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Vaticano II: una maravilla del Espíritu
6 comentariosUna maravilla del Espíritu. Así calificó al Concilio Monseñor Fernando Sebastián en la conferencia impartida en el abarrotado Salón de Actos de la Facultad de Teología de Valencia, el miércoles, 10 de octubre, víspera del aniversario del día inaugural del Concilio. En la presidencia estaban las autoridades académicas, encabezadas por el Gran Canciller, D. Carlos Osoro, el Vice Gran Canciller, fray Esteban Pérez Delgado y el Decano, D. Juan Miguel Díaz Rodelas. La pretensión del Vaticano II, dejó claro el conferenciante, fue poner al mundo entero (¡nada menos!) en relación con el Evangelio de salvación.
Monseñor Sebastián comenzó notando un dato que contribuyó al clima de entendimiento y de diálogo, e hizo posible el cambio de “mentalidad pastoral” de la Iglesia: durante la guerra europea, católicos, protestantes, judíos, ateos, masones, comunistas, convivieron en los campos de concentración y lucharon juntos en las trincheras. Se dio una hermandad en el dolor. Unos y otros se dieron cuenta de las bondades ajenas, vieron en el otro no a un enemigo, sino a un aliado. En España las cosas fueron de otro modo. Por eso, la recepción del Concilio no fue fácil para los Obispos y fieles españoles.
De hecho, la recepción del Concilio en España estuvo muy politizada. Sobre todo resultó difícil aceptar el Decreto sobre la libertad religiosa, que tuvo en Karol Wojtila a uno de sus promotores, ya que el texto favorecía la posición de la Iglesia frente al comunismo; en España este decreto se interpretó como una amenaza y una desautorización de un régimen calificado de católico. De ahí que se interpretara que estaban a favor del Concilio los que luchaban contra Franco; y eran contrarios al Concilio los partidarios de Franco.
La finalidad del Concilio fue renovadora y evangelizadora. Buscó terminar con el desencuentro entre la Iglesia y la cultura moderna. Valoró de forma nueva y positiva las realidades humanas, acercándose a ellas fraternal y humildemente, con una postura comprensiva y dialogante, que facilitase la acogida del Evangelio. En este encuentro con el mundo moderno no se trataba de “modernizar” la Iglesia, sino de cumplir mejor el mandato del Señor: anunciar el Evangelio de manera comprensible y atrayente.
Don Fernando Sebastián hizo una llamada a la renovación espiritual de la Iglesia (porque esa fue una pretensión del Concilio), renovación de los Obispos, los sacerdotes y los fieles laicos. Y terminó diciendo: “Es la hora del Concilio, lo que quiere decir: es la hora de la renovación, es la hora de la conversión, es la hora de la misión”.