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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

16
Mar
2014

El silencio de José

14 comentarios

Los textos evangélicos no reproducen una sola palabra de José, el esposo de María. Se diría que presentan la figura de un hombre silencioso. Hay muchos tipos de silencio. Está el silencio de los muertos o el del que no tiene nada que decir, porque su vida está vacía. Está el silencio lleno de tristeza del desamparado, que sufre, llora y ha perdido toda esperanza. Está el silencio tenso que se establece cuando dos personas que no se aman se ven obligadas a estar en un mismo lugar. Está el silencio respetuoso ante un enfermo o ante una desgracia; el silencio lleno de amor que trasluce la mirada de los que se quieren. Y está el silencio del que escucha atentamente lo que el amado tiene que decirle. Sin duda, este último silencio es el que mejor caracteriza a José de Nazaret. Los Evangelios lo presentan como un hombre siempre presto a escuchar la voz de Dios que habla a través de los acontecimientos de su vida y de la vida de aquellos que le han sido encomendados.

El silencio de José no tiene nada de ingenuo, no es el silencio del que no se entera o no quiere complicarse la vida. Porque José sí se entera: se entera de que su esposa está embarazada; se entera de que el niño está en peligro y, por eso, se lo lleva a Egipto; se entera de que su hijo se ha perdido y, por eso, lo busca. Y como se entera, tiene miedo. No un miedo que paraliza, sino un miedo inquietante, que le impulsa a buscar soluciones respetuosas con su esposa y le mueve a tomar decisiones valientes, como la de emigrar en busca de un porvenir mejor. José se arriesga como resultado de una reflexión, hecha posible gracias a un silencio que escucha, valora y discierne.

En este mundo nuestro el silencio no abunda. Hay personas permanentemente pegadas a unos auriculares. No sabemos escuchar. El mundo está lleno de ruido y de furor. Sobran gritos sin sentido y palabras altisonantes. Necesitamos espacios de paz, silencios que no condenen y permitan el reencuentro. Cierto, ante muchas injusticias se necesita una palabra fuerte y profética. Pero otras veces las palabras descalificadoras aumentan la distancia entre pueblos y personas. Jesús, el hijo de José, en la cruz, guardaba silencio ante el insulto y no profería amenazas. A veces, políticos y eclesiásticos pierden una buena ocasión para callarse. Y en las relaciones interpersonales, el silencio ha sido, más de una vez, el comienzo de una reconciliación. Mi madre solía recordar el dicho de una amiga suya: “nunca me he arrepentido de haberme callado”.

La carta de Santiago recomienda ser diligentes para escuchar y tardos para hablar (1,19), puesto que la verdadera sabiduría no se demuestra a base de palabrería, sino con “obras hechas con dulzura” (3,13). En esto San José es todo un ejemplo. Su tarea de custodio de María y de Jesús es un modelo de humanidad que invita a todos a ser custodios unos de otros, a protegernos mutuamente.

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CRISÓSTOMO
16 de marzo de 2014 a las 12:27

FELIZ II DOMINGO DE CUARESMA FRAY MARTÍN! QUE SAN JOSÉ NOS CUSTODIE BIEN Y PODAMOS VIVIR EN LA ALEGRIA DEL EVANGELIO en oración silenciosa y contemplativa.
¡Y A TODOS LOS LECTORES TAMBIÉN FELIZ DOMINGO!

oasis
16 de marzo de 2014 a las 13:31

Gracias Gray Martín, por este perfil que nos dibuja de José, tan alejado del José melifluo, solo objeto de devociones pías y fiestas del ruido por antonomasia.
José esperó contra toda esperanza, supo leer en profundidad los retos a los que Dios le llamaba. En la vida hay personas sólidas, de una pieza, cabal, se decía antes. Personas en las que confiar para afrontar las dificultades de la vida. María y Jesús encontraron en José el amor profundo,silencio que les envuelve, abierto al Infinito. Dinamizador de su vida familiar . Silencio de presencia elocuente. Silencio que armoniza el espacio en el que la Palabra acampa.

Felicidades a quienes han sido llamadas/os a la vida contemplativa en la festividad de su patrono S. José. Testigos de Silencio y Escucha. Necesarios como el pan de cada día.

fe de errata
16 de marzo de 2014 a las 15:11


fray, no gray.

Disculpe Fray Martín

Oscar P.
16 de marzo de 2014 a las 20:57

Su referencia a la carta de Santiago, me ha recordado que entre los hijos de José y los hermanos de Jesús había un Santiago. Gracias por sus reflexiones, siempre interesantes.

Pepe E.
16 de marzo de 2014 a las 21:00


No terminamos de creer que las cosas de Dios están escondidas para los sabios y entendidos. Juan de la Cruz dice que" Este no saber, sabiendo,
es de tanto alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás lo pueden vencer."

mar
17 de marzo de 2014 a las 16:49

El silencio se hizo carne.
La primera cumbre se llama Nazaret. Aquí el silencio se hizo carne y habito entre nosotros;y ningún vecino de la aldea logro captar ni el mínimo destello de su resplandor.¿Tal vez quiso darnos una enorme lección sobre la eficacia de la ineficacia, sobre la utilidad de la inutilidad.
Gracias Fray Martín.

vicente
18 de marzo de 2014 a las 13:55

hizo lo que Dios le dijo/ eso es obediencia de la fe.

Mildred Alemán.
19 de marzo de 2022 a las 04:58

Bello ejemplo nos da San José. Pidamos que imitándolo, escuchemos también la voz del Amado.
Siempre será mejor guardar un silencio prudente.

Valero
19 de marzo de 2022 a las 09:17

"En el mucho hablar no faltará pecado" dice el libro de la Sabiduría refiriéndose a la charlatanería del fatuo, del que se cree mejor y no escucha al otro, porque no es humilde. Mucha gente necesita ser escuchada y acogida y si el amor a Jesucristo no nos lleva a eso es que algo falla. Gracias Martín por tu palabra siempre certera.

Rosa d Lima
19 de marzo de 2022 a las 12:46

En el silencio de San José se nos muestra como debemos escuchar; a Dios se le "oye" en y desde el corazón.

Nuria Vilalta
20 de marzo de 2022 a las 17:35

El silencio, esta lleno de sabiduría.

Mercedes
19 de marzo de 2024 a las 16:39

El silencio de José , habla . Y su gran amor se expresa a través de él. 🙏🏼❤️👏🏼

Mario Humberto López
20 de marzo de 2024 a las 01:39

Genial como siempre el padre Martin. Tendría que hacer una sincera reflexión y hacer un alto en el camino para escuchar al hermano necesitado, escuchar en el silencio de mi corazón y atender al que necesita ayuda. En este tiempo de reflexión, de conversión, debo aprender a guardar silencio. Pido al Espiritu Santo me conceda esa Gracia, así como al Sr. San José me la conceda.

Valero
20 de marzo de 2024 a las 08:50

Como dice el libro de los Proverbios "en el mucho hablar, no faltará pecado". Me he dado cuenta de la gente tiene necesidad de ser escuchada, así, en cuanto ven que estás dispuesto ha hacerlo, te buscan, te llaman, desean estar contigo. En esos caso, comprendo que mi misión es estar en un silencio receptivo que se pone en el lugar del otro. Es una gracia que el Señor me ha concedido porque tengo que decir, que a mí, como al que más, me gusta escucharme y que escuchen.

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