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Blog Nihil Obstat

Martín Gelabert Ballester, OP

de Martín Gelabert Ballester, OP
Sobre el autor

16
Jul
2022

Predicar es provocar

9 comentarios
fallas01

El refrán es conocido: una cosa es predicar y otra dar trigo. O sea, una cosa es dar consejos a los demás y otra poner en obra esos consejos cuando uno puede hacerlo. No cabe duda de que hay predicadores de la Palabra incoherentes. Ya Jesús lo hizo notar a propósito de los escribas cuando dijo: “haced lo que dicen, pero no hagáis lo que hacen, porque ellos dicen y no hacen” (Mt 23,3). Ocurre, sin embargo, que cuando el predicador no hace lo que dice, o sea, cuando el primer afectado por la predicación no es el predicador, esta predicación termina por resultar increíble y hasta contraproducente. Lo primero que se exige a un buen predicador es que sea coherente con lo que predica. Ya el Vaticano II y los últimos Papas han hecho notar que la distancia entre fe y vida es uno de los grandes males de nuestra época. Solo una predicación coherente resulta provocativa.

El término provocar no tiene necesariamente connotaciones negativas. Provocar no es solo suscitar enfado en otra persona mediante actos o palabras hostiles. Provocar puede ser también suscitar una reacción positiva, invitar a cambiar algo o a realizar algo. Cierto, los cambios, a veces, no resultan fáciles. Y por eso, incluso si el que pretende hacer cambiar lo hace con buena intención o buscando el bien del otro, es posible que, por parte del provocado, se den reacciones contrarias al cambio propuesto. A veces, lo fácil es quedarse uno como está. Eso sí, no siempre lo fácil es lo mejor ni lo que hace feliz.

Lo último que Jesús encargó a sus discípulas y discípulos fue anunciar el evangelio a toda la creación. El evangelio es una buena noticia. Si es mala no es evangelio. En principio, se diría que todo lo bueno debe ser fácil y agradablemente acogido. Ahora bien, puede ocurrir que una cosa buena a algunos les parezca mala y, por eso, la rechacen y se enemisten con el que la propone u ofrece. Proponerle a alguien que está metido en las drogas o en el alcohol