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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Dic
2006

De nuevo vendrá con gloria

6 comentarios
Bastantes cristianos ignoran que la primera parte del adviento tiene una dimensión eminentemente escatológica. No está dedicada a preparar el misterio de Navidad, sino a celebrar un importante artículo del Credo, el que dice que el Señor de nuevo vendrá con gloria, al final de los tiempos, para juzgar a vivos y muertos. La primera parte del adviento no se refiere al pasado, sino al futuro; no celebra lo ya acontecido, sino lo que vendrá. Recordar el pasado a veces produce nostalgia. Esperar, con esperanza cierta, un futuro de plenitud debería dar una mayor calidad a la vida.

¿Qué interés tiene este artículo de la fe? Mucho. Según lo que esperamos y a quien esperamos, así vivimos. Quien espera, aún en medio de muchos dolores, la curación de una enfermedad, vive con mucha más alegría que quien, sin sufrir tanto, sabe que con su enfermedad tiene los días contados. Quien espera la pronta liberación, aún en medio de sufrimientos e incomodidades, vive con más alegría que quien sólo espera la muerte.

Por otra parte, cuando el Señor venga glorioso quedará clara la verdad de todas las cosas. Quedará claro que lo único que tiene futuro es el amor, la verdad, la justicia. Y que el odio, la guerra y el mal no tienen ningún futuro. Quedará claro quien es ese que vino humildemente, al que se podía rechazar, porque no quería ni podía imponerse. Cuando el Señor venga glorioso triunfará definitivamente el bien. En este sentido, los cristianos tenemos la clave de lo que vale y de lo que no vale. ¡Qué pena perder el tiempo por lo que no vale!
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silente
2 de diciembre de 2006 a las 18:12

Gracias Martín, por iluminar con la alegría de la Gloria escatológica, este tiempo de Adviento que hoy iniciamos,que os deseo lleno de Gracia, Esperanza en el Amor..y vacío de nuestros propios egos, conscientes del nacimiento continuo del Hijo en la "chispa" de nuestra alma. Un saludo orante.

P
3 de diciembre de 2006 a las 00:02


¿Es metáfora o sencilla realidad? ¿Hay un "final de los tiempos" o sólo el final de mi tiempo personal? Decimos "ven Señor Jesús" y es verdad que vemos a El en la gente, en la bondad, la gente que se da, la gente que necesita y suscitan la donación de los demás, Cristo viene.
Y al final de los tiempos tendremos que tener esta esperanza, para alzar la cabeza y buscarle a El que viene, porque si no es así, ¿cómo podremos vivirlo? Pero dime, si puedes,¿dónde termina la metafora? y ¿dónde empieza la sencilla realidad?

Martín Gelabert
3 de diciembre de 2006 a las 01:05

En el dominio de dominicos.org hay un consultorio religioso que se puede y debe utilizar. Pero, bueno, sin que sirva de precedente, explico en pocas palabras lo que requeriría mucho más espacio: hay un final para cada uno, que ocurre en el momento de nuestra muerte. Los cristianos creemos que se trata de un “final de etapa” que coincide con el encuentro con Cristo glorioso. Pero mientras tanto, muchos otros se han quedado atrás y otros vendrán a este mundo. Por eso, la Iglesia cree que, al final de los tiempos, todo será recapitulado en Cristo, y Dios será todo en todos. O sea, la realidad que todo lo determina. De modo que el verdadero sujeto de la escatología es la Iglesia y no sólo cada individuo. No es metáfora, aunque puede expresarse a base de imágenes y con un lenguaje teológico más o menos acertado.

P
4 de diciembre de 2006 a las 00:11

Gracias, P. Gelabert.

Makarios
4 de diciembre de 2006 a las 14:25

No, no lo tenemos claro los cristianos. Nos preparamos para la venida de Cristo, pero solo pensamos en su navidad, algo que sucedió hace 2000 años, más o menos para no ofender a historicistas, y que no volverá a suceder. Realmente estamos esperando y clamando por el regreso del Señor, y eso nos da miedo. Preferimos utilizar una especie de eufemismo y pensar en Belén en lugar de en el final.
Sabemos que Cristo, el amigo, regresará y nos atemoriza. Pide que alcemos la vista y nos alegremos al verlo, pero casi siempre la bajamos y nos asustamos. Ayer, en la homilía dominical, el celebrante dijo algo terrorífico: El reino de Dios llega con la muerte; para entrar en él es necesario morir.
Casi lamento que no permitan tacos, porque tengo uno en la cabeza: ¿Cómo podemos aterrorizar a las gentes con esta amenaza? ¿Para que nos vamos a esforzar en mejorar este mundo si el Reino de Dios queda en el otro?, ¿No será mejor, como otrora hicieran los cátaros, despreciar la vida y amar la muerte pues, total, el Reino está al otro lado?¿Acaso con esto no estamos relativizando de tal manera nuestra vida y nuestra misión cristiana en ella haciéndola absurda, inane, y puede que estúpida?
Cierto que perdemos el tiempo en lo que no vale. Claro que lo hacemos y, por qué no si la verdad, el amor y la justicia están en el lado inalcanzable.
A lo peor soy estúpido, pero yo espero que el Reino de Cristo esté,llegué y sea una realidad en este lado de la vida y por ello debo luchar. Un abrazo

Milón
4 de diciembre de 2006 a las 16:57

El Adviento comienza por el final, apuntando hacia la Segunda Venida gloriosa de Cristo, para acabar preparándonos a la celebración de su Priemera Venida, en la humildad y ambigüedad de la carne. ¿El tiempo al revés? Sí,y es que el cristianismo es paradógico, porque el final es el auténtico principio y, porque para gozarnos de él,debamos, mientras tanto, esforzarnos por descubrir al Dios majestuoso camuflado en las pobreza de tantos seres humanos abajados. Gracias Martín por ayudarnos a pensar nuestra fe.

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