Jul
Víctimas de un mal que nos precede
3 comentariosYa en el primer versículo de la Biblia aparece el caos: “la tierra era caos, confusión y oscuridad”. Este caos es anterior a la obra creadora. Es algo con lo que Dios se encuentra. La Escritura no explica cómo aparece este caos, simplemente constata su existencia. Pero lo que sí deja claro es que Dios tiene poder sobre el caos y con su palabra puede transformarlo en cosmos, en un universo ordenado y bello. La contraposición, por tanto, no es entre Dios y el caos, como si fueran dos poderes opuestos, sino entre el caos y el cosmos, teniendo Dios poder sobre ambos.
Se podría poner este caos en paralelo con la serpiente que aparece antes del pecado del hombre. También ahí, el hombre se encuentra con que el mal ya está ahí antes de que él lo cometa. Y como sucedió con el caos, cuando Dios interviene es para poner orden, para dejar claro que la serpiente no tiene la última palabra, sino que la palabra definitiva es la palabra de salvación que Dios pronuncia: “pondré enemistad entre ti y la mujer”. Tampoco aquí la contraposición es entre Dios y la serpiente o Satanás, sino entre la serpiente y el ser humano, estando Dios por encima de ambos y dominando a los dos.
Resulta interesante notar estos “antecedentes”, que si bien no explican del todo el misterio del mal, sí dejan claro que lo caótico es un elemento con el que siempre hay que contar. Esto, si bien, no elimina la responsabilidad humana, sí que la hace menos grave. El hombre no sólo es responsable del mal, sino también víctima. El hombre no sólo es productor del caos, sino también su sufridor. En cambos casos, precisamente porque ni el mal ni el caos son constitutivos del hombre, es posible vencerlos si nos apoyamos en el poder de Dios. Más aún, este poder divino es el que mantiene el caos y el mal dentro de unos límites, para que sus poderes no resulten mortales.