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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Abr
2021

El amor da el conocimiento verdadero

4 comentarios
pastorovejas

Conocer, al menos en el sentido en que la Biblia utiliza este verbo, no es sólo tener buena información. En la Biblia, conocer es tener relaciones íntimas y personales, que suponen una entrega sin reservas: “conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín” (Gen 4,1). Así se comprende la respuesta de María cuando el ángel le anuncia que va a dar a luz un hijo: “¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?” (Lc 1,34). María no ha tenido relaciones conyugales con José, por eso todavía no le “conoce”. ¿Y qué decir del sentido profundo de la frase de Jn 10,14-15, que aparece en el evangelio del cuarto domingo de Pascua: “conozco mis ovejas, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre” y, por eso, “doy mi vida por las ovejas”?

Jesús nos ama con un amor similar al que tiene por el Padre, por tanto, con un amor indescriptible, puro, profundo, incondicional, seguro. El mismo amor que Jesús tiene por el Padre y el Padre por Jesús, es el que tiene por cada uno de los que le siguen. Es imposible describir un amor más grande. Un amor así está siempre dispuesto a dar la vida por el amado. Y, en lo que se refiere a nuestro conocimiento de Jesús resucitado, hay que decir claramente que sólo desde el amor podemos conocerle; y sólo si le amamos, se nos da a conocer: “me daré a conocer al que me ama” (Jn 14,21). Solo el amor da el conocimiento verdadero.

Al texto de Jn 10,15, San Gregorio Magno le saca un partido complementario, pues entiende la caridad de Jesús para con las ovejas como la mejor prueba y manifestación de su amor al Padre: “Dice el Señor: igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente: la prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre”.

En la segunda lectura de la Eucaristía de este domingo también aparece el verbo conocer: el mundo no conoce a los creyentes porque no ha conocido al Padre. En efecto, conocer a los creyentes es saber que son hijos de Dios. Y sólo conociendo al Padre se conoce a los hijos. Por eso, el mundo que no conoce a Dios no está en condiciones de conocer la realidad más profunda y constituyente de los hijos de Dios. Sólo puede conocerlos superficialmente. En el mejor de los casos puede pensar que “esos creyentes, esos que van a la Iglesia, parecen buenas personas”. Pero sólo conociendo la razón profunda de la bondad se conoce bien a la persona bondadosa. Y la razón de la bondad de los creyentes es que han recibido el mismo Espíritu del Amor que los hace hijos de Dios, que es Amor.

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Loreto
24 de abril de 2021 a las 11:49

"Para mejorar nuestro conocimiento debemos aprender menos y contemplar más."
René Descartes
Gracias, por ayudar a seguir buscando.

Hormias
25 de abril de 2021 a las 08:16

Ser humildes y amar a los demás nos ayudará a caminar por el mundo.. Feliz dis de san marcos

Juanjo
25 de abril de 2021 a las 20:27

Ciertamente del verbo “conocer” (ginôskô) tiene un profundo sentido bíblico, “es crear relaciones de amor entre personas, en sentido intelectual y afectivo” por eso, tal y como se ha hecho notar ya varias veces en este mismo blog, el amor más adecuado, es aquel en el que se da la reciprocidad. Por eso no es simplemente que Dios nos conozca y nos ame, (¡que ya es!) sino como sigue diciendo el texto (y mis ovejas, esto es, mis amigos, me conocen).

José Ramón Martínez H.
26 de abril de 2021 a las 22:02

Comentario sencillo, pero, abarca detalles que son medulares para poder entender el conocimiento del amor verdadero. Así lo he entendido.

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