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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

5
Abr
2019
Personas para la casa
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rosaenjardin

En el Evangelio encontramos esta clave: para ganar la vida hay que entregarla. No se trata de perder la vida, se trata de ganarla. El secreto está en que quién la guarda egoístamente, aislándose y creyéndose autosuficiente, equivoca su verdad y, por eso, se pierde. La soledad absoluta, además de imposible, es inmoral. La soledad absoluta es la absoluta destrucción del individuo. Estamos hechos para la comunión, pero hay tanta más comunión cuanto más fortalecida está la persona. Paradójicamente, la persona se fortalece en la buena comunión. Individualidad y apertura, autoposesión y comunicabilidad, son dos dimensiones fundamentales y primarias de la persona. El yo y el tú se implican mutuamente. En último término no podemos olvidar que el hombre es un tú para Dios y que en la comunión con Dios y con los hermanos llega a plenitud nuestro ser personal, ser que es irrepetible y relacional a la vez.

El problema con el que hoy nos encontramos es que hay pocas casas donde las personas construyan comunión y, por tanto, donde la comunión construya a la persona. Muchas casas (familiares y religiosas) ya no son lugares de encuentro, sino de paso. Se pasa allí un tiempo, pero no se con-vive, pues los intereses y el corazón están en otros lugares.

De ahí la nostalgia que a todos nos embarga de encontrar “la casa de mi amigo”. Esa casa en la que, tal como cantaba Ricardo Cantalapiedra, había alegría y flores en la puerta, en la que todos ayudaban a todos y nadie quería mal a nadie. Porque allí había un amigo que a todos repartía vida y amor, que no tenía nada suyo. En esa casa entró demasiada gente y con ella entraron leyes, normas y condenas. Entonces hizo frío, ya no había primavera. Por eso, algunos se fueron de la casa en busca de las huellas del amigo.

En el fondo todos buscamos esas huellas, para que en nuestras casas se coma el pan y beba el vino, sin leyes ni comedias. Aceptando con realismo nuestros límites, como dice el Papa en Amoris Laetitia, pero escuchando “el llamado a crecer juntos, a madurar el amor y a cultivar la solidez de la unión, pase lo que pase”.

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1
Abr
2019
Casa para las personas
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siluetapuerta

Los humanos, al contrario de los animales, nunca se han adaptado del todo a la naturaleza. Siempre han buscado o construido lugares en los que poder vivir con mayor intimidad, espacios separados de otros espacios en los que otros también vivían en intimidad. Casi siempre estos espacios eran habitados por varias personas unidas por lazos de amor. Se trataba de casas en las que se reunía una familia, unida no sólo por el amor, sino también por lazos de sangre. Este es el sentido más primario de la casa. En la casa hay personas interrelacionadas. Alguien que esté fuera de la relación no es bien acogido y debe buscarse otro lugar para vivir.

La casa, por tanto, remite al amor. Como hay amor y relaciones más allá de la familia, a lo largo de la historia los seres humanos han construido casas para estas relaciones más amplias. Así, por ejemplo, hay casas en las que se reúnen los que tienen determinados intereses comunes. La casa está preparada para responder a esos intereses. En algunas ocasiones el común interés de los habitantes de la casa puede conllevar a que, personas no unidas por lazos de sangre, también hagan su morada en un mismo espacio. Ese sería, por ejemplo, el caso de las comunidades religiosas. Los que entran en esas casas religiosas para vivir de forma estable de por vida, forman un tipo de familia, unida por lazos de amor. Sólo que sus intereses no son los propios de una familia unida por lazos de sangre, sino de una familia unida por la fe en el Señor Jesús. En cualquier caso, también aquí se trata de vivir una relación amorosa, de modo que quién está fuera de tal relación no se siente bien acogido en la casa.

