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Secretaría de Estado para la soledad
1 comentariosHace unos meses, el Reino Unido creo una Secretaría de Estado para luchar contra la soledad, una epidemia que afecta a 9 millones de ciudadanos británicos. No estoy muy seguro de que hayan sido los sentimientos altruistas los que movieron a la primera ministra a crear esta Secretaría de Estado, pues según el informe que sirvió de base para tomar esa medida, la soledad está asociada a enfermedades cardiovasculares, demencia, depresión y ansiedad, y puede ser tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos al día. Esto tiene un coste económico para el Estado. Diez años de soledad de una persona mayor, según un estudio de la London School of Economics, suponen para las arcas públicas un sobrecosto de 6.000 libras esterlinas en sanidad. El estudio concluye que prevenirla es un buen negocio: cada euro invertido en prevenir la soledad, genera tres euros de ahorro.
Es comprensible que el factor económico influya en la toma de decisiones, pero sería lamentable que ese fuera el principal y no digamos el único factor que mueve a tomarlas. Es loable que la soledad sea considerada asunto de Estado. Pero debería ser asunto de Estado no por motivos económicos, sino por dignidad humana. Dígase lo mismo de muchos otros problemas que afectan a grupos de ciudadanos que, en muchas ocasiones, sólo se resuelven cuando los afectados se movilizan. Estoy pensando en niños con necesidades especiales, por ejemplo. Esas y otras cuestiones, se resuelven tarde y mal, no precisamente por interés altruista, sino por interés político, para acallar protestas o ganar votos. A esta sociedad nuestra los problemas ajenos no le interesan. A los políticos los problemas solo les interesan en la medida en que dan votos. Para la gente de bien, el problema ajeno debería convertirse en problema propio.
Muchas personas no tienen a nadie que las acompañe y comprenda. No tienen siquiera con quién hablar. Atender a esas personas es un asunto de humanidad. Pero incluso si nadie se preocupa por ellas, quizás ellas podrían hacer algo para superar su situación. No precisamente yendo a lugares donde hay mucho ruido, pues esos lugares suelen estar frecuentados por personas que no tienen nada que decirse, sino buscando a otras personas que se encuentren en su misma situación. Pues cuando dos soledades comparten su soledad, la soledad comienza a desaparecer.
En Gran Bretaña hay nueve millones de personas a las que les afecta ese problema. No sé cuántas hay en España, quizás la mitad. Muchas de esas personas se encuentran confinadas en sus casas, pero otras están en hospitales, sin que nadie las visite. En Gran Bretaña han creado una Secretaría de Estado para la soledad. ¿Y si, en España, a alguna institución social o caritativa se le ocurriera abrir un local para solitarios, para que pudieran compartir soledades y así hacerlas desaparecer?
Una última reflexión: si la soledad es nostalgia de amor, probablemente es también nostalgia de Dios.