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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

20
Jul
2023
Jornada mundial de abuelos y mayores
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jornadamayores

El Papa Francisco instituyó hace dos años la jornada mundial de los abuelos y de los mayores, que desde entonces se celebra en toda la Iglesia el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos maternos de Jesús. El tema de esta jornada es: “su misericordia se extiende de generación en generación”. Es un tema que nos recuerda el encuentro de María con su anciana pariente Isabel. Tras escuchar el saludo de Isabel: “bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”, María responde con un cántico de alabanza en el que proclama que la misericordia del Señor se extiende de generación en generación.

El Papa, en su mensaje con motivo de esta jornada, nota la cercanía de fechas entre esta jornada de los abuelos y la jornada mundial de la juventud que se celebrará a principios de agosto en Lisboa. Esta cercanía de fechas nos invita a reflexionar sobre la relación y cercanía que debe haber entre jóvenes y mayores. Dice el Papa: “Dios desea que los jóvenes alegren el corazón de los ancianos, y que adquieran sabiduría de sus vivencias. Pero, sobre todo, el Señor desea que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos a los márgenes de la vida, como por desgracia sucede frecuentemente”. ¡Cuánta razón tiene el Papa! Sucede frecuentemente, y no solo con los ancianos, sino con los enfermos y con todas aquellas personas que ya no nos resultan útiles o que consideramos un estorbo para nuestros proyectos, que los relegamos, los marginamos, los minusvaloramos.

El Papa invita a los jóvenes a realizar gestos concretos para abrazar a los abuelos y a los ancianos. E invita a los jóvenes que se están preparando para ir a Lisboa a que antes de ponerse en camino vayan a encontrar a sus abuelos o hagan una visita a un anciano que esté solo. Sin olvidar, añado yo, que las personas mayores no sólo necesitan ser visitadas. Necesitan ser escuchadas. En esas personas sucede con frecuencia que la capacidad de hacerse oír no es proporcional a las necesidades que tienen. De ahí la importancia de descubrir, debajo de muchos silencios, los gritos que no se hacen oír.

Los mayores, en nuestras familias e instituciones, nos han legado un pasado necesario sobre el que construimos el presente y el futuro. Seamos a no conscientes, todo lo que tenemos lo hemos recibido. No reconocer la herencia recibida es propio de personas prepotentes que piensan que, gracias a ellos todo funciona bien y que, antes de ellos, todo era malo. Recordar y agradecer lo recibido es recordar que no todo depende de las propias capacidades y ser consciente de lo mucho que nos necesitamos unos a otros. En nuestras familias y en nuestras instituciones, los mayores no son el pasado. En todo caso son el presente sobre el que se cimienta el porvenir. Si no cuidamos nuestro presente tampoco tendremos ningún futuro.

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15
Jul
2023
Santo Tomás de Aquino, 700 años
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Aquinocanonización

El 18 de julio de 1323, el Papa Juan XXII canonizaba a Tomás de Aquino. Se cumplen, por tanto, 700 años de esta canonización. Los elogios que santo Tomás ha recibido a lo largo de la historia son muchos. El Papa de que lo canonizó, haciendo referencia a su obra más famosa, la Suma de Teología, dijo estas palabras: “tantos milagros como artículos”. La Suma tiene más de 3.000 artículos.

Uno de los títulos que mejor resumen los elogios recibidos por parte del Magisterio de la Iglesia, indicativo de su extraordinaria labor teológica y del amplio reconocimiento que ha merecido, es el de doctor común, “a causa de la claridad de su doctrina, que trasciende, tanto en filosofía como en teología y en cualquier otra materia, la de todos los doctores modernos”, según indica Pío XI en la encíclica que escribió con motivo del sexto centenario de su canonización.  Si Tomás de Aquino es el doctor común de la Iglesia católica, eso significa que no es patrimonio de nadie, que es un bien de todos y que pertenece a todos. Eso no quita que también sea una gloria de la Orden de Santo Domingo.

