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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

4
Oct
2020

Encíclica del Papa: hermanas y hermanos todos

5 comentarios
sanfranciscoysultan

Sí, todos hijos del mismo Padre. Todos hermanas y hermanos. Con diferencias que nos enriquecen. Y, a veces, son causa de distanciamiento. Por eso importa recordar que lo que nos une e iguala es más importante y fundamental que lo que nos distingue. Precisamente por eso es posible ver en el otro a “otro yo”, que tiene mis mismas necesidades y mis mismas ilusiones. Por eso también es posible el perdón y la reconciliación porque, al reconciliarme con el otro, me estoy reencontrando conmigo mismo.

La encíclica que acaba de publicar el Papa es una llamada a la fraternidad universal. Comienza recordando el encuentro de san Francisco de Asís con el sultán Al Kamil, al que visitó sin más armas que la Paz, el Bien, el respeto. El Papa confiesa que se ha “sentido especialmente estimulado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien se encontró en Abu Dabi para recordar que Dios ha creado todos los seres humanos, iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos”. La encíclica tiene un alcance ecuménico e interreligioso, más aún, un alcance universal, porque todos cabemos dentro del corazón de un Dios que no sabe de límites ni fronteras.

Es imposible resumir la encíclica en un post. Solo cabe invitar a su lectura. Son muchos los temas que, a lo largo de su páginas, van apareciendo: la irrupción de la pandemia del Covid-19 que ha manifestado nuestra incapacidad para actuar conjuntamente; las causas que no favorecen el desarrollo de la fraternidad; el olvido de los demás; el pensar solo en los propios intereses; el rechazo y miedo al inmigrante; el descarte de las personas “no productivas” que, sin embargo, son únicas e irrepetibles; las redes que nos empachan de conexiones, favorecen el insulto y obstaculizan el desarrollo de relaciones interpersonales auténticas; la injusticia de la guerra o la inadmisibilidad de la pena de muerte; las causas estructurales de la pobreza o el destino común de los bienes creados.

Comentando la parábola del samaritano misericordioso, Francisco plantea una pregunta fundamental: y tú, ¿con cuál de los personajes de la parábola te identificas, con los salteadores, con las personas religiosas, que se desentendieron del herido y pasan de largo, o con el que, sin conocerlo, lo consideró digno de dedicarle su tiempo? Son muy buenas las reflexiones sobre el amor, que nos pone en tensión hacía la comunión universal. Un amor que no sólo se expresa en relaciones íntimas y cercanas, sino también en las relaciones sociales, económicas y políticas. Resultan de sumo interés las consideraciones sobre la paz, el diálogo entre personas y pueblos, o el perdón, que no significa olvido.

La encíclica acaba recordando que las religiones están al servicio de la fraternidad. Afirma que “la violencia no encuentra fundamento en las convicciones religiosas fundamentales, sino en sus deformaciones”. Y también “el amor de Dios es el mismo para cada persona sea de la religión que sea. Y si es ateo es el mismo amor”.

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Hormias
4 de octubre de 2020 a las 14:27

He leido en un blog católico hablar no mu y bien de ella...
Ya ni respeto al santo padre
No me gusta estas afirmaciones
Hay que ayudar al Papa.. Su trabajo es duro
Gracias fray Martín por su reseña el fis de san Francisco
Dia

María
6 de octubre de 2020 a las 09:27

Qué buen resumen y qué sabroso comentario, respetando la encíclica ¡!¡!
La variedad de temas obliga a leerla despacio con el fin de asimilarla. Me ha gustado mucho el lenguaje sencillo y directo. Para todos. Para gente de buena voluntad.

Jorge Pérez
7 de octubre de 2020 a las 04:44

Lo leí y me encantó, y presenta un reto dificil para todos. Lástima que los adherentes del Great Schism estatounidense dejan de leer al llegar al párafo donde pone, casi sublime, "Liberté, égalité, fraternité", que hoy dia nadie entiende y es concepto ajeno a la isla que cabe estrechamente entre Cánada y Méjico. Los de esta isla no son conscientes de que el Papa esta definiendo, con intención, la libertad, igualdad y hermandad cristiana y correcta. Una definición que permite abrazar al projimo sin prejuicios ni tirando piedras por los que logran mejor disimular su santidad fingida.

alberto reyes
9 de octubre de 2020 a las 02:16

Que ENCICLICA!. Todos los catolicos debemos leerla y meditarla, y sobre todo hacerla nuestra. Nuestra familia, nuestra colonia y, sobre todo, nuestro país estaria mejor. Cuanta razón tiene el Papa Francisco en recordarnos que solo nuestro egoismo es lo que nos mueve, creamos división y dejamos que nos dividan: malos y buenos, conservadores y liberales, y, como decimos en México, chairos y fifís. Ojala y realmente la leamos o nos hagan leerla, lo importante es que la pongamos en practica y dejemos el fundamentalismo en su tumba.
Gracias.

Nelly
18 de octubre de 2020 a las 16:40

Ayer comentaba un familiar que a él no le interesa tener contacto con unos familiares que ya tiempo nos los ve, yo comentaba que le enviaban saludos cordiales y el asentuo que eso no era importante para él.
Sin embargo pienso que necesito platicar con el más a fondo de lo hermoso que es amar al prójimo como nos indica en la parábola.
Eso habla de que el ser humano está perdiendo su esencia

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