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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Dic
2006

La trascendencia de unas babuchas blancas

6 comentarios
Me escribe una amiga invitándome e inspirándome para que diga una palabra sobre la imagen de Benedicto XVI con sus pies descalzos, en babuchas blancas, en su minuto de silencio en la Mezquita en Turquía, mirando a la Meca. Una imagen, añade mi interlocutora, que dice mucho en el diálogo interreligioso y en otras cuestiones.

Pues sí, dice mucho en el diálogo interreligioso. La escena trae a la memoria otra del Antiguo Testamento, esa en la que se le dice a Moisés: “quita las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es suelo sagrado” (Ex 3,5). El Papa estaba reconociendo la santidad de la Mezquita. Primero porque toda la tierra es santa. Pero sobre todo porque la Mezquita es lugar de oración, de encuentro con Dios. Y toda oración, si es auténtica, se prolonga en el amor al prójimo. Por eso Jesús estaba en contra de aquellos que convertían la casa de Dios en lugar de bandidaje. Bandidos son los que roban, bandidos son los que incitan al desamor porque nos roban el amor.

También dice mucho sobre otras cuestiones. Por ejemplo: en occidente el poder se equipara al “pisar fuerte”. Los pies descalzos pueden ser un signo del poder del amor, un poder desarmado. Por eso el amor es vulnerable y puede acabar crucificado. Los pies descalzos del Papa bien pudieran simbolizar esos hermosos pies del mensajero que anuncia la paz.
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MPUG
5 de diciembre de 2006 a las 01:15

Los pies descalzos... una imagen muy estilada para significar: oración, seguimiento, fragilidad,humildad, envío,... Sin embargo, viene a mi mente la cantidad de niños pobres que caminan descalzos predicando que hace falta que el amor se traduzca en obras concretas. Que el uso correcto de las riquzas lleven a forjar una sociedad mas justa.
Los niños, que corren con los piez descalzos, felices y sonrientes, ante una muestra de cariño y cercanía, con los ojos grandes y sedientos de todo... son mensajeros de que ellos, los pobres son los destinatarios del Reino.
El Santo Padre reconoce la santidad del suelo que piza porque le pone en contacto con Dios, y se descalza. Los pobres también nos ponen en contacto con Dios, por tanto ante ellos también debemos desccalzarnos.

Juan
5 de diciembre de 2006 a las 05:14

Qué bien lo dices, Fr. Martín: "toda la tierra es santa". Por eso hay que descalzarse
para conectar con nuestro origen y nuestro destino final. Dios el mundo y los hombres:
es apropiado que el hombre se descalce ante la presencia del mundo y de Dios; no para
honor de los orientales ni occidentales, sino para alabanza del Dios de todos.
El papa hizo un buen papel en Turquía: creo que debemos estar orgullosos. Gracias, Martín.

JMValderas
5 de diciembre de 2006 a las 10:28

Querido Martín El gesto del Pontífice evoca múltiples aspectos sobre el lugar de culto, el desprendimiento y el diálogo, con hechos, interreligioso. Todo lugar y todo tiempo es santo. Hay, no obstante, en el Antiguo Testamento manifestaciones de la presencia de Dios en determinados lugares de modo preeminente (fuentes, montes), que el Señor relativiza en su diálogo con la Samaritana. Lo mismo que no faltan textos sobre los pies y las sandalias ("al salir de la ciudad, limpiaos el polvo..." porque no habían querido oírles). Lo expones muy bien. Con todo, alguno hubiera esperado algo más que una salida airosa a propósito del diálogo interreligioso. ¿En qué debe consistir, cuáles son los términos de encuentro, primero, de reflexión conjunta luego y de difusión del evangelio, que es la auténtica esencia de todo testimonio cristiano? No creo que baste con calzarse las babuchas en las mezquitas o calarse el kipá en la sinagoga. Hubo otros aspectos de interés: el Papa se mantuvo respetuoso sin dar en ningún momento señal de aquiescencia ante lo que no debía: de pie, recogido. Aunque santo el lugar, como todos, no era un templo. Habrá a buen seguro nuevas ocasiones para explicitar los contenidos del diálogo interreligioso.

caminante
6 de diciembre de 2006 a las 11:04

Sr. Valderas: En el Silencio orante, ¿ hay aquiescencia? ¿ Con qué oración cree usted que el Papa no debía ser aquiescente ¿ Realmente piensa que el Papa solo mantuvo un cortés y diplomático silencio ? La expresión de su rostro era de profundidad orante.
¿ No cree que la oración del Papa en un templo -lugar de oración, y una mezquita lo es-, una mezquita, es un profundo signo de dialogo interreligioso? ¿ No muestra el Papa,-Silencio,pies desnudos en blancas y flexibles babuchas blancas- la necesidad de expandir la oración, mas allá de nuestros rocosos templos, a toda tierra, que es santa? ¿ Que otra expresión es la expansión del evangelio, sino la Comun-unión por medio de la oración con toda, repito, toda persona de cualquier raza, cultura, religión ? ¿ No fué precisamente ese el mensaje, la expansión evangélica de Jesús de Nazaret, predicador itinerante, por los caminos de la Vida?
Sr. Valderas ¿ ha pensado en editar su propio blog? No tendría necesidad de ir siempre "a la contra", o poniendo los puntos sobre casi todas las "ies".
Quien no tiene miedo a perder sus señas de identidad, puede caminar descalzo, como mensajero que anuncia la paz.
Felicidades P. Gelabert, por la fresca brisa de su palabra.

lola
6 de diciembre de 2006 a las 14:45

lo que me parece mas importante es el ponerte en el lugar del otro, para empezar cualquier dialogo,no puedes por empezar con tus convicciones ni us ideas, en cualquier sitio puede estar y de hecho esta parte de la verdad.
Me encanta la imagen por el hecho de ponerte en la piel del otro estudiando ecumensimo me encanto la frase:"nadie juzque a otro sin haber andado al menos una milla con sus zapatos", y eso sirve para cualqierfceta de la vida...vamos a mirar mas a los otros, tal vez asi veamos sus necesidades y podamos cumplir lo que Jesus enseño

andres
6 de diciembre de 2006 a las 20:56

"En el ámbito del diálogo interreligioso la divina Providencia me permitió cumplir, casi al final de mi viaje, un gesto que en un primer momento no estaba previsto y que se reveló sumamente significativo: la visita a la Mezquita Azul de Estambul. Permaneciendo unos minutos en recogimiento en ese lugar de oración me dirigí al único Señor del cielo y de la tierra, Padre misericordioso de toda la humanidad. ¡Que todos los creyentes puedan reconocerse como criaturas y dar testimonio de auténtica fraternidad!"
Benedicto XVI. zenit.org

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