Lo mejor que hoy podemos hacer con la doctrina de Santo Tomás no es repetirla materialmente, sino seguir sus grandes intuiciones, buscar el modo de aplicarlas a la situación actual y tomarle como modelo de buen hacer teológico. Seguir hoy a santo Tomás no es repetir sus soluciones, sino hacer teología, como él hacia, teniendo en cuenta las necesidades del mundo actual y respondiendo a las dudas y dificultades que hoy se le plantean a la fe. La gran pretensión de santo Tomás era buscar y encontrar la verdad, buscando descubrirla incluso en quienes no pensaban como él. Su teología era una teología en diálogo, abierta a los grandes interrogantes de la humanidad.

Un aspecto de su vida de piedad que vale la pena destacar era su gran amor a la eucaristía. El himno, Pange lingua, que todavía se sigue cantando hoy, fue escrito por nuestro santo para la festividad del Corpus Christi. Su estrofa mas famosa es la última, que empieza con las palabras tantum ergo: veneremos, postrados, a tan gran sacramento; y que la fe supla la incapacidad de los sentidos. Según su biógrafo, Guillermo de Tocco, estando en su lecho de muerte, el abad del monasterio de Fossanova entró para llevarle el viático y, al verlo, pronunció estas palabras: “Yo te recibo, precio de mi salvación, por cuyo amor he estudiado, velado y trabajado; te he predicado y enseñado; confío al juicio de la santa iglesia romana lo que he enseñado o escrito sobre el sacramento del Cuerpo de Cristo y los otros sacramentos”.

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10
Jul
2023
Con este Papa, de sorpresa en sorpresa
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consistorio

Después del nombramiento del nuevo Prefecto para la doctrina de la fe, nombramiento que ha suscitado todo tipo de reacciones, desgraciadamente muchas de ellas negativas y, lo que es peor, insultantes, el Papa ha anunciado un próximo consistorio para la creación de nuevos cardenales. Lo que está pasando con Monseñor Víctor Manuel Fernández me parece lamentable. Porque precisamente los que se auto declaran y auto consideran más católicos que ninguno, son los que rompen la comunión con el Papa, no sólo manifestando su desacuerdo (cosa que puede ser legítima y comprensible), sino a base de descalificaciones personales que, en ocasiones, rayan el insulto. Era de esperar que en breve el Papa nombrase cardenal al nuevo prefecto de la fe. Cosa normal, por otra parte. Porque hubiera sido casi inconcebible que el importante cargo que ocupa no fuera ejercido por un cardenal.

Dígase lo mismo del Arzobispo de Madrid. Es normal que sea nombrado cardenal, puesto que se trata de un cargo relevante de la Iglesia española. Junto al arzobispo de Madrid, el Papa ha nombrado a tres españoles más: Fernando Vérgez Alzaga, presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, Ángel Fernández Artime, rector mayor de los salesianos y Francisco Javier Bustillo, obispo de Ajaccio (Francia). Son 21 los nuevos cardenales; 16 de ellos electores. Entre estos últimos hay 5 religiosos (2 jesuitas, un agustino, un franciscano y un salesiano), 2 argentinos y un obispo auxiliar (de Lisboa). Son una buena representación de la universalidad de la Iglesia, como ha sido habitual en este tipo de nombramientos papales: hay un cardenal de Sudáfrica, uno de Malasia, otro de Sudán del Sur, Tanzania y China.

Si no hay fallecimientos, después del consistorio del próximo 30 de septiembre, habrá 138 cardenales electores. Pablo VI determinó que el número máximo de electores fuera de 120. Supongo que, si al convocarse el cónclave electoral fueran más los electores, participarían todos. La principal función de un cardenal es precisamente esa, la de participar en la elección del Obispo de Roma. Aunque para un cardenal y para todo cristiano, su principal función es la de ser un buen seguidor de Jesús.