Las personas son las que construyen el espacio familiar. Pero no es menos cierto que el espacio familiar está al servicio de las personas. Un espacio que destruye a la persona no es una casa. La casa está al servicio de la persona. Más aún, la persona se hace persona en la casa, en un espacio de amor y de relación. Porque los humanos somos constitutivamente seres relacionales. Cierto, también somos seres “personales”, o sea, únicos e intransferibles. Esta doble marca del ser humano, individual y relacional, o dicho con una terminología más técnica, hipostática y extática, produce en ocasiones tensiones y dificultades.

Las dificultades se resuelven cuando uno comprende que la identidad se construye en la relación amorosa, en la apertura al otro, en el salir de uno mismo para abrazar y acoger al otro. Insisto, las dificultades no se resuelven con cualquier relación, pues las hay perversas y destructoras, sino en la relación amorosa, una relación que construye y potencia lo individual, y lo capacita para existir.

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28
Mar
2019
Egipto bíblico y Europa de hoy
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emigracion

Se diría que, en la Biblia, Egipto tiene mala fama. En realidad, el Egipto bíblico tiene sus cosas buenas y sus cosas menos buenas. Es un lugar de acogida y de rechazo, algo parecido a lo que ocurre hoy en Europa. La historia de los israelitas en Egipto es un recordatorio de nuestra propia historia.

Egipto fue el lugar de la primera gran emigración de israelitas, esa emigración que comenzó con Abrahán, un arameo errante que iba en busca de un buen lugar donde vivir. Se estableció en Egipto, donde sus descendientes encontraron trabajo. Algunos incluso prosperaron tanto que llegaron a ocupar cargos importantes en el gobierno del imperio, como José. Cierto, Egipto también maltrató a los trabajadores israelitas, tanto que terminaron marchándose de un lugar que resultaba para ellos inhóspito. Algo parecido ocurrió más tarde con la más famosa familia de la Biblia, la de José, María y Jesús. Ellos también encontraron refugio en Egipto cuando sus vidas corrían peligro. Luego, no sé sabe bien por qué motivo, regresaron a su país de origen.

Es posible ver en el Egipto bíblico una imagen de lo que ocurre en muchos países de Europa. Hay personas que no tienen trabajo, que malviven en sus países de origen y buscan en Europa techo y pan. Esos trabajadores contribuyen a la prosperidad y bienestar de los países que los han recibido. Hay otras personas cuyas vidas corren peligro en los lugares donde viven, y también buscan en la “cristiana” Europa un lugar de acogida, un lugar seguro en el que poder vivir. Pero, en casi todos los países de Europa también hay situaciones de rechazo al emigrante. Quizás olvidamos que muchos de nuestros antecesores (españoles, italianos, irlandeses, polacos, etc.) tuvieron que emigrar, buscando techo y pan en América.

La emigración es un fenómeno propio de la humanidad. Desde siempre los seres humanos han buscado tierras nuevas donde poder comer, y cielos nuevos donde maravillarse. En los albores de la humanidad actual, Europa acogió a los primeros humanos procedentes de África. Todos somos mestizos, y deberíamos ver la emigración como algo normal. Cierto, es necesario regular este importante fenómeno, como también hay que regular otros derechos de las personas. Y ayudar a los países pobres o en guerra para que, en sus tierras, pueda haber trabajo y paz.

Hubo un tiempo en que Europa creyó que el mundo era suyo. Son muchos los nacidos en otros continentes cuyos abuelos o bisabuelos son europeos. Estos abuelos viajaron en una dirección contraria a la que ahora quieren viajar algunos de sus nietos. Desgraciadamente, parte de esta Europa que creyó que el mundo era de todos y, por tanto, también de Europa, ahora proclama que Europa sólo es de los europeos.

