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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Jul
2012

Víctimas de un mal que nos precede

3 comentarios

Ya en el primer versículo de la Biblia aparece el caos: “la tierra era caos, confusión y oscuridad”. Este caos es anterior a la obra creadora. Es algo con lo que Dios se encuentra. La Escritura no explica cómo aparece este caos, simplemente constata su existencia. Pero lo que sí deja claro es que Dios tiene poder sobre el caos y con su palabra puede transformarlo en cosmos, en un universo ordenado y bello. La contraposición, por tanto, no es entre Dios y el caos, como si fueran dos poderes opuestos, sino entre el caos y el cosmos, teniendo Dios poder sobre ambos.
 

Se podría poner este caos en paralelo con la serpiente que aparece antes del pecado del hombre. También ahí, el hombre se encuentra con que el mal ya está ahí antes de que él lo cometa. Y como sucedió con el caos, cuando Dios interviene es para poner orden, para dejar claro que la serpiente no tiene la última palabra, sino que la palabra definitiva es la palabra de salvación que Dios pronuncia: “pondré enemistad entre ti y la mujer”. Tampoco aquí la contraposición es entre Dios y la serpiente o Satanás, sino entre la serpiente y el ser humano, estando Dios por encima de ambos y dominando a los dos.
 

Resulta interesante notar estos “antecedentes”, que si bien no explican del todo el misterio del mal, sí dejan claro que lo caótico es un elemento con el que siempre hay que contar. Esto, si bien, no elimina la responsabilidad humana, sí que la hace menos grave. El hombre no sólo es responsable del mal, sino también víctima. El hombre no sólo es productor del caos, sino también su sufridor. En cambos casos, precisamente porque ni el mal ni el caos son constitutivos del hombre, es posible vencerlos si nos apoyamos en el poder de Dios. Más aún, este poder divino es el que mantiene el caos y el mal dentro de unos límites, para que sus poderes no resulten mortales.

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Oscar
22 de julio de 2012 a las 17:03

Muy interesante. Además de culpables, somos víctimas del mal. Veo ahí una de las claves que explican dos cosas muy importantes: la posilidad del arrepentimiento y, sobre todo, la misericordia de Dios. Sabe que somos de barro y además somos víctimas. Pero, ¿eso nos hace menos responsables? Porque somos unas víctimas libres. Me has seducido y yo me dejé seducir, dice la Biblia y lo aplica a la relación con Dios, eso ¿también puede aplicarse a la relación con el diablo o con la tentación? No sé que le parece a usted.

piedra de toque
22 de julio de 2012 a las 20:01

Gracias Fray Martín por traer una de las piedras de toque que impide a muchos dar el paso de la increencia a aceptar a Otro como Creador. En un post anterior ya indicaba, que Dios pudo dar origen a una creación perfecta. Prefirió respetar el libre albedrío de la criatura. Permitió la "tormenta de ideas" que en el caos da origen a un orden nuevo.

El límite de lo creado es la finitud, la imperfección. Y el mal es lo sumamente imperfecto. Identificarse con el mal,con lo oscuro, " la sombra" de la vida, como un juego de rol como el perturbado de Dember, a pesar de su "excelencia intelectual"-neurocientífico-,es sucumbir en uno de los extremos de la paradoja de lo finito. Sin embargo el pueblo noruego ha dado muestras de madurez, en la conmemoración de las víctimas de otro perturbado por el mal, que el bien, tarde o pronto sale adelante. Porque el Amor es la fuerza que mueve la vida

El Sumo Amor se encarnó " atravesó el Mal"-bajó al Sheol-. Y se queda con nosotros hasta el fínal. Para que atravesemos, apoyándonos en el, primero nuestro mal interior para ir transformando el mal en bien. Buscando el Reino de Dios. ¿ No será el mal, la prueba, el reto de cada día? En nuestra respuesta, imperfecta, limitada, está la grandeza y la libertad de elegir libremente ser hijos de Dios.

Muchas gracias Fray Martín por mantener el blog " abierto por vacaciones" Buen descanso para todos

Bernardo
24 de julio de 2012 a las 12:33

Por eso mismo todo el mundo es salvable, porque somos siempre víctimas y culpables del mal. Nadie hay que no pueda ser salvado, pero para ello hay que crear las condiciones que limiten el mal. Pongamos un ejemplo. Desde 1980 se vienen quitando los límites al mal en la economía. Los inversores han conseguido que cada vez existan menos trabas a la especulación y al lucro sin límites. Hace treinta años, el sistema permitía ganar dinero a los inversores y capitalistas, pero siempre con normas y cortapisas que hacían el mercado algo racional. Desde que se eliminaron las leyes, de forma progresiva, hemos asistido a una orgía del capital que ha provocado muchos daños. El mal estaba ahí, sí, pero estaba sujetado por las normas. Al quitar las normas, todos esos hombres de negocios, que seguro que son buena gente con su familia y amigos, que tienen hasta sentimientos de solidaridad cuando ven el mal ajeno, no pueden resistirse a un sistema que les invita a especular y ganar cada vez más. Como dijera el actual Papa: hay que ayudar a los ricos a dejar de serlo para que los pobres también dejen de serlo. El mal está ahí, como dices, es fruto de la estructura finita del mundo y de la condición contingente del hombre, pero Dios nos ha dado los medios para controlarlo, si no lo hacemos es nuestra respondabilidad.

Seguramente, los lectores de este blog recordarán aquellas palabras de Sarkozy: "hay que refundar el capitalismo". Entonces se vio claro que había que volver a poner normas para que el mal estuviera contenido. Hoy solo se ponen normas para eliminar derechos y recortar los ingresos de los que han sufrido el sistema, el mal, sin ganar nada. Nada hemos eprendido.

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