Actualmente el colegio cardenalicio tiene dos ventajas, más marcadas que en tiempos pasados: su universalidad, cosa que ha recalcado Francisco al leer la lista de los nuevos purpurados. Ellos representan el amor misericordioso de Dios a todos los pueblos de la tierra. Otra ventaja es la experiencia pastoral que tienen la mayoría. Como en todo, siempre es posible encontrar desventajas, por ejemplo, la falta de conocimiento mutuo. A través de estas y otras mediaciones humanas, Dios conduce a su Iglesia. “El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido” (Hech 15,28) es una famosa frase de una carta que escribió la Iglesia de Jerusalén a la de Antioquía. El Espíritu siempre actúa a través del nosotros. Del “nosotros”, o sea de la sinodalidad. Cuanta más sinodalidad más Espíritu.

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6
Jul
2023
La fe, dato antropológico antes que religioso
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arbolatraviesasol

Fe no es solo creer lo que no vemos; es también el medio para alcanzar lo real. Al hombre moderno le resulta difícil comprender que hay formas de alcanzar la realidad que no son las experimentables. Y, sin embargo, la fe como modo de alcanzar lo real, no es única ni primeramente una idea religiosa. De hecho, es un dato antropológico que hace posible la vida, aunque no seamos conscientes de ello.

Importa notar esta dimensión antropológica de la fe, previa a su aplicación religiosa, porque en algunos ambientes se tiende a considerar la fe como signo de inmadurez, como una ilusión alienante, irracional, infantil y anticientífica. Esta es la idea que hay que superar y para ello nada mejor que mostrar que la fe es una dimensión permanente de la vida. Hay cosas, fundamentales para la madurez y equilibrio psicológico, que uno no puede saber por sí mismo; sólo puede saberlas si se fía de otro: ¿cómo puedo saber que determinado hombre es mi padre?  Teófilo de Antioquía, un escritor del siglo II, decía: “¿Es que no sabes que la fe va delante de todas las cosas? Pues, ¿qué labrador puede cosechar, si primero no confía la semilla a la tierra? ¿O quién puede atravesar el mar, si primero no confía en la embarcación y el piloto? ¿Qué enfermo puede curarse, si primero no se confía al médico? ¿Qué arte o ciencia puede nadie aprender, si primero no se entrega y confía al maestro?”

Por otra parte, la fe favorece el progreso de la ciencia. La creencia juega tan gran papel en la ciencia como en casi todos los otros sectores de la actividad humana. Los niños en la escuela aprenden porque se fían del maestro, y así avanzan en el saber. Y las ciencias progresan porque los investigadores no parten de cero, sino que aceptan y creen las conclusiones a las que otros han llegado. Cierto, en estas conclusiones puede haber vacíos o errores, pero el remedio no se encuentra en el rechazo de la creencia, pues esto sería volver al primitivismo, sino en realizar una opción crítica y así favorecer el progreso.

Finalmente, la fe hace posible la comunicación, nos abre al otro en lo que tiene de indisponible, permite el acceso a lo oculto de su ser. Por muchos análisis bio-psicológicos a que sometamos a una persona, no podemos conocer su intimidad más que si entre los dos se abre una corriente de confianza y de simpatía. El conocimiento de lo que una persona es y tiene en su intimidad personal, de aquello que es más auténticamente suyo y que nadie puede conocer si ella no lo ofrece, no puede ser alcanzado sino mediante el don de sí y la fe. La fe humana, pues, hace posible la convivencia y la comunicación. La única manera de establecer relaciones con alguien, un hombre o un dios si lo hubiera, es mediante la confianza y la aceptación mutua. Este es el comportamiento más normal, más humano que podamos imaginar.

