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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

22
Nov
2009

¿Qué belleza salvará al mundo?

11 comentarios

A veces se cita así una frase de Dostoiewsky: “la belleza salvará al mundo”. Situada en el contexto de su novela El idiota, se trata más bien de una pregunta: “¿qué clase de belleza salvaría al mundo?”. La pregunta, más que la afirmación, orienta en la buena dirección. Pues en sí misma y en la percepción que el hombre hace de ella, la belleza es ambigua, lo hermoso puede ser engañoso y sus encantos esconder lo inmoral. Como advierte el libro de la Sabiduría (13,1-10) los encantos del universo pueden conducirnos a preguntar por la belleza de su Autor o podemos quedarnos en las cosas creadas, precisamente seducidos por su belleza.

Por su insuficiencia y ambigüedad la belleza del mundo no puede ser salvadora. Ella es la que necesita ser salvada y protegida. La belleza que salvará al mundo es la del bien y la verdad. No hay otra verdadera belleza. Porque el bien, la verdad y la belleza son indisociables. Pero puesto que la belleza despierta lo mejor que hay en nosotros, puede provocar la pregunta por el Misterio. ¿Por qué la rosa es bella?, se preguntaba Eckhart. ¿De dónde proviene su misterioso fulgor?

Cuando miramos la naturaleza con ojos egoístas nos preguntamos por su rentabilidad y utilidad. La naturaleza se convierte así en un lujo para ricos y poderosos. Cuando nuestra mirada es contemplativa surgen otro tipo de preguntas que nos orientan hacia lo profundo del ser, hacia la gratuidad y el misterio de lo real y, en definitiva, por decirlo con palabras de Tomás de Aquino, hacia el “Dios hermoso, causa de la armonía y del brillo del universo” (II-II,145,2). Este Dios, Hermosura tan antigua y siempre nueva (San Agustín), nos invita a cuidar razonablemente de los recursos naturales y a una práctica efectiva de la solidaridad interhumana.

(Escrito antes y publicado con ocasión del encuentro de Benedicto XVI con los artistas en la Capilla Sixtina este pasado sábado).

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lola
22 de noviembre de 2009 a las 22:38

Tal vez se pueda encontrar belleza domde aparentemente no la hay. ¿Porque nos parece mas bella una rosa que un cardo? Nuestra cultura nos lo ha enseñado asi.
¿Hay belleza en un crucificado despreciado por todos?¿hay mas belleza en el placer?
¿hay mas belleza en un joven que en un viejo?¿hay mas belleza en un campo florido que en un desieto?
Puede que el ver una cosa bella solo depende de nosotros. Hagamos de todos los sitios lugares hermosos y amables,

Milón
23 de noviembre de 2009 a las 01:54

Me sumo a Von Balthasar repondiendo y dándole otro matiz a tu pregunta al afirmar que la Belleza que salva es la de la cruz. No hay un acto más estético (por gratuito y porque expresa la hermosura del AMOR) que el de la cruz. Ese hecho paradógico seduce, fascina, interpela. "Hemos visto su gloria". El cristianismo es, en primer lugar, un acto estético. ¡Gracias siempre Maestro!

Juan Antonio
23 de noviembre de 2009 a las 10:44

He asistido a sus charlas en el Centro Arrupe y reconozco que me da ánimo oir voces dentro de la Iglesia distintas a las que habitualmente escucho en homilias parroquiales o comunicados de la Jerarquía, con las que no me siento identificado en absoluto. A próposito de la belleza y del respeto a la naturaleza como reflejo de la belleza de su Autor ¿que opina de espéctaculos como las corridas de toros, en las que se tortura y mata a los animales con la excusa de la belleza del arte del toreo? ¿Debería la Iglesia ser más explicita con este tema y tomar postura clara o tiene miedo a la reacción de una buena parte de su feligresía?

Bernardo
23 de noviembre de 2009 a las 12:32

La pregunta es absolutamente pertinente, más en estos tiempos estetizados. Quizás sea Sixto Castro quien debería ilustrarnos en este tema, pero puedo añadir alguna cosa a tu reflexión. En la tradición franciscana, de la que me siento muy cerca, el pulchrum es uno de los trascendentales del ser. Porque la verdad y la unidad por sí solas pueden convertirse en una tiranía, como ha sido a lo largo de la historia; pero la belleza, per se, tampoco salva al hombre, sino que puede encerrarlo más en su egoísmo destructor de sí y de los otros.

su chico
23 de noviembre de 2009 a las 13:57

¿Qué tal si organizamos un concurso para averiguarlo?

Leía en el blog "Con otros ojos":
<<
Concurso de pies
sábado, 10 de octubre de 2009 | Hay 3 comentarios

Se hizo un concurso, como uno de tantos, sobre quién tiene los pies más bonitos
y perfectos. (...) todos orgullosos de poder mostrar tal belleza.
Para ganar el concurso, bastaba enseñar sus pies y que gustansen estéticamente.