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24
Mar
2019
Jesús de Nazaret, referencia universal y permanente
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martiresirlandeses02

Una de las cosas más llamativas de la vida del profeta Jesús de Nazaret era que su persona y su doctrina no dejaban a nadie indiferente, hasta el punto de que sobre él se tomaban las posturas más extremas: según unos, actuaba por el poder de Satanás; otros decían que era el poder de Dios el que le sostenía. Este tipo de afirmaciones sólo las provocan las personas más llamativas y sorprendentes. La persona de Jesús ha trascendido su momento histórico. También hoy sigue siendo una bandera discutida. De modo que, en ocasiones, sin que los creyentes lo provoquen, Jesús se convierte en punto de referencia, de comparación o de controversia en boca de personas no creyentes o indiferentes (a veces simpatizantes con el cristianismo y a veces no tanto).

En una plaza de La Habana se puede encontrar un pequeño monumento a los mártires irlandeses que lucharon por la independencia de su país. Fue en 1981 cuando un grupo de prisioneros irlandeses hicieron una huelga de hambre en Irlanda del Norte, reivindicando la independencia de esta provincia aún británica. 10 de ellos murieron. Pues bien, en este monumento hay una inscripción en la que, tras homenajear a estos hombres capaces de morir por sus ideas, se formula siguiente pregunta: “al lado de este ejemplo, ¿qué fueron los tres días de Cristo en el Calvario, símbolo durante siglos del sacrificio humano?”. Resulta cuando menos llamativo que para exaltar el sacrificio de los mártires irlandeses la mejor comparación que se encuentra es la del sacrificio de Cristo. Cierto, parece que en esta comparación salen mejor parados los irlandeses. Esto me parece secundario, al lado de la referencia que se busca para resaltar la heroicidad de unos patriotas.

Lo cierto es que de esos mártires irlandeses solo quedan vagos recuerdos en algunos lugares, mientras que el recuerdo de Cristo tiene una universalidad indiscutible. Por otra parte, no hay que reducir la obra de Cristo a lo ocurrido en su pasión. Pues este final de su vida cobra sentido a la luz de la globalidad de todo lo que fue e hizo. Es el conjunto de la vida de Cristo lo que explica y da sentido a su pasión y a su resurrección. Es la vida de aquel que “pasó haciendo el bien” lo que se manifiesta en la hora de su muerte. No son tres días al lado de los 60 de la huelga irlandesa lo que hay que considerar, sino la vida entera de Jesús.

Los cristianos también comparamos el martirio de los testigos de Jesús con el martirio de Jesús. Pero no pretendemos sustituir a Jesús por ninguno de sus testigos. Jesús es punto de referencia universal, referencia que permanece, mientras los comparados con él se olvidan. Ahí está la grandeza de Jesús de Nazaret: es referencia universal y permanente, porque algo había en su persona que trascendía incluso las circunstancias de su propia vida.

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22
Mar
2019
En La Habana un joven me enseña un tesoro
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albertomagno

El domingo segundo de cuaresma celebré la Eucaristía de las siete de la tarde en la Iglesia de San Juan de Letrán, en La Habana. Como vengo haciendo en los últimos nueve años, estaba allí para impartir un curso de teología. Antes de comenzar la celebración, vino a la sacristía un joven de 16 años y me enseñó un libro antiguo y algo viejo que él consideraba “un tesoro”. Ante mi sorpresa este libro era el Misal dominicano de 1958, traducido al castellano y editado bajo la dirección del que ha sido uno de los mejores Provinciales de la Provincia dominicana de Aragón, el P. Miguel Gelabert Sansó (aclaro: el P. Miguel y yo no somos familia).

Este Misal ha servido a muchas generaciones de dominicas y dominicos (de todas las ramas) para seguir mejor la celebración eucarística. Antes del Concilio Vaticano II, cuando ya se empezaba a reclamar la traducción, al menos, de las lecturas de la Misa, para que los fieles pudieran entenderlas, en algunas Iglesias de la Orden, un seglar, desde el púlpito, leía el texto en castellano, tomado de ese Misal, mientras el sacerdote proclamaba en voz baja el texto latino. Yo era un niño y recuerdo perfectamente este hecho, así como quién era el lector castellano de una determinada Iglesia.

