Sep
Virgen del Camino
1 comentariosEstoy predicando la novena a la Virgen del Camino, patrona de León. La Virgen tiene muchas advocaciones. Unas se refieren a lugares (Covadonga, Monserrat, Lluch, el Pino en Gran Canaria). Eso significa que las personas que allí viven quieren que la Virgen sea suya, cosa que está muy bien, siempre que no pretendan apropiársela y olviden que la Virgen es de todos. Otras advocaciones se refieren a situaciones (dolores, desamparados, paz), porque todo puede ponerse bajo la protección de la Virgen.
La advocación del camino tiene su propia originalidad, porque el camino es un lugar, pero en todo lugar hay camino; y es una situación, porque todos estamos en camino. El camino es una metáfora de la vida. Al nacer emprendemos un camino que no sabemos a donde nos llevará, pero poco a poco, a medida que nos hacemos mayores, vamos tomando el rumbo de nuestra vida y decidimos lo que queremos hacer y lo que no queremos hacer. Hacemos camino y decidimos por qué camino ir entre los muchos que nos propone la vida. No todos son buenos. Si la Virgen nos acompaña puede ayudarnos a escoger el buen camino. En realidad, el buen Camino es Cristo. Invocar a María como Virgen del Camino es recordar que toda ella es de Cristo y que ella es el mejor modelo de seguimiento de Cristo. Es el modelo más acabado de la fe y de la caridad.
El camino geográfico en el que se encuentra el santuario de la Virgen del Camino es el de Santiago. La advocación de la Virgen del Camino nos remite a los orígenes de la evangelización de España. Y, en definitiva, nos remite al Evangelio, a Jesús mismo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. El camino de Santiago, aunque sea una peregrinación en la que abundan los creyentes, es también un lugar al que acuden no creyentes por motivos diversos, bien por deporte, bien porque buscan un espacio de reposo y meditación. Que la Virgen, de forma escondida, esté presente en este camino al que también acuden no creyentes, nos hace pensar que ella es madre de todos los hombres, que todos caben en su corazón y que, aunque ellos no la conozcan, ella sí les conoce; aunque ellos no la busquen, ella sí los busca.
Nosotros, los creyentes, los devotos de la Virgen María, debemos ser su brazo y su presencia, cada vez que tengamos ocasión, para que estas personas no creyentes sientan más explícitamente su presencia. De forma discreta, educada, sin imposiciones, sin discursos pesados. Sólo con nuestra cercanía, nuestra presencia, quizás por medio de una palabra que haga notar que el camino de Santiago, ese camino en el que está la Virgen, es un camino religioso.