Logo dominicosdominicos

Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

23
Oct
2015

Una vela al diablo

2 comentarios

Me contaba un Obispo sudamericano lo que le había ocurrido cuando visitó a unas personas humildes y pobres. En una casa bastante oscura había colgado en la pared un cuadro antiguo, con una vela delante. El obispo quedó intrigado porque no reconocía al personaje del cuadro. Y cuando preguntó a aquella buena gente de qué santo se trataba, le dijeron: “es el diablo”. La vela, según la explicaron, estaba allí por precaución, porque conviene poner una vela a Dios y otra al diablo.

La anécdota puede ser reflejo de muchas cosas. Una vez alguien me preguntó si yo creía que había espíritus malignos que pululaban por las casas. Cuando vio mi escepticismo se quedó un poco molesto, porque según él, una persona muy querida conocía a una visionaria que le aseguraba que en su casa había malos espíritus. Hay gente muy crédula, quizás tanto más crédula cuanto más temerosa. La anécdota puede también reflejar la necesidad de protección que muchos buscamos frente a los “poderes” del mal. Para protegernos de esos poderes conviene tenerlos contentos. Si el diablo es el amo del mal, lo mejor es no disgustar al amo y mostrarle respeto y consideración.

Finalmente, la anécdota podría ser el reflejo de algo mucho más serio. Estoy pensando en lo que a muchos cristianos nos ocurre con el dinero. La palabra de Jesús es clara, radical: no podéis servir a dos señores, no podéis servir a Dios y al dinero. No dice “no debéis”, sino “no podéis”. Siempre se sirve a uno u otro Señor y cuando se pretende servir a dos, en realidad se está sirviendo a uno. En cierto modo vivimos en la contradicción: decimos que Dios es nuestra única seguridad, pero luego tenemos un montón se “seguros”. Ninguno de ellos sirve para aquello que dice servir: los seguros de salud los empleamos precisamente cuando estamos enfermos; los seguros de vida tienen efecto cuando estamos muertos. El pretender servir a Dios y al dinero puede ser la traducción post-moderna e ilustrada del poner una vela a Dios y otra al diablo. Pura contradicción.

En última instancia nuestro apego a las riquezas se convierte en un asunto teologal. Teologal en negativo. Se trata de una barrera que se interpone entre nosotros y Dios. El dinero no puede constituir para el humano la garantía suprema y definitiva de su vida, porque eso no puede serlo más que Dios. El ser pobre se convierte así en un modo de ser, un modo de situarse ante la vida y ante Dios.

Posterior Anterior


Hay 2 comentarios, comparte el tuyo

En caso de duda, puede consultar las normas sobre comentarios.

Aviso: los comentarios no se publican en el momento. Para evitar abusos, los comentarios sólo son publicados cuando lo autorizan los administradores. Por este motivo, tu comentario puede tardar algún tiempo en aparecer.

Cancelar repuesta


Angel Plaza-Martin
26 de octubre de 2015 a las 14:00

“El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
Entiendo el paralelismo que se hace entre las creencias de quien pone una vela a Dios y otra al Diablo y de aquellos que sirven a Dios y al dinero. Pero no estoy seguro de que Jesús en el Evangelio haga ese paralelismo. Personalmente veo dos temas diferentes, nuestra relación con el Mal y nuestra relación con el dinero. En la sociedad occidental que vivimos, que pretende ser científica y racional, la superstición, las creencias tradicionales, espíritus, fantasmas y no digamos el Diablo con cuernos y rabo no tienen cabida. Sin embargo el Mal con mayúsculas está ahí, más activo que nunca. Dice Jesús “por sus obras los conoceréis” y sin duda hay obras del Bien, pero las obras del Mal son profusas: organizando guerras, destruyendo el medio ambiente, abriendo brechas de explotación y desigualdad en todas las sociedades, degradando a la humanidad… los cuatro jinetes cabalgan sin freno ni aparente resistencia. Todos los días hay noticias espeluznantes de lo que la condición humana es capaz: mujeres asesinadas en la calle por sus parejas, pedofilia (incluso en la Iglesia) y últimamente situaciones inquietantes como las noticias de niños que se suicidan, arrojándose desde un séptimo piso, incapaces de resistir el rechazo y la humillación en las escuelas. ¿Quién inspira toda esa Maldad? Si Dios inspira el Bien, ¿Quién inspira el Mal que nos aterroriza? Es ingenuo pensar que se puede sujetar al Diablo con una vela en algún lugar de la casa, pero es más ingenuo pensar que el Mal no existe y que no tiene una estrategia para hacer caer a la humanidad. Los Santos no eran tan ingenuos.
“No podéis servir a Dios y a las riquezas”
Respecto del dinero, para los que venimos desde las clases “populares” por no decir directamente “bajas”, a las que no se les regaló nada, sino que sólo luchaban por una oportunidad para participar en la sociedad: con un trabajo, acceso a una vivienda digna, un seguro médico público, una plaza en un colegio para sus hijos o la posibilidad de llegar a la Universidad, a nuestra clase social estas advertencias evangélicas sobre el dinero nos suenan como un programa de concienciación sobre los males de la obesidad a los ojos de la población africana en crisis alimentaria. Es evidente que la Iglesia Católica tiene un problema con el dinero, porque a pesar del Evangelio y los votos de pobreza, la Iglesia es rica: no necesita creer en la providencia de Dios desde su situación de privilegio a salvo de angustias económicas y sin los temores por el empleo que acechan a la gran mayoría de la población. La Iglesia se defiende bien con su amplio patrimonio, exenciones fiscales diversas (al menos en España), Universidades y centros de excelencia para ricos y muy buenas conexiones con las élites económicas y políticas. Los apóstoles de hoy no tiran sus redes al atardecer cruzando los dedos.
Saludos, Angel

ivan grillo londoño
6 de septiembre de 2020 a las 14:59

Reflexión: Hay demasiada ignorancia en el pueblo, y para cubrir la ignorancia aflora el fanatismo. No siempre se permite enseñar la verdad. El miedo a producir un escandalo, lo impide. Es inconcebible que los seguidores de Jesús, en un principio se dedicaron a conocer su origen en vez de predicar su doctrina. Circunstancia que ha ocurrido hasta nuestros días. La religión se convirtió en un negocio y como tal, mientras mas miembros tenga mas resultados produce.
Aquí, en este mundo no es posible saberlo, y como del otro nadie ha regresado,
la experiencia es personal, y solo se comprueba con la muerte, que viene siendo la verdad absoluta en esta vida. "Quien quiera entender, que entienda".

Logo dominicos dominicos