El joven habanero que, ante mi emoción, me enseñaba el Misal, cuando le dije que tenía en sus manos algo muy valioso, no sólo cultural y religiosamente, sino incluso económicamente, me dijo: en un mercado de libro antiguo de La Habana hay un ejemplar de ese Misal y lo venden por 200 dólares.

Las imágenes del Misal son de un famoso delineante y grabador valenciano de la época, Fernando Cabedo Torrents. En este post reproduzco una de sus imágenes, la de San Alberto Magno.

A veces uno, sin buscarlo, se encuentra con situaciones que le resultan gratas y son un motivo para dar gracias a Dios por la gente buena que ha conocido.

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19
Mar
2019
Poesía que toma partido
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soldetraspeña

21 de marzo: día mundial de la poesía

Si Dios es el mejor poeta y el ser humano (como dije en otro post) es su mejor poesía, se comprende que este ser, creado a imagen de Dios, sea también poeta. El ser humano es poesía y es poeta. Como poeta debe tomar partido por la mejor poesía, la poesía divina. Por eso, la creación poética no puede ser nunca neutral, como dice Gabriel Celaya. Debe tomar partido por los pobres y los golpeados. Una poesía concebida como “lujo cultural”, es brillo superficial sin consistencia alguna, distracción fácil que además miente.

Los actuales poetas españoles tienen muy claro que su creación no es evasión, sino compromiso por una humanidad mejor y más justa. Algunos de ellos hacen poesía religiosa, a veces explícita y otras implícitamente. Uno de esos poetas, Antonio Praena, que además es teólogo, y puede ser considerado como un “ministro-puente”, como un hacedor de puentes que busca unir lo profano con lo sagrado, porque todo lo profano procede de lo sagrado, acaba de editar una recopilación de poesía religiosa, bajo el título de: “La luz se hizo palabra. Poesía Judeocristiana contemporánea en España”.

En esta antología se encuentran buenas aproximaciones a las grandes preguntas del ser humano sobre Dios y sobre sí mismo. Una de las grandes preguntas sobre Dios es su silencio. Puesto que “es duro no tener testigos de lo hermoso”, el poeta se pregunta si “el cielo está vacío”, si en la cruz “no hay más que un cuerpo a punto de apagarse”, o si el momento del amor positivo “es siempre una excepción”. O peor aún, si el problema de Dios en Cristo es “no haber venido a tiempo”, como le reprocha Marta cuando la muerte de Lázaro. Pero en Cristo es también posible descubrir un Dios solidario “que quiere participar de esta pesadilla”. “Un Dios que se hace pobre entre los pobres… contra todo pronóstico”.

Por otra parte, con Dios o sin Dios, con silencio o palabra, siempre nos queda el misterio de lo humano, el bien y el mal que hacemos y nos hacemos. Exista o no exista Dios, ahí está la vida que siempre nos reclama, a veces ruidosa “donde redoblan claxons de calles atestadas”; otras veces silenciosa. Una vida donde importa que “un hombre, valga lo que un hombre”. Puesto que “ser es solo ser ante los otros”. Hasta la biología lo confirma: “la fuerza del varón” que diría Unamuno, o dicho a lo directo: el pene “me dice que estoy hecho para el otro”. La poesía se ocupa de lo humano, porque lo humano es divino. Y hay que preservarlo.

Por ser tan grande, por ser divino, el ser humano es un misterio: “sabemos lo que somos, mas no con quién alcanzaremos ser lo que desconocemos que somos”. Misterio porque es antes regalo: “no te has dado la vida, te precede”. Por eso el humano tiene muchas preguntas, aunque pocas respuestas; muchos deseos, aunque pocas certezas; muchas ambiciones, aunque pocos resultados. Es un ser en búsqueda. La poesía es uno de los mejores testimonios de esta inacabada búsqueda: “dicen que no tenemos esperanza, pero en la frente llevamos una punta de fuego”. Porque, a pesar de todos los pesares, “tenemos sed de Ti”. Por eso, vivir en este desierto “es confiar en que tu mano existe y acompaña nuestro santo abandono”.

