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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
Dic
2011

Todo era bueno y el humano muy bueno

7 comentarios

Hay una frase, que recorre todo el capítulo primero del libro del Génesis, que narra la obra creadora. Una frase que se repite seis veces y no tiene más que una palabra, introducida por dos puntos. Esta frase es: ¡bueno!. Este es el epílogo de cada día de la creación, la afirmación de la existencia buena de la criatura. Dios llama buena a su propia obra. El la ha hecho. Es buena. Dios, el único sujeto creador, al afirmar la bondad de las cosas, las independiza, las libera. Creadas por Dios, son buenas por sí mismas. Cuando los humanos hacemos algo, una pintura, una casa, dejamos nuestra marca, la huella de nuestra personalidad en lo que hacemos. Pero cuando Dios crea, lo hecho tiene su propia consistencia. Por esto queda como expulsado del ámbito de lo divino. Este es uno de los posibles sentidos teológicos del plural de lo creado: las aguas, las luminarias, las hierbas, los animales. Para la mitología antigua, el Sol y la Luna, en singular, parecen únicos en su especie y son individualizados como personas divinas. En el relato del Génesis se convierten en luminarias y este género plural las introduce en el mundo de lo creado.

Pero de pronto ocurre un cambio en el hablar de Dios. Para su último acto creador, Yahvé dice: Hagamos a un ser humano. Hagamos. Cuando se trataba de crear el resto de las cosas, el Génesis se expresaba de forma impersonal: Dijo Dios. Pero ahora, por primera vez, ya no se habla del Creador, sino que el Creador habla. En vez del ello, un yo. Y más que un yo, un tú en el que el yo se dice a sí mismo: hagamos. Antes se contaba lo que el Creador hacía. Ahora la frase cobra un sentido personal. Es un yo que habla en plural: hagamos. Eso no significa ningún yo fuera de él. Es el plural de la majestad absoluta: un yo que habla consigo y que únicamente puede hablar consigo. Y al tomar Yahvé la palabra personalmente, aparece una persona que no necesita estar mediada por el género, alguien que ya no es creado “según su especie”. Por eso no es plural, porque siendo muchos, cada uno es único e irrepetible. Cada uno es singular, con su propio nombre, a imagen de Dios.

Dios mira por última vez lo que ha creado. Y ahora resulta… muy bueno. Dios compara. Se supera. Hay un ámbito que se afirma diferentemente: “muy” (bueno), o sea, de un nivel superior a todo lo demás. Algo en la creación apunta más allá de la creación.

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Juanjo
8 de diciembre de 2011 a las 10:51

Me parece oportuno señalar que el contexto histórico, da la clave para entender ciertos aspectos del magnífico texto.
Supongo que cualquiera, con una mínima cultura bíblica sabrá que este fragmento es quizá de lo último que se escribió del Pentateuco, quizá sobre el s VI a.C. (tradición Sacerdotal P) por tanto durante el exilio de Babilonia y en una época de fuerte crisis y desconcierto cuando casi ya el pueblo judío se disponía a aceptar la religión babilónica. En un principio parecería paradójico elaborar este himno o poema en un ambiente de desconfianza hacia Dios, haciéndolo responsable de todos los males sufridos. Estaría escrito por tanto desde la más profunda desesperanza. Situación de extremo pesimismo.
Pero en el pueblo de Israel siempre ha habido sabios que han captado la verdadera esencia de Dios e intentaron descargar a Dios de toda responsabilidad respecto a la injusticia, a su propio exilio y al mal en el mundo. Lo que pretendieron es quizá recalcar la bondad incondicional de Dios, su total gratuidad y libertad creadora.
Este poema debió ser una autentica catequesis para un pueblo derrotado, despojado de sus instituciones, sin su templo, ni Ley, y forzado a aceptar otra religión. Un auténtico himno de resistencia a mantener firme la fe en el verdadero Dios de Israel.
Siempre me pareció extraordinario la mención a las lumbreras que alumbran el mundo. Esta palabra “Lumbrera” que única y exclusivamente se usaba en el hebreo de la época para nombrar el fuego encendido en el templo que representaba la presencia de Yavé, ahora ya no es una presencia localizada, ya no hay Templo de Jerusalén, sino que la “lumbrera” está en todo el universo, es decir captan la universalidad de la presencia de Dios, Dios está en todo el mundo donde haya un hombre capaz de reconocerlo.

Oscar
8 de diciembre de 2011 a las 13:51

No sé si lo que voy a decir tiene mucho sentido. Pero yo veo un paralelismo entre la Inmaculada y la situación muy buena del primer hombre en el momento de la creación. Dios crea un ser sin pecado. Ahí estaría el paralelismo. La inmaculada sería entonces la imagen de la voluntad original de Dios: ser santos y sin pecado en su presencia.

Cuestión
10 de diciembre de 2011 a las 12:00

Dos cosas, simplemente P. Gelabert.

En primer lugar, el "hagamos" para el `Elohim de Gn 1,26, siendo de la tradición P, creo que es más acertado según los especialistas lo comentado por Gesenius o Schmidt, pues siendo la tradición P monoteísta, fuertemente monoteísta, se trataría no tanto de un trasfondo politeísta (aunque quizás sí en su origen), sino más bien de un plural deliberativo o consultivo, como el de Gn 3,22; 11,7; Jb 1,6; Jer 23,18.22; y otros.

En segundo lugar, permítame no ver dónde, en qué versículo, tras hacer Dios al hombre, dice "muy bien". No es así exactamente, es más, esto aparece en el versículo 31, pero no se refiere al ser humano, sino "vio TODO cuanto había hecho, y he aquí que estaba muy bien". Como usted sabrá es un cierre redaccional del capítulo 1 en su conjunto, que sirve de colofón al estado caótico del versículo 1º, donde se habla de "yermo, vacío, tinieblas". En definitiva, se refiere al "ordo", o plan de Dios Creador, que en todo lo creado lo ve, ya conclusivamente, y al ser humano junto con la totalidad, como "muy bueno". No a uno de sus partes, aunque sea la que ha creado a imagen suya.

Martín Gelabert
10 de diciembre de 2011 a las 14:16

La primera de las dos cuestiones de "cuestión" va en línea con lo que digo en el post: "Eso no significa ningún yo fuera de él. Es el plural de la majestad absoluta: un yo que habla consigo y que únicamente puede hablar consigo". Respecto a la segunda cuestión estoy de acuerdo con que el texto se presta a esta lectura que usted dice. Aunque también me parece posible decir que el "muy" sólo aparece una vez creado el ser humano. Sólo entonces se puede decir "muy".

Jorge
21 de diciembre de 2011 a las 17:41

Hola padre, referente a este artículo quisiera hacer un consulta, cuando el texto en Génesis 1, 26 dice:”Hagamos”, este “hagamos”, ¿no podríamos tomarlo como una prefiguración (si puede llamarserle así) de la Santisima Trinidad?, digo esto por que también en Jn 1, 1-4 encuentro cierto paraleslismo con Génesis 1,26. ¡Muchas bendiciones!

Martín Gelabert
21 de diciembre de 2011 a las 18:13

Para Jorge: Cierto, los escritores cristianos primitivos interpretaron el "hagamos" como una prefiguración de la Trinidad. Pero hoy la exégesis no considera que esta lectura sea buena. De todos modos, este plural puede recibir distintas lecturas y podría recibir una lectura simbólica, a la luz del Nuevo Testamento, yendo, eso sí, más allá de la exégesis literal del libro del Génesis.

Jorge
21 de diciembre de 2011 a las 22:51

Muchas gracias padre, por su gentileza y le felicito por su articulos.

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