos hacer lo mismo. Aunque haya que contar hasta diez,ante la impertinente inmadurez que ha veces se cruza por el camino. ¿ Qué cual es el signo de Jonás ?. Abre la Biblia,encuentra el texto y regalate un tiempo de oración. De nada.

javier langarita
29 de agosto de 2011 a las 11:53

Ya hemos tenido otro gobierno, otra y única televisión, educación confesional, etc, etc. y desde el punto de vista pastoral los resultados, visto lo visto han sido más bien exiguos.
Hay que estar en la frontera y superar la mayor herejía que padece la iglesia del siglo XXI, a mi modo de ver, la emocional. Su reacción el nihilismo en un extremo y el fanatismo - incluso católico- en el otro.

Juanjo
29 de agosto de 2011 a las 13:47

Quizá una buena actitud ante la evangelización sea la humildad. El saberse limitado. En toda comunicación existe toda una serie de factores que determinan la credibilidad del mensaje. Se capta de inmediato cuando alguien habla desde la prepotencia de creer saberlo casi todo, de estar instalado en la más absoluta verdad, de evangelizar creyendo que uno es un redentor de "almas extraviadas". Creo necesario "mirar al otro". Comprender que no tiene mis mismos paradigmas y que perfectamente puede rechazar mi mensaje. Cada hombre es un ser extremadamente complejo. Por eso es posible que no lo pueda nunca "convencer de nada". Y en ese caso no deba hacerlo. Solo ser bueno con él. Cambiar mi ortodoxia en ortoprexis. "Tuve hambre y me disteis de comer"

Mercedes
29 de agosto de 2011 a las 16:17

No me considero fanática , pero cuando veo en la consulta a las mujeres que deciden abortar sencillamente porque no son capaces de asumir que su hijo es un síndrome de Down , la fibra emocional se me altera y aunque me contengo , no soy capaz de animarlas ni de consolarlas como posiblemente ellas esperan .

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