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15
Mar
2019
Parroquia, espacio de aprendizaje y acogida
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cupula02

Una buena celebración supone conocer bien la fe que se celebra: ¿qué celebramos, por qué celebramos, en qué Dios creemos, qué consecuencias tiene esa fe en Dios? Todo esto supone una buena formación, una buena catequesis. Primero para conocer mejor al amado, y después para dar un buen testimonio de nuestra fe ante un mundo que la cuestiona. De ahí que una parroquia necesita buenos catequistas, y una buena formación de catequistas. Es casi imprescindible que estos catequistas sean seglares. Primero porque el párroco no puede llegar a todo. Y, sobre todo, porque los seglares se conocen mejor entre ellos, resultan más convincentes, y además queda más claro que ellos no actúan por oficio, sino voluntariamente, convencidos de lo que hacen y dicen.

Momento importante de esta labor catequética son las homilías, no solo dominicales, sino también en los días laborables de los tiempos fuertes litúrgicos. Las buenas homilías llenan las Iglesias, las malas las vacían. Una buena homilía, además de elocuente, debe estar bien preparada teológicamente, y responder a las preguntas y necesidades de los fieles, para orientarles cristianamente. Preparar la homilía requiere tiempo y materiales adecuados. Hoy es fácil hacerse con esos materiales. El asunto no es la falta de materiales, sino la desidia en utilizarlos.

Una parroquia es también un espacio de acogida de los que, entre los nuestros, pasan necesidad. En el grupo de los cristianos, se dice en el libro de los Hechos, nadie pasaba necesidad. Para que eso fuera cierto se repartían los bienes del grupo de modo que todos tuvieran lo necesario. Esa sigue siendo una tarea de la parroquia, si por parroquia se entiende el grupo de creyentes de un determinado lugar. De nuevo son los seglares los que pueden y deben ocuparse de esta tarea.

La acogida debe ampliarse a los que no son de los nuestros, a tanta gente necesitada que no acude a las celebraciones, quizás porque no son cristianos o quizás porque su fe es débil. A esa gente necesitada también hay que ayudar y acoger, no para que se incorporen a nuestro grupo y asistan a nuestras celebraciones, sino como una exigencia que brota de nuestra propia fe y de nuestra propia convicción. El amor es gratuito.

Una parroquia donde hay seglares convencidos y comprometidos, es una parroquia que tiene asegurado el éxito. Una parroquia a la que los seglares acuden pasivamente, bien porque el párroco quiere hacerlo todo, o bien porque se limita a atender a las celebraciones litúrgicas, es una parroquia que languidece y que poco a poco irá vaciándose. Si la parroquia es asamblea, si la parroquia es pueblo de Dios, eso supone que todos los miembros son activos, participativos, responsables, porque todos consideran que lo que allí ocurre es “suyo” y, además de suyo, es de gran interés.

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11
Mar
2019
Parroquia, espacio comunitario
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iglesia02

Cuando se oye la palabra parroquia, lo habitual, tanto entre cristianos como no cristianos, es pensar en un edificio. En realidad, una parroquia es un espacio compartido por la comunidad cristiana, en la que ésta se reúne para celebrar la fe. Dejando claro que la celebración supone que primero se ha aprendido eso que se va a celebrar y luego se ha comprendido. No conviene olvidar que en las parroquias hay un párroco, o sea, un sacerdote encargado de presidir las celebraciones de la fe y responsable de supervisar y, a veces, de organizar, las sesiones de aprendizaje y de comprensión de la fe.

