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Violaciones ¿legítimas?
12 comentariosEn el contexto de la campaña electoral norteamericana, ha hecho mucho ruido una expresión del candidato a senador Todd Akin, miembro del Tea Party: “violaciones legítimas”. No me interesan las repercusiones políticas de las declaraciones de Todd Akin, ni tampoco las disculpas posteriores, sino el trasfondo ideológico (desgraciadamente frecuente y plagado de hipocresía) que parecen implicar. Estas han sido sus palabras: “Es muy infrecuente que una violación acabe en embarazo, porque si se trata de una violación legítima, el cuerpo de la mujer tiene maneras de cerrarse”.
Esta declaración, en una primera lectura, no acaba de entenderse bien. Cobra sentido si se entiende de este modo: hay violaciones forzadas y hay relaciones sexuales consentidas (que el congresista llama “violación legítima”). En las primeras, es difícil que se produzca un embarazo; en las segundas (las consentidas o “legítimas”) hay muchos modos de evitarlo. Si interpreto bien, resulta que aquí lo que menos importa es la violación o las relaciones consentidas (por cierto, me pregunto cómo esos señores del Tea Party, que se las suelen dar de muy cristianos, dan como “legítima” una relación así); aquí lo que importa es utilizar un caso extremo (uso del sexo sin intención de procrear, pero teniendo como resultado un embarazo) para manifestar la oposición al aborto. Pero, ¿no quedaría mejor justificada esta oposición dejando primero claro que una violación debe ser perseguida y penada? Para que se dé una violación (y toda violación es forzada y no querida por parte de la mujer) alguien utiliza la fuerza bruta (en sus distintas variantes). Hay, por tanto, un culpable y una víctima. ¿Por qué el candidato a senador no pone el acento en esto, en el culpable que merece ser castigado y en la víctima que merece ser protegida?
Cierto, algunas acciones no queridas tienen repercusiones que pueden obligar a asumir responsabilidades no buscadas. Es el caso de la mujer embarazada por una violación. Si queremos dejar claro que de pronto ella se ha convertido en responsable de una vida ajena que tiene unos derechos, el primero el derecho a la vida, tenemos que solidarizarnos con la persona que se ha encontrado con una responsabilidad no deseada. Estar a favor de la vida no es solo decir que se está en contra del aborto, resultado de una violación legítima o ilegítima (para emplear las desacertadas palabras del congresista), sino decir antes que se van a proponer soluciones políticas en una doble línea: hacer cada vez más difícil el delito de violación y favorecer medios para que toda la sociedad comparta la responsabilidad con la que se ha encontrado la víctima del delito.