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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Oct
2019

Una sola carne

2 comentarios
solacarne

Según el libro del Génesis, de la única carne humana Dios crea una mujer. Una vez ocurrida la separación, aparecen la mujer y el varón. El libro del Génesis continúa diciendo que estos dos que vienen de una sola carne, están llamados a hacerse una sola carne. Según el relato, el varón reconoce que la mujer es “hueso de mis huesos y carne de mi carne… Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2,23-24). “Una sola carne” significa una sola familia. La expresión no se refiere principalmente y, en todo caso, no únicamente, a la unión sexual. Va mucho más allá, llegando a la unión de los corazones y de las vidas, y también al hijo, carne salida de esta unión.

El hombre se maravilla ante la mujer, que es su diferente y, al mismo tiempo, hueso de sus huesos y carne de su carne. La diferencia del varón y la mujer procede de una unidad originaria y está destinada a una nueva unidad. El varón y la mujer, fruto de la división de una sola carne, están además llamados a engendrar hijos que se convertirán en una sola carne, salida de su unión. El ser humano está hecho para el amor. El matrimonio pertenece a la vocación original del ser humano, y es un dato creacional y no cristiano. Jesús lo que hace es confirmar el origen divino del matrimonio, no instituirlo.

El Papa Francisco (en Amoris Laetitiae, n. 13), hablando del matrimonio, ha comentado así el texto de Gn 2,24: De este encuentro, que sana la soledad, surgen la generación y la familia. Adán, que es también el hombre de todos los tiempos y de todas las regiones de nuestro planeta, junto con su mujer, da origen a una nueva familia, como repite Jesús citando el Génesis: «Se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne» (Mt 19,5; cf. Gn 2,24). El verbo «unirse» en el original hebreo indica una estrecha sintonía, una adhesión física e interior, hasta el punto que se utiliza para describir la unión con Dios: «Mi alma está unida a ti» (Sal 63,9), canta el orante. Se evoca así la unión matrimonial no solamente en su dimensión sexual y corpórea sino también en su donación voluntaria de amor. El fruto de esta unión es «ser una sola carne», sea en el abrazo físico, sea en la unión de los corazones y de las vidas y, quizás, en el hijo que nacerá de los dos, el cual llevará en sí, uniéndolas no sólo genéticamente sino también espiritualmente, las dos «carnes».

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hector izaguirre
2 de octubre de 2019 a las 16:12

que posibilidad existe de bajar el texto?

Enrique Sáez Martínez
5 de octubre de 2019 a las 16:46

Lo primero que me sugiere la lectura de este pasaje del Génesis es que el autor me da a entender que el hombre reconoce a un igual en la mujer. Igual en lo material, con sus diferencias en lo físico, y también igual en lo espiritual y dignidad.

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