Me hizo pensar: ¿cómo serían los pies de Domingo. Hombre itinerante ,que había caminado por su por caminos duros,
llenos de polvo, piedras, enrramados y con hierbas..
>>

Ciertamente, ¡qué hermosos son los pies del mensajero!

Pero, para exclamar así, primero ha de extasiarnos el mensaje
Después, sólo después... nos fijaremos en el mensajero
Hacerlo de otro modo, pienso, sería buscar la belleza... empezando por pies

(¡Qué subjetivo es todo esto, ¿verdad?!)

Pd. Perdón por irrumpir así, "de golpe" en el blog con tanta opinión. Prometo leer más y escribir menos. Sirvan estos, para dar constancia de mi presencia en el blog y de mi inquietud... que vais colmando

valero
23 de noviembre de 2009 a las 14:02

Dice el cuarto canto de Isaías que el siervo doliente(Jesucristo a los ojos de la iglesia)es aquel ante quien se vuelve el rostro,pues no hay nada en él hermoso ni atrayente.Por otra parte el salmo 44,3 dice, hablando del novio(también la iglesia lo refiere a Jesucristo)que es el más bello de los hijos de Adán. Esta aparente contradicción me hace pensar que lo bello no tiene por que ser necesariamente estético(confusión estética-belleza). Por otra parte en el plano biológico la belleza está en función de la vida(atracción),lo cual no deja de ser una pauta marcada por Dios en la creación.Esto me hace pensar que la premisa de la belleza no sería su valor estético, sino su capacidad de engendrar vida en el individuo, vida biológica, afectiva, psicólogica y espiritual.

Letizia
24 de noviembre de 2009 a las 00:38

Albert Einstein dijo: “La belleza reside en el corazón de quien la contempla”. Es la belleza que uno tiene dentro como fuente para saciar la sed propia y la de los demás, es la huella de Dios en nuestra alma. Llega a ser fuente de alegría constante, de gozo consolador, de encanto arrebatador. Genera amor y alegría renovada en quien la contempla y se beneficia de ella, en el trato con esa persona. Esta belleza interior se exterioriza en resplandores de bondad, veracidad, honestidad, coherencia, simplicidad, encanto, armonía, equilibrio. Por eso, una persona será bella interiormente en la medida en que viva y se alimenta de las otras cualidades del ser: unidad, verdad, bondad.

Abigail
24 de noviembre de 2009 a las 00:54

Que bonito el comentario de Milón. Nunca había oido lo de la Belleza de la Cruz, al mirar al Crucuficado siempre pienso en aquello de que defigurado no parecía hombre el que el salmista llamaba el más hermoso de los hijos de Adán. Ahora una luz se ha encendido en mi interior, la Cruz signo del Amor hasta el extremo, es capaz de seducir y fascinar, de arrastarme a una entrega total de mi propia vida.
Me da un poco de vértigo pensar hasta donde me puede conducir una Belleza que además interpela.
Gracias Milón, y si eres un sacerdote te podrías presentar. Podrías ser de gran ayuda.

bella sintonía
25 de noviembre de 2009 a las 07:39

Somos bellos reflejos de la Belleza Eterna, Infinita. Y lo es la naturaleza. Aún no transformamos nuestra mirada. De ser así, cuidaríamos de los seres humanos, de la naturaleza, belleza en lo Bello. Como cuidaríamos del mismo Dios.El cuidado como Alabanza Eterna, Bella Sintonía
Los artistas nos ayudan a sintonizar con aquello que "palpita " en lo profundo. Son el dedo que apunta a lo Indecible. Gracias a todos ellos

Juan Antonio
25 de noviembre de 2009 a las 15:14

Después de mandar mi comentario en el que preguntaba sobre la actitud de la Iglesia y de muchos católicos ante la tortura y muerte , como espectáculo, de un ser creado por Dios y reflejo de su belleza, encuentro una respuesta en el escritor Juan Manuel de Prada en artículo publicado en el períódico ABC de fecha 23-11-2009 - En defensa de los toros - del que transcribo una pequeña parte " Los toros solo son comprensibles desde el genio católico...son en fin una catequesis con música de clarines; y solo puede disfrutarlas quién es católico...perseguirla con saña y anhelar su prohibición solo puede hacerlo un católico vuelto al revés....".

Martín Gelabert
25 de noviembre de 2009 a las 16:08

Juan Antonio: muchas gracias por tu participación en el blog. Aunque no creo que mi tarea sea comentar las aportaciones de los participantes, sí quiero manifestar mi sorpresa por estas palabras que citas de este periodista, que tiene a gala presentarse como católico. Me parecen unas palabras inadecuadas y un querer llevar el agua a un molino en el que caben muchas aguas, pero quizás esa no sea la mejor. Con mis mejores saludos.

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