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May2009El bien nunca se pierde
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May
El viaje del Papa no quita interés a otras noticias menos ruidosas, que manifiestan la bondad del corazón humano. He leído que el obispo de Alicante ha pedido a sus curas que entreguen su paga extraordinaria para ayudar a los necesitados. Y he escuchado en una emisora de radio que un colaborador de Caritas, no recuerdo bien si de Fuerteventura o Lanzarote, ha ofrecido de forma totalmente gratuita, con la aprobación de sus hijos, dos casas que tenía vacías (supongo que para un día dejárselas a sus hijos), por las que todavía seguía pagando hipoteca, a familias sin hogar. Más aún, se ha comprometido ante una de las familias, una madre separada con tres hijos, a pagar la luz y el agua de la casa; solo pide que la mantenga limpia y cuidada. El panadero del pueblo, a la vista del gesto de este buen señor, se ha comprometido a dejar cada día gratis el pan en el piso de esta madre necesitada.
Estoy convencido de que el bien es más fuerte que el mal, que lo bueno que hay en cada uno supera con creces las cosas malas, que este mundo se mantiene en pié porque hay más gente buena que mala. También sé que estos detalles no arreglan los graves problemas sociales. Pero son ejemplos de que si cada uno hace lo que puede, este mundo tiene arreglo.
Seguramente nunca sabré los nombres de los que hagan caso al Obispo de Alicante. Desconozco también el nombre del ciudadano canario. Pero sus nombres están escritos en el cielo. El Papa, en su discurso en el memorial Yad Vashem, en Jerusalén, ha comenzado citando a Is 56,5: “Yo he de darles en mi casa y en mis muros un monumento y un nombre... les daré un nombre que no será borrado, que nunca será cancelado". Ese texto que el Papa aplicó a las víctimas del holocausto, comentando por su parte: “perdieron la vida, pero no perderán nunca sus nombres… porque nunca se puede quitar el nombre de otro ser humano”, ese texto es aplicable, dicho con un inmenso respeto a todas las víctimas de ayer y de hoy, a todos aquellos que hacen y se dejan guiar por el bien.