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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

11
Mar
2017

Conversión, ¿cuestión ética o teologal?

2 comentarios
puertaiglesia

Conversión es una palabra propia del tiempo de cuaresma. En realidad es una actitud permanente de toda la vida cristiana. La conversión no es tanto un asunto ético, un cumplir una serie de preceptos, cuanto un asunto teologal, un poner mi vida en la dirección correcta. Convertirme es dar la espalda a lo que me separa de Dios y ponerme de cara a Dios, acogiendo su Palabra y buscando cumplir su voluntad. Convertirse y ponerse en camino de salvación son las dos caras de la misma moneda. “Convertíos y creed en el evangelio” son las primeras palabras que pronuncia Jesús, según el más antiguo de los evangelios. Convertíos para disponeros a acoger la buena noticia de la salvación.

La conversión supone un doble movimiento: 1) dejar de lado lo que no me conviene, lo que me perjudica, lo que me hace daño; 2) para buscar y acoger lo que me perfecciona, lo que es bueno para mi.  Al convertirme me humanizo, me alejo de lo que me degrada, y me oriento a lo que me llena de vida y felicidad. En el seguimiento de Cristo, Hombre perfecto y perfección de lo humano, caminamos hacia la salvación, hacia lo que llena la vida de sentido, hacia la realización de los anhelos más profundos del corazón.

A veces, cuando se habla de convertidos y conversos se piensa en cambios radicales, en personas que han cambiado de religión o han abandonado el ateísmo. Pero en la conversión no se trata principalmente de cambios extraordinarios ni de momentos puntuales, sino de orientar la vida, en todo momento y ocasión, por los caminos del Evangelio. Tampoco hay que confundir conversión con fanatismo. El fanatismo es cuestión de carácter o de lavado de cerebro. El convertido es más bien un apasionado, con la pasión del enamorado, que puede decir tranquilamente donde ha encontrado la vida, y hacerlo respetando y comprendiendo las posiciones u opiniones ajenas.

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felicianolopezrobles
12 de marzo de 2017 a las 12:20

La conversión nos presenta un reto permanente durante toda la vida.- Convertirse, como usted dice, es una meta a alcanzar todo los días, la conversión es pan de cada día.- El problema es estar abiertos a esta incorporación integral a lo que Dios nos pide.- Con frecuencia olvidamos la necesidad que tenemos todos y cada uno de nosotros, de buscar el rostro del Señor, el rostro del Señor en el hermano, que sale a nuestro encuentro a cada paso que damos.- La conversión siempre espera ser aceptada porque no es suficientemente acogida, pues siempre aparece incompleta, es algo que hay que trabajar todos los días de nuestra vida.- Qué importante es llegar a convencernos de la urgencia de la conversión, tema tantas veces olvidado en el baúl de los recuerdos.-

Pilar Bendicho
9 de marzo de 2021 a las 13:45

Una reflexión muy acertada, estoy de acuerdo en todo, voy a expresar lo que pienso; se puede tener una conversión por la busqueda durante años de algo que no sabes lo que es, pero tu interior está inquieto, y en un momento dado caes del caballo como S.Pablo. y te das de bruces con el Señor. A partir de ese momento ya no hay vuelta atrás, pero sigues en continua conversión, de lo contrario, estariamos estancados.

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