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Abr2016Valoración positiva de la sexualidad conyugal
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Abr
Estuvo recurrente y acertado el cardenal Schönborg cuando dijo que hasta ahora la Iglesia había puesto más su mirada en los dormitorios de los cónyuges que en el comedor de las familias. La exhortación de Francisco dedica largos párrafos al amor familiar, pero no se olvida de la sexualidad conyugal. Lo interesante es que la sexualidad es tratada muy positivamente, como un regalo de Dios. Hace ya tiempo que Santo Tomás de Aquino escribió que el acto conyugal, o sea, la manera cristiana de vivir la sexualidad, es un acto de la virtud de la religión. El acto conyugal, según el santo doctor, pudiera ser una manera de ¡rendir culto a Dios! Francisco, citando a Juan Pablo II, lo dice así: “la vida conyugal viene a ser, en algún sentido, liturgia”.
Dice el Papa que la unión sexual, santificada por el sacramento, es ni más ni menos, que “camino de crecimiento en la vida de la gracia para los esposos”. Por lo tanto, la educación y maduración de la sexualidad conyugal "no es la negación o destrucción del deseo sino su dilatación y su perfeccionamiento". Dado que el sacramento del matrimonio es signo de la unión de Cristo con su Iglesia, y el amor conyugal abarca las expresiones del cuerpo y del espíritu, el Papa llega a decir: “un amor sin placer ni pasión no es suficiente para simbolizar la unión del corazón humano con Dios”. Y como los sacramentos cobran su sentido a la luz de la Pascua, es posible afirmar que en los momentos de gozo, de descanso, de fiesta, y también en la sexualidad, los cónyuges experimentan una especie de participación en la vida plena de la Resurrección de Cristo.
Sexualidad es mucho más que genitalidad. Comprende una serie de expresiones de afecto, cariño, encuentro, comunicación, admiración y duración que tienen su pleno sentido en el contexto del amor. La sexualidad es tanto más humana, placentera y humanizadora cuando se vive como expresión de amor. Por eso, el acto conyugal siempre debe ser libre, de lo contrario no es un verdadero acto de amor. Como entre el marido y la mujer (dice Tomás de Aquino) la amistad se da en grado sumo, en este amor la sexualidad encuentra su más limpia manifestación, exenta de cualquier ambigüedad.
La Amoris Laetitia dedica mucha atención a la fecundidad del matrimonio. Los hijos son el resultado más precioso del amor matrimonial. No son algo añadido “desde fuera” al amor de los esposos, sino que brotan del corazón mismo de su amor recíproco. El amor rechaza todo impulso de encerrarse en sí mismo; el amor auténtico siempre es fecundo, porque es creador. El Papa supera la comprensión de los hijos como un fin del matrimonio. Los hijos no son un fin, un objetivo, un resultado, son inherentes al amor.
La exhortación apostólica Amoris Laetitia trata fundamentalmente del amor en la familia. Pero como en la vida cristiana todo está relacionado, no es de extrañar que el documento del Papa se pregunte por la relación que hay entre virginidad y matrimonio, ya que la virginidad es una forma de amar. Se trata de dos carismas, dos dones del Espíritu Santo, dos modos de seguir a Cristo y dos vocaciones o llamadas de Dios. Si ambos estados, el celibato en la vida consagrada y el matrimonio, tienen el mismo origen en Dios, no solo no pueden oponerse, sino ni siquiera rivalizar.
Tengo escritas algunas reflexiones, con referencias a la última exhortación del Papa, que pienso publicar en los próximos días. Hoy no cuelgo el artículo que tenía preparado, porque cuando hay una desgracia que te toca de cerca todo lo demás pasa a segundo plano. Me estoy refiriendo al terremoto que ha sacudido el Ecuador. Yo tengo allí algunos conocidos, pero no están en la zona sísmica. Sin embargo, parte de la familia de un hermano y amigo, sí está en la zona. La cara de tristeza de esta persona me ha conmovido. Las desgracias se ven de otra manera cuando las miras a través de rostros concretos que se sienten afectados. Del mismo modo que las situaciones irregulares (para emplear la palabra que el Papa utiliza para calificar determinadas situaciones familiares) se ven y se juzgan de otra manera cuando el irregular es un hermano, un hijo, o una persona querida. Ya no se trata de teoría, se trata de personas.
La vida cristiana está marcada por la imperfección. Aquí el término imperfección no está relacionado primeramente con el pecado, sino con la limitación de lo humano. Solo Dios es perfecto. La imperfección indica que los cristianos vivimos la vida divina a nuestro nivel y según nuestras posibilidades, que siempre son finitas. Solo en el cielo alcanzaremos la perfección. Tomás de Aquino, refiriéndose a la caridad, o sea, al amor a Dios, a lo más perfecto y propio de toda vida humana, decía: “en el estado presente, la caridad es imperfecta; se perfeccionará en la patria (celestial)”. Y el Vaticano II dejó dicho: en la tierra, la santidad es imperfecta. Los cristianos llevamos un gran tesoro en vasos de barro, incapaces de guardar el tesoro tal como se merece.
La exhortación apostólica del Papa Francisco “sobre el amor en la familia” es larga porque son muchas y complejas las cuestiones relacionadas con la familia. El documento está dirigido explícitamente a los cristianos. Hay puntos que tienen mayor interés para unos que para otros, dependiendo de la situación en que uno se encuentra y de sus necesidades. El texto merece una lectura reposada. Sería bueno que cada uno se quedase con lo que más directamente le afecta. Me temo que los distintos comentarios que aparecerán en los próximos días seleccionaran los aspectos más llamativos o que más se aproximen a la ideología del comentarista. Sería una pena que estas insistencias nos desviaran de una lectura en profundidad de la rica teología sobre el amor cristiano que ofrece la Amoris Laetitia.
Este verano está previsto abrir un hotel en Macao. El precio por noche será entre 60.000 y 90.000 euros. Han leído ustedes bien: entre sesenta mil y noventa mil euros. La noticia la daba a toda página, en la contraportada, el ABC del pasado sábado, dos de abril. Si un empresario se arriesga a abrir este tipo de negocio, es porque piensa que tendrá clientes. Durante todo el año, me imagino. La ciudad de Macao, en la república de China, bajo gobierno comunista (el nombre de cuyo presidente, Xi Jinping, se encuentra en los muy capitalistas y elitistas “papeles de Panamá”), se ha convertido en la nueva meca del juego, desplazando a Las Vegas.
La fe cristiana está basada en acontecimientos históricos, ocurridos en nuestro mundo en fechas y lugares bien precisos. Estos acontecimientos reciben desde la fe una determinada interpretación. Otras interpretaciones son posibles: de la historia de Jesús puede hacerse una lectura cristiana, judía, religiosa sin más o incluso secular. Este arraigo histórico del cristianismo explica que hayamos puesto fecha a algunos acontecimientos, aunque hoy no sea posible determinar esa fecha con precisión absoluta. Eso es lo de menos. Que yo haya sido bautizado un ocho o un veinte se septiembre no tiene mayor importancia. Lo importante es que he sido bautizado. Ocurre lo mismo con la fecha del nacimiento de Jesús: el 25 de diciembre es un modo de decir que tuvo fecha de nacimiento, pero nada más. Lo del año uno es todavía más impreciso. Seguramente Jesús nació en el año cuatro o cinco antes de nuestra era.