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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

12
Nov
2008

En la raiz de toda bienaventuranza

1 comentarios

Hay tantas ganas de ser feliz; de salir de la opresión, la pobreza, el hambre; tantas ganas de que se acaben las guerras, que las personas solemos ilusionarnos ante lo que nos parecen intentos mediadamente serios de solución de los males que nos acosan. Eso ha quedado patente ante la euforia mundial que ha despertado la elección del nuevo Presidente de los Estados Unidos. Y, sin embargo, es dudoso que Obama termine con el hambre, las guerras o la pobreza. Porque no tiene ninguna varita mágica. Y a él, como a todos los políticos, le interesa ante todo el poder. Otra cosa es que haya modos distintos de ejercer el poder y que los ciudadanos debemos elegir a los políticos que consideramos más aptos.

Digo esto porque, si bien podemos esperar y desear políticas mejores, los cristianos hemos de tener claro que la felicidad no vendrá de esas políticas. La raíz de la felicidad está en el amor. Las bienaventuranzas de Jesús son modos de vivir en el amor: Felices los pobres movidos por el Espíritu Santo, que es el Amor de Dios derramado en nuestros corazones; felices los que tienen hambre, porque Dios les ama y por eso se ocupa de ellos, y quiere que sean saciados con bienes temporales y espirituales; felices los mansos, los que no son iracundos, los que saben tratar con dulzura a sus semejantes, los abiertos al perdón, los que no se dejan llevar por el afán de venganza que procura la cólera; felices los que construyen la paz.

En quien primero se realizan estas bienaventuranzas es en Jesús. Su vida y su palabra son la prueba de que pueden llevarse a cabo. No son una utopía irrealizable, sino algo perfectamente alcanzable en este mundo si se ponen las condiciones necesarias para ello. Por eso, las bienaventuranzas se convierten en una permanente tarea. Tarea precedida de un don que la hace posible. El don de la vida de Jesús y el don del Espíritu Santo, que nos hace capaces de amar. Nos facilita hacer el bien. Así, para el cristiano, hacer el bien no es una tarea pesada, sino la espontaneidad de una vida nueva.

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marcelino
12 de noviembre de 2008 a las 14:52

Que bonito. Gracias. Sin palabras, las palabras sobran solo las obras.

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