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2
Jul
2023
Nuevo prefecto de la fe: proponer y no condenar
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dicasteriofe

Estoy convencido que algunas noticias sobre “política eclesial” que aparecen en los portales de internet y en el resto de medios, no interesan a la mayoría de los creyentes. Aún así voy a dedicar este post a lo que, sin duda, los profesionales de la información y el mundo clerical habrá considerado una importante noticia, a saber: hay un nuevo prefecto del actualmente llamado Dicasterio (antes “congregación”) para la doctrina de la Fe. El Cardenal Luís Francisco Ladaria ha terminado su servicio al frente de esta importante institución, que ayuda al Papa en cuestiones doctrinales y disciplinares relacionadas con la fe católica. Su sucesor es el Arzobispo argentino Víctor Manuel Fernández, uno de los teólogos que han asesorado al Papa tanto cuando era arzobispo de Buenos Aires como ahora que ocupa la Sede de Roma. Para algunos (no muy “amigos” de este Papa) es un “pésimo nombramiento” (palabras literales que he visto escritas), para todos, una sorpresa.

Lo que me ha parecido más interesante de este nombramiento (a la espera de ver como evolucionan los acontecimientos) es la carta que el Papa le ha dirigido, en la que después de decirle que le confía una tarea muy valiosa, como es custodiar la enseñanza que brota de la fe para dar buenas razones de nuestra esperanza, añade que esta tarea debe realizarse no en plan negativo, buscando enemigos a los que condenar, sino en plan positivo, tratando de aumentar la inteligencia de la fe al servicio de la evangelización, en un contexto en el que la cultura y la ciencia plantean nuevas preguntas a la fe. El Papa tiene la honradez y la valentía de reconocer que en otros tiempos este dicasterio (heredero del “santo oficio de la inquisición”) llegó a utilizar métodos inmorales, que en vez de promover el saber teológico perseguían errores doctrinales.

Estas palabras me han recordado otras que le escuché a un sabio profesor mío de Antiguo Testamento cuando, en un retiro que nos dio a los jóvenes estudiantes de teología, dijo que la oscuridad no desaparece cuando se la critica, sino cuando se enciende una cerilla. Cierto, a veces nos limitamos a condenar el error, pero no a iluminar la inteligencia de los creyentes. Los creyentes maduros y formados no necesitan que nadie les señale dónde están los posibles errores, porque gracias a su formación, ellos mismos los detectan. Más aún, es posible que tales errores les ayuden incluso a profundizar en la fe, y eso de dos maneras: una, aprovechando la parte de verdad que puede haber en una mala formulación o exposición; y otra, estimulando su mente “a una más cuidadosa y profunda inteligencia de la fe” (tal como dice Gaudium et Spes, 62).

El Cardenal Ladaria, excelente teólogo, ha hecho un gran servicio a la Iglesia. En mi opinión ha dejado abierto el camino a su sucesor para que realice esta importante misión en la línea que indica el Papa Francisco y que, en cierto modo, ha sido la de Ladaria.

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28
Jun
2023
Las dos certezas del orante
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oraciónvidriera

Son dos los convencimientos que deben guiar la plegaria del creyente. Estos convencimientos están muy bien resumidos y relacionados en la primera carta de Juan, aunque es posible encontrarlos en otros escritos del Nuevo Testamento. Dice la primera carta de Juan (5,14-15): “en esto consiste la confianza que tenemos en él: en que, si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha. Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que le hayamos pedido”.

Primera certeza: el que ora según la voluntad de Dios está convencido de que Dios le escucha y le concede lo que pide. Una expresión parecida la encontramos en la escena del ciego de nacimiento al que los judíos interrogan sobre la identidad de Jesús, y este les responde: sabemos que Dios escucha al que cumple su voluntad (Jn 9,31). Precisamente para que nuestra oración fuera adecuada, Jesús nos enseñó a orar pidiendo que se haga siempre la voluntad de Dios (Mt 6,10). Si a veces pedimos mal es porque nuestros deseos no se adecúan a la voluntad de Dios (Stg 4,3; Rom 8,26). La encíclica Spe salvi (n. 33) lo dice de esta manera: “En la oración, el hombre ha de aprender qué es lo que verdaderamente puede pedirle a Dios, lo que es digno de Dios. Ha de aprender que no puede rezar contra el otro. Ha de aprender que no puede pedir cosas superficiales y banales que desea en ese momento, la pequeña esperanza equivocada que lo aleja de Dios. Ha de purificar sus deseos y sus esperanzas”.

