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Ecología: responsables de hoy y de mañana
3 comentariosLa cuestión ecológica es mucho más que una preocupación por el equilibrio y la belleza de la naturaleza. La ecología tiene serias repercusiones humanas. ¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Será un mundo habitable, en el que habrá suficiente comida para todos? ¿Será un mundo en el que habrá espacios sanos para todos? Estamos consumiendo recursos limitados, que no son sólo nuestros, también son de las generaciones futuras. Pero nosotros nos estamos quedando con ellos, sin pensar en los que vendrán después. El criterio de nuestra actuación es el egoísmo puro y duro.
La ecología no es sólo un asunto que afecta al futuro. Ahora mismo estas preguntas están plenamente vigentes: ¿por qué las casas de los ricos están afincadas en lugares sanos y seguros, mientras que los pobres deben vivir en viviendas miserables y en lugares insalubres? ¿Por qué cuando hay un terremoto en Japón las consecuencias son mínimas mientras que un terremoto similar en Perú o en Filipinas produce muertes sin fin? ¿Por qué cuando se desborda el rio Paraguay los asentamientos que hay en sus márgenes quedan totalmente destrozados, mientras otros pueden vivir en lujosos palacios, también construidos al lado del agua, pero con una seguridad, limpieza y protección adecuadas?
Ahora mismo, el uso de los recursos y la contaminación del ambiente ya está afectando a los pobres directamente, y los ricos sacan provecho de este hecho vendiendo productos que alivian muy parcialmente los males que ellos mismos han provocado. No estamos hablando sólo del futuro de nuestros hijos, estamos hablando del presente de nuestros hermanos. Porque si todos somos hijos de Dios, entonces todos somos hermanos, “miembros unos de otros” (Ef 4,25).
No es extraño que el Papa Francisco insista en la necesidad de un cambio de paradigma, de nuevas políticas y nuevos modos de hacer funcionar la economía, si queremos encontrar caminos de esperanza y de futuro para la humanidad. No se trata de que la técnica sea mala. Al contrario, la técnica puede ser un modo de colaborar en el proyecto creador de Dios. Pero la técnica tiene sus límites. Más aún: puesta al servicio del poder, sus efectos pueden ser desastrosos. Como dice Francisco “nunca la humanidad tuvo tanto poder, y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien… ¿En manos de quién está y puede llegar a estar tanto poder?”.
El aumento del poder debe ir acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores y conciencia. Y ahí, precisamente ahí, es dónde debería manifestarse el compromiso cristiano en pro de una nueva economía y, por supuesto, ahí debería incidir la predicación y la catequesis que se imparte desde nuestras parroquias.