Si es un espacio compartido eso significa que los dueños de ese espacio son los que lo comparten, o sea, el grupo de cristianos de la parroquia. El párroco forma parte de ese grupo, pero él es uno entre muchos. Y aunque tenga sus propias responsabilidades, eso no significa que tenga la exclusiva de lo que allí se dice o se hace. Tiene su papel, pero si se trata de un espacio compartido, los otros que lo comparten también tiene su papel. Un papel activo. Si es únicamente pasivo, entonces ya no se comparte, a lo sumo se asiste a unas ceremonias.

Como son muchos los que comparten el espacio, es lógico que se organicen en subgrupos (que pueden recibir distintas denominaciones: equipos, comunidades, grupos diversos), precisamente para facilitar la celebración y la vivencia de la fe. Cada uno de estos subgrupos puede tener su propia autonomía, que todos deben respetar, pero también ser lo suficientemente abierto y flexible para comprender las cosas buenas de los otros, para apoyarles y favorecerles.

El “deber primero” del párroco, según decía el Concilio Vaticano II, es “anunciar a todos el Evangelio de Dios”. A este oficio se añade el de presidir la celebración de los sacramentos. Pero hay otros que también tienen su papel en la celebración de los sacramentos, sobre todo el de la Eucaristía, por ejemplo lectores, cantores, ministros de la comunión, responsables del buen orden de la asamblea, encargados de preparar los distintos elementos de la celebración.

Hay otras tareas en las que el párroco no es necesario, y que pueden y hasta deben dejarse en manos de personas preparadas, por ejemplo, los asuntos económicos. Ahí es mejor que el párroco tenga las “manos limpias” (ya se sabe: el dinero es muy sucio y, cuanto más lejos de lo sucio, más limpio parece uno). Y si la parroquia, o sea, el espacio común, necesita hacer gastos, lo mejor es que el encargado seglar de esos gastos sea también el que pide el dinero a los otros dueños del espacio común y, por supuesto, les presente las cuentas. (Continuará).

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7
Mar
2019
¿Qué vamos a hacer si todo está tan mal?
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malocéano

¿Qué harías si te dijeran que mañana se acaba el mundo? Algo así le preguntó a San Luís Gonzaga un compañero, mientras estaban jugando. El santo respondió: seguiría jugando. Ante el inminente peligro de que todo desaparezca, San Luís Gonzaga pensaba que lo mejor era continuar con lo que estaba haciendo.

Cambio de pregunta, para quedarme con la misma respuesta: ¿qué voy a hacer a la vista de tanta corrupción social y tanto pecado eclesial? ¿A quién voy a votar si en todos los partidos hay políticos que se aprovechan del cargo, mienten descaradamente, hacen de la política su negocio privado, sin interesarse por el bien de los ciudadanos? ¿Voy a dejar la Iglesia porque de pronto aparecen historias que avergüenzan e indignan a todos, sea cuál sea el interés que hay detrás de la propagación de tales historias? En línea con la respuesta de San Luís Gonzaga, yo voy a seguir haciendo lo mismo, voy a votar al partido que me parezca menos malo (porque bueno del todo no hay ninguno, y dejar de votar aún es peor que votar al menos malo), voy a continuar celebrando la eucaristía con la mayor dignidad posible, a seguir preparado mis homilías, conferencias y clases con todo interés.

¿Estoy diciendo que el mal no tiene importancia? Estoy diciendo que el mal no va a condicionar mi trabajo, ni mis esfuerzos por hacer el bien, ni mi necesidad de rezar (aunque sea una pobre oración), ni la normalidad de mis relaciones, ni mi libertad a la hora de expresarme. Cuando me parezca conveniente diré una palabra crítica ante los males sociales y eclesiales. Y cuando lo crea oportuno diré una palabra laudatoria sobre tantos bienes, que pasan desapercibidos y que, precisamente por eso, no llaman la atención. Algo así decía Jesús: que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha; o, cuando des limosna, no vayas pregonándolo a bombo y platillo. Y, sin embargo, son precisamente las buenas personas, los muchos funcionarios honrados, los muchos políticos decentes, los muchos clérigos entregados y limpios, los que mantienen en pie las instituciones.

El mal, tan antiguo como la historia, no es algo abstracto, se encarna en personas y realidades. La diferencia entre el pasado y el presente no es la existencia del mal; la diferencia está en que hoy tenemos una cantidad de información como nunca ha habido. ¿Hay hoy más gente mala, más políticos aprovechados o más clérigos indecentes que en tiempos pasados? Es dudoso. Precisamente porque hay más información, la gente va con más cuidado. El miedo guarda la viña. El miedo a que lo sepan hace que me contenga. Hoy y siempre el trigo y la cizaña han crecido juntos. Arrancar la cizaña es deseable. Lo peligroso es arrancar el trigo creyendo arrancar cizaña. Lo peligroso es no valorar el bien, no darse cuenta del bien que hay en medio de tanto mal. A pesar de la gran cantidad de información que tenemos sobre el mal, el bien supera con creces al mal.

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3
Mar
2019
¿Ganas de cuaresma o de carnaval?
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ceniza

Este próximo miércoles comenzamos la Cuaresma. Cuarenta días de preparación para la Pascua. Y después cincuenta días para celebrar la Resurrección del Señor y la presencia salvadora de su Espíritu.

Cada cuaresma hay que vivirla como si fuera nueva. Porque a fuerza de repetirla cada año corremos el peligro de que nos parezca algo banal, rutinario, ya conocido. Por otra parte, el ambiente social no favorece una buena vivencia de la Cuaresma. El mundo no tiene ganas de cuaresmas, sino de carnavales. La cuaresma invita a superar la superficialidad, el carnaval invita a la frivolidad. El cristiano tiene que ir a contracorriente, hacerse violencia para vivir su fe.

La cuaresma nos invita a tomar conciencia de lo que significa vivir cristianamente en el mundo de hoy. La clave de nuestra vida es Jesucristo, su persona, su mensaje, el misterio de su muerte y resurrección. El es la llave que abre nuestras puertas oscuras e ilumina nuestras tinieblas y malos momentos. Y, por supuesto, también los buenos. En estos tiempos sociales y eclesiales hay buenos creyentes que se plantean muchas preguntas, y sufren al ver tanto egoísmo en la sociedad y tanto pecado en la propia Iglesia. Pues bien, este mundo nuestro encuentra la luz verdadera en la vida y el mensaje de Jesús, en el misterio de su Pascua.

Mirando a Jesucristo descubrimos quienes somos nosotros. Jesucristo nos interpela y nos pregunta qué queremos hacer con nuestra vida, cómo queremos vivir: ¿pensando en nosotros mismos o siendo generosos y abriéndonos al sufrimiento de los demás?, ¿pensando en el placer inmediato o buscando un sentido para la vida?

La primera palabra de la cuaresma es: “rasgad los corazones, no las vestiduras”. En el evangelio del miércoles de ceniza Jesús nos dice que “la cosa va por dentro”. Lo mismo dice el salmo 50: “renuévame por dentro con espíritu firme”. No se trata de hacer espectáculo de la religión. Se trata de volvernos hacia Dios: oración. De moderar nuestra autosuficiencia: ayuno. De compartir para que los pobres tengan lo que en justicia les corresponde: limosna. En suma, de mostrar en nuestra vida la inmensa bondad de Dios. Se trata de dar la espalda a todo cuanto nos aleja de Dios y de los hermanos, para ponernos de cara a Dios, a su amor, a su perdón, a su salvación.

El rito de la ceniza nos recuerda que nuestra vida es frágil: “eres polvo”. No busques en las cosas caducas lo que ellas no pueden darte. Por eso: “conviértete y cree en el evangelio”. Cambia de mentalidad. Busca en la palabra de Jesús la buena noticia que puede llenar tu corazón.

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