Segunda certeza: el orante ya ha conseguido lo pedido. Hay una palabra de Jesús que confirma esta convicción de la carta de Juan: “todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido” (Mc 11,24). Parece claro que, si la voluntad de Dios se cumple siempre y nosotros pedimos según esa voluntad, tenemos la certeza de conseguir lo pedido y, en cierto modo, podemos decir que ya lo hemos recibido. La oración anticipa lo pedido, porque en ella el Espíritu Santo, la prenda de la gloria, las arras de la esperanza, viene a nosotros (Lc 11,13). De una u otra forma, en la oración bien hecha, pedimos que el Reino de Dios, o sea, Dios mismo, se haga presente en nuestra vida. Por eso, en la oración se anticipa todo lo que podemos desear. Este convencimiento del creyente, hace que toda oración auténtica sea un motivo de acción de gracias.

Estas dos certezas nos deben mover a purificar nuestra oración. Nunca podemos hacer de la oración un acto mágico, que busca obtener algo mediante el cumplimiento exacto de algún rito, algo así como: “haga esa oración a san Judas Tadeo y pídase la gracia que se desea alcanzar”; o también: “seguro que, si hace esa oración y se la envía a 10 de sus contactos, recibirá el dinero solicitado”. Esas cosas que, a veces se encuentran hasta en los bancos de las Iglesias, no tienen nada que ver con la oración, sino con la delirante imaginación de sus autores o lectores, a no ser que sean todavía algo peor, una auténtica burla a la religión.

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24
Jun
2023
Interés de la fórmula "creación de la nada"
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creacionnada

En el post anterior afirmé que la fórmula “creación de la nada” debe ir precedida de la fórmula “creación por amor y desde el amor”. Dicho esto, la fórmula “creación de la nada” tiene su sentido y su interés. Bien entendida también va en línea de la creación por amor, un amor gratuito, libre, no condicionado, como son no condicionados los verdaderos amores. Decir que Dios crea de la nada no es una afirmación filosófica, pues entonces hasta pudiera resultar absurda: ¿cómo va a salir algo de la nada? Es una afirmación de fe. Significa que el Dios trascendente crea una realidad completamente distinta a la suya propia, y que crea esta realidad libremente y no condicionado por nada; ninguna realidad, ninguna materia preexistente condiciona a Dios al hacer surgir el mundo y el hombre. “Dios crea sin requisito previo alguno. No existe necesidad exterior alguna que motive su actuación creadora, ni coacción alguna que le determine. Tampoco se da materia primigenia alguna que ofrezca una potencialidad a su actividad creadora o que trace unos límites materiales a esa actuación” (dice el teólogo J. Moltmann).

Que Dios sea Creador significa que no es un Dios solitario, que se complacería en sí mismo de un modo narcisista, o un Dios incomunicado, olvidadizo de sus criaturas. Por el contrario, es un Dios que invita a participar de la vida. El Dios que todo lo ocupa y todo lo invade, deja espacio, hace sitio para el hombre, aunque este hacer sitio no sea una retirada, pues él siempre está presente sosteniéndolo todo desde dentro, por medio de su Espíritu. Ocurre que el “estar presente” en todo, propio de Dios, se realiza al modo de Dios, y por tanto, no de modo material, pues la materia, además de ocupar un lugar que otro no puede ocupar, siempre es limitada. La presencia de Dios es espiritual. Precisamente porque Dios desborda los límites de lo creado, el Universo no puede contener a Dios. Es Dios el que contiene y sostiene el Universo. A este respecto el Papa Francisco ha escrito: “Hemos dicho tantas veces que Dios habita en nosotros, pero es mejor decir que nosotros habitamos en él” (Gaudete et exultate, 51).

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19
Jun
2023
El Padre crea por amor
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casaenrocademar

La primera afirmación del Credo de la fe cristiana es que Dios es “Padre, creador del cielo y de la tierra”, o sea, de todo lo que existe. La creación es un acto de ternura paternal. De nuestra nada original salimos extraídos por un hilo filial. Si la creación es una obra paternal, eso significa que en nuestro origen está el amor. La teología y el Magisterio han repetido que Dios crea “de la nada”. Me parece que la fórmula “de la nada”, debería ir precedida por esta otra: la creación procede del amor.

El motivo de la creación es el amor. Esto nos está indicando algo muy importante, a saber, que la creación no tendría sentido sin seres “humanos” (o sea, inteligentes y libres) capaces de amar y de responder al amor. Por amor no se hace una silla, ni se cuida un jardín, porque ni la silla ni el jardín tienen capacidad de respuesta. Y sin respuesta, no hay plenitud en el amor. Por amor se engendra un hijo que puede responder al amor paterno con un amor filial. El amor es encuentro, no va sólo en una dirección, es siempre recíproco, bidireccional. El universo ha sido creado no sólo para el hombre, sino para que exista el género humano. ¿Por qué existe algo más bien que nada?, se preguntaba Leibniz. Y la respuesta cristiana es: existe algo para que puedan existir seres humanos y así pueda automanifestarse el amor encerrado en la realidad interpersonal divina.

No es posible la reciprocidad en el amor si la respuesta del amado no es libre. Por tanto, el Creador, que busca una respuesta de amor, debe crear seres libres, lo que implica el contrapunto de que el hombre utilice mal la libertad y se niegue a responder con amor al amor divino. Dios debe tolerar el pecado. Hasta este punto el amor creador es liberador, porque deja libre a la creatura. Pero incluso cuando el ser humano se niega a responder con amor, el Amor creador divino permanece, es un amor inalterable e irrevocable. Se da entonces una aparente contradicción. Por medio de su respuesta de “no amor”, la criatura pretende desligarse del Creador, colocándose así es una situación imposible, porque es Dios mismo el que hace posible y sostiene la vida que se rebela y pretende buscar una falsa independencia “sin Dios”.

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15
Jun
2023
Mucha mies, pocos trabajadores, ¿doble trabajo?
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muchamies

Jesús, al recorrer Galilea anunciando el reino de Dios, al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Así comienza el evangelio del próximo domingo. Jesús se compadece, o sea, se le revuelven las entrañas (como se le revolvieron al padre del hijo pródigo al ver regresar a su hijo), porque se da cuenta de que la gente está cansada, desorientada, y no tienen buenos pastores que les consuelen y alivien. Las necesidades de la gente, en tiempos de Jesús y en los tiempos actuales, eran muchas. Jesús curo a muchos enfermos. También hoy hay enfermos a los que atender, hambrientos a los que dar pan, inmigrantes a los que acoger.

Pero sin olvidar cual es la necesidad principal que todos tenemos: encontrar sentido a la vida, llenarla no solo de pan, sino de amor, llenarla de Dios. Los pastores de los que habla Jesús deberían ocuparse de todas esas necesidades. Y pastores somos todos. Todos somos pastores los unos de los otros. Francisco de Asís, en su regla para los eremitorios, dice que los que quieran vivir como religiosos en los eremitorios sean tres o cuatro hermanos. Y ahí viene la sorpresa: esos hermanos deben turnarse en ser unas veces madres y otras hijos, para que se alternen en llevar unas veces la vida de Marta y otras la vida de María. El eremitorio es como una Iglesia en pequeño, un signo de lo que debe realizarse en toda comunidad cristiana. En ella debemos cuidar maternalmente los unos de los otros, porque todos somos hermanos. En la Iglesia no hay superiores y súbditos.

Jesús viendo a esas multitudes abandonadas, que no tienen pastores maternales que les cuiden, se dirige a sus discípulos con estas palabras: “la mies es abundante, pero los trabajadores son pocos”. Aunque sean pocos, por lo menos hay algunos. Como las muchedumbres son una mies abundante, lo lógico sería recomendar a los pocos que trabajasen el doble. Pero lo que recomienda Jesús es rogar al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies. Eso nos desconcierta: en lugar de animarnos a trabajar, Jesús nos invita a la oración.

No se trata de no trabajar, no se trata de no dar pan al hambriento y palabras de vida y verdad a los que vagan sin sentido. Se trata de cobrar conciencia de que los discípulos no pueden hacer eso por propia iniciativa; deben hacerlo comisionados por el Señor porque, dice Jesús: “sin mi, nada podéis hacer”. Unidos a él, hay que poner todo nuestro empeño en cosechar esta abundante mies. El envío de los doce primeros apóstoles a las ovejas descarriadas de Israel, anticipa el envío que Jesús hace a la Iglesia de hoy, a cada uno de los creyentes, para que, unidos al dueño de la mies, y no dejando de orar, se pongan a trabajar con todo su empeño, con toda su imaginación, para decir palabras de consuelo y esperanza a los cansados y abandonados, y ofrecer pan y vestido a los hambrientos y desnudos.

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12
Jun
2023
Dios ama a sus enemigos
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amaenemigos

Después de Pascua hemos vivido dos domingos de transición que, en cierto modo, eran una prolongación de la Pascua: el de la santísima Trinidad, en el que hemos aprendido que Jesús resucitado está profundamente unido al Padre, por eso vino del Padre y regresó al Padre; y desde allí nos envía su Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, la fuerza que la anima en su misión evangelizadora. Después hemos celebrado el domingo del “Corpus”: Cristo resucitado permanece con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, siendo la eucaristía uno de los modos de su presencia entre nosotros. El próximo domingo la liturgia recupera el ritmo del tiempo ordinario y enlazamos con el XI domingo del tiempo ordinario.

En el próximo post hablaré del evangelio que escucharemos este próximo domingo. En este quiero detenerme en la segunda lectura, tomada de la carta a los Romanos (5,6-11). En ella san Pablo recuerda la grandeza e inmensidad del amor de Dios, un amor que no tiene límites, precisamente porque es de Dios. Como nosotros somos limitados nos resulta difícil entender lo que puede ser un amor sin límites. San Pablo ofrece unas imágenes que pueden ayudar, aunque sea pobremente, a entender ese amor sin límites de Dios. El apóstol compara lo que, aunque sea rara y difícilmente, es posible que ocurra con una persona de bien, a saber, que alguien se sacrifique por ella y hasta se juegue la vida por ella, con un Dios que demuestra su amor dando su vida, no por los justos, sino por los pecadores. Y añade que Dios nos reconcilió consigo cuando éramos sus enemigos.

O sea, Dios nos ama no cuando somos justos, no cuando empezamos a serlo, no cuando nos proponemos serlo; Dios nos ama siendo nosotros pecadores. Porque Dios ama a sus enemigos. La sorprendente prueba de que los ama es que los reconcilia consigo. Según nuestros criterios humanos, lo lógico sería pensar que somos nosotros, pobres pecadores, los que necesitamos reconciliarnos con Dios. Pero lo que el apóstol dice es que es Dios el que se reconcilia con nosotros, el que toma la iniciativa, el que perdona antes de que se le pida perdón, y mantiene su perdón en toda circunstancia, aunque nosotros sigamos siendo pecadores.

Un Dios que ama a sus enemigos y da la vida por ellos es algo inaudito y sorprendente, que va más allá de toda imaginación. Sólo a esta luz se comprende que Jesús invite a sus seguidores a amar a sus enemigos si quieren ser hijos de este Dios. Porque los hijos se parecen a sus padres en su modo de actuar, en su talante, en su modo de ser.

¿Cómo es posible que Dios ame de este modo? Porque Dios es Amor. Y como es amor sólo puede amar. Si dejase de amar, dejaría de ser Dios. Otra cosa es si Dios quiere que seamos pecadores. No lo quiere. Ama a los pecadores, y porque los ama, los llama a conversión, los llama a aceptar su iniciativa de reconciliación. Pero si no se convierten los sigue amando, en ningún momento deja de amarlos, porque no deja de ser Dios.

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