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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Ene
2011

Paradojas del amor cristiano

2 comentarios

Los días 18 y 19 de enero voy a dar un mini-cursillo intensivo en el Centro Arrupe de Valencia. Lo han titulado “paradojas del amor cristiano”. Les adelanto el programa, por si estimula su propia reflexión. Una paradoja es algo así como una idea, frase, expresión llamativa, que choca con lo que se considera verdadero o con la opinión general. Un recurso para llamar la atención sobre alguna situación aparentemente extraña o contradictoria. La paradoja estimula la reflexión y revela la complejidad de la realidad. Me parece que en el amor cristiano aparecen, al menos, estas cuatro paradojas:

1.- Que el amor cristiano sea un mandamiento. Se diría que el amor no se manda, pues brota espontáneamente.

2.- Que el primer mandamiento mande amar a Dios. Se diría que Dios, como soberano señor que es, debe ser adorado, obedecido, temido, respetado. Pero que no es posible amarle, debido a la infinita distancia que hay entre Dios y el ser humano. El amor supone igualdad entre los que se aman. Entre Dios y el hombre reina la máxima desigualdad.

3.- Que el segundo mandamiento, en boca de Jesús, sea semejante al primero. De nuevo topamos con la dificultad anterior. No es posible equiparar a Dios y al ser humano. Suponiendo que sea posible amar a Dios (segunda paradoja) igualar el amor al prójimo con el amor a Dios, parece blasfemo, pues o bien eleva al prójimo al nivel de Dios, o bien rebaja a Dios al nivel del prójimo.

4.- Que se mande amar al enemigo. Eso parece imposible y un atentado contra el sentido común. El enemigo no puede ser amado. Es odiado y temido. En todo caso, el enemigo siempre resulta peligroso y, por tanto, lo mejor es alejarse de él.

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Bernardo
12 de enero de 2011 a las 19:53

Se abre el apetito con los epígrafes. En fin, que disfruten tus oyentes de tu buen hacer. Yo recuerdo aquello de de Lubac "paradoja y misterio de la Iglesia". En el fondo, lo paradójico es que Dios mismo se nos haya dado en la realidad humana, es algo que nos supera y no podemos asumir. Los dioses griegos eran más "normales", envidiosos, irascibles, vengativos... más humanos en definitiva. Pero el Dios cristiano, el Padre amoroso, es un Dios paradójico y así ha de ser su Amor, paradójico.

Antonio Maqueda
12 de enero de 2011 a las 21:48

Me encanta, ojalá no estuviera al otro lado del ¿país, estado, nación, España? Bueno, que ojalá pudiera estar ahí. Me tendré que conformar con releer despacito Vivir en el amor, del que tanto aprendí. Un abrazo, amado profesor y hermano

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