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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

7
Sep
2015

Cuando libertad y necesidad coinciden

3 comentarios

Cuando libertad y necesidad coinciden es cuando hay verdadera libertad. Es importante comprender esta paradoja si queremos entender la relación entre gracia y libertad. Relación entre gracia y libertad es lo mismo que relación entre Dios y el ser humano. No se trata de dos realidades que puedan sumarse o restarse. Entendidas así, lo que le quitamos a uno se lo tenemos que dar al otro. Se trata de que la gracia hace posible la libertad. Por eso, cuanto más se deja uno invadir por la gracia y el amor divinos, más libre y más sí mismo es.

Libertad no es exactamente libre albedrío, o sea, posibilidad de elegir entre distintas cosas. Cuando puedo plantearme optar entre diversos caminos, eso solo demuestra la poca importancia de tales caminos. Pues el que ha encontrado el camino importante, el único importante, el único que hace feliz, no se plantea elegir otra cosa. Elige el único camino, pero lo elige libremente. Necesidad y libertad coinciden. Cuando estás locamente enamorado, eliges libremente, pero eliges sólo a uno. No hay elección entre dos, no te planteas buscar a otro, tu opción es el amado o la amada.

Los santos, en el cielo, no pueden elegir el mal. Y, sin embargo, son libres. “Si solo es libre el que puede elegir entre el bien y el mal, entonces Dios no es libre, pues no puede querer el mal” (San Agustín). Cuando uno ha elegido el bien, ya no quiere elegir otra cosa, cualquier otra hipótesis le parece imposible. Y sin embargo es libre, porque se adhiere al bien con toda su voluntad. En Dios, su libertad es su amor subsistente. Esta será la libertad del hombre cuando vea a Dios. Por eso, la esencia de la libertad consiste en dejarse mover por la gracia.

El objetivo de la libertad es la liberación, es decir, la realización plena del ser humano, de forma que cuando uno ha encontrado su camino, se siente definitivamente liberado y al mismo tiempo necesitado de seguirlo, y cualquier otra propuesta le parece inútil y la rechaza libremente, aunque se presente como apetecible: “en el orden intelectual, el contenido de la libertad es la verdad, es ella la que nos hace libres” (Kierkegaard). Y en el orden moral, el contenido de la libertad es el bien; el bien que nos llena, nos satisface y nos hace felices.

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Wilson Rodríguez
9 de septiembre de 2015 a las 04:00

Este huevo tiene dos yemas.En filosofía lo necesario se define como "lo que es, y no puede no ser". Al hablar de libertad ocurre el paradigma de la esclavitud: por el pecado somos esclavos de la muerte.Esto es,no podemos amar si Jesucristo vencedor de la muerte, no nos ha dado de su espíritu en nosotros.!Qué precariedad! Lo que es imposible para el hombre es posible para El Eterno. Hilo conductor de la Palabra de Dios. Yo no quisiera escribir más, es más necesario encontrarse con Jesucristo en la historia con base en la oración y la fe,sin apartarse de la comunidad.Estoy en crisis: O me vive el Yo, o me vive la Gracia. Martín Buber, el filósofo del diálogo dirá: Cuando uno se encuentra con el ser, no dice yo, sinó Tú.Y todo lo demás vive bajo esa luz". El Tú lo dirá San Pablo, teniendo otra realidad de qué gloriarse, no quiero saber otra cosa que Cristo y éste crucificado, que dió su vida y se entregó por mí". Allí libertad y necesidad coinciden-.Jesucristo es el Tú vivo de Dios.Evito explicarme demasiado, este punto final implica, no desagrado, sino comunión.

Angel Plaza-Martin
9 de septiembre de 2015 a las 20:42

El artículo me parece muy bello, un poco difícil para mí, pero bello.
Es curioso que en la sociedad occidental actual se defina la libertad por la posibilidad de elegir continuamente, es decir, nunca elegir nada que nos comprometa: ropa de temporada, amigos según las situaciones vitales, experiencias sexuales cada fin de semana, e incluso parejas según vaya surgiendo. Vivimos en una vorágine de actividades, compras y experiencias que al final nos esclavizan. Hay varias generaciones de adultos que creen haberse instalado en una suerte de adolescencia eterna.
Encontrar ese camino interior de libertad que creo entrever en el artículo está prácticamente vedado para los hombres y mujeres de Occidente en este momento de la Historia. Los medios de comunicación nos llenan la mente de un torrente de ideas para crearnos necesidades falsas que nos atan al consumismo de objetos y servicios, muchos de ellos innecesarios. Se intentan crear dependencias: a la televisión, a los móviles, a las redes sociales, etc. para permitir abrir nuevos canales de compra. Toda experiencia humana ha de ser una transacción económica y si no lo es, será reprimida por la cultura imperante. Los hombres y mujeres vagan solos por esos centros comerciales creyendo haber alcanzado la libertad y la modernidad. El amor es un servicio para quien se lo pueda pagar. Y el bien ha sido sustituido por un “buenismo” cínico.
Sé que mi análisis es poco esperanzador, me viene a la cabeza la cita del Evangelio: “ Mirándolo Jesús, dijo: ¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.…” Si nos creemos satisfechos, si creemos tener todo lo que los pobres del mundo (esos emigrantes que se matan por llegar a Europa) desean y ansían, ¿Cómo nos vamos a preocupar de buscar un camino interior? ¿Cómo vamos a valorar algo que es “gracia” y está disponible para todos?
Saludos Angel

Anónimo
11 de septiembre de 2015 a las 11:22

De nuevo recurre a sus palabras Dr. Gelabert: "la esencia de la libertad consiste en dejarse mover por la Gracia". Efectivamnete, y si los intelectuales existencialistas descubrian que la interioridad del ser hamano es apasionada y que es alli donde las verdades le son inspiradas, los humanistas descubrieron que a parte de verdades para ser libres necesitabamos justicia. Una justicia que si bien se entiende siempre en el campo normativo, deberia de trascender un poco más y abarcar ese digno territorio en el que nuestra libertad empieza donde termina la del otro. Encadenando libertades y rotando en el entorno de la Gracia, es seguro que no nos abandonara el cristianismo. JC.Kiros

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