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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

2
Dic
2024

¿Sanación intergeneracional? Pero, ¿de qué vamos?

2 comentarios
sanacionintergener

La Conferencia Episcopal Española acaba de publicar una oportuna nota sobre la así llamada “sanación intergeneracional”. La nota es oportuna, el hecho sobre el que la Conferencia se pronuncia es penoso. Uno se pregunta dónde han estudiado teología o en qué seminario han sido formados esos sacerdotes que la practican.

¿De qué se trata? De la atribución de ciertas enfermedades actuales al supuesto o real pecado de alguno de los antepasados del enfermo. Los defensores de esta práctica suponen que el pecado se transmite a los descendientes, y que ese pecado transmitido es la causa de alguna enfermedad psíquica o física. Para curar la enfermedad sería necesario romper el vínculo entre la persona enferma y el pecado de sus antepasados, por medio de oraciones o determinadas prácticas. Sin duda, es posible transmitir una enfermedad o algunas consecuencias de una enfermedad, pero lo que no es posible, de ningún modo, es transmitir un pecado. El pecado es responsabilidad de cada uno. Y no se transmite. El pecado siempre es personal y requiere una decisión libre de la voluntad. Nadie puede pecar por mi, de la misma forma que nadie puede creer por mi. Lo fundamental en la vida de cada uno es cosa suya, personal e intransferible.

El único pecado que se transmite de generación en generación es el pecado orginal, dice la nota de los Obispos, pero añaden algo muy importante: el pecado original “no tiene carácter de culpa personal”. Es un pecado de naturaleza, que no lo transmiten los padres; se adquiere por el hecho de nacer. Y por eso, como muy bien dice el Catecismo de la Iglesia Católica, (n. 404) “al pecado original se le llama pecado de manera análoga”. O sea, no es pecado personal, aunque afecte a la persona. Y si se le llama pecado no es porque la persona haya cometido un acto contrario a la voluntad de Dios, sino porque se encuentra en una situación de ausencia de Dios, ya que todavía no se lo ha encontrado, pues el encuentro con Dios implica no sólo que Dios nos ame y venga hacia nosotros, sino que nosotros le amemos y vayamos hacia él. El pecado original no es algo malo que hemos hecho, es algo que nos falta y que nos vendría muy bien tener, a saber, la gracia de Dios.

Cosa distinta es que podamos rezar los unos por los otros. La comunión de los santos es un importante artículo de nuestra fe. Podemos interceder, mediante la oración, por los vivos y por los difuntos; y, por su parte, los santos del cielo pueden interceder por nosotros. En la oración siempre pedimos cosas positivas y buenas, y además en línea con lo que dice el Padrenuestro: “hágase tu voluntad”. Por eso, la oración no es magia. Cuando pedimos por una persona enferma, pedimos que el Señor le ayude a vivir con esperanza y paz, y, si es posible, que le alivie en sus dolores. También pedimos por los difuntos que están en estado de purificación, como muestra de solidaridad con ellos. Pero eso es algo totalmente distinto a romper una supuesta transmisión de los pecados de los antepasados a sus descendientes de hoy.

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juan garcia
3 de diciembre de 2024 a las 16:11

En todas las épocas se ven cosas raras. Los promotores de "Sanación Intergeneracional",o como quieran llamarle, es una
averración mental de un grupo de pseudointelectuales de nuestros días que quieren resaltar en el campo de las ideas extravagantes.Su mensaje no tiene presente ni futuro de addición de nadie con sentido común. No obstante no faltará quiien le de crédito y traten de vivir con la esperanza de una transmisión hereditaria de alguna figura histórica de su devoción.

Maria
4 de diciembre de 2024 a las 07:12

Nuestro cuerpo es energía, la energía ni se crea ni se destruye solo se transforma; igual que tenemos una carga genética que vamos heredando según nos explicó Darwin.. No es nada raro pensar que los acontecimientos de nuestros antepasados de diferente índole: dolor, sufrimiento, desesperanza, ira, odio, felicidad, amor..etc se quede grabado en nuestros genes, ya que como sabemos las emociones generan enfermedades, y las emociones mueven nuestras energías de todas nuestras células..y como he dicho.. Somos energía y un puñado de emociones..y la energía ni se crea ni se destruye.. Solo se transforma... Pidiendo dar lugar a patologías...
No.. me gusta pensar que como se escapa a nuestro juicio.. Ya lo tenemos que desdeñar.. Porque ese es el mismo motivo de quiénes no pueden creer en Dios.
Solo hay que darle una vuelta al tema e investigar más.
María. Una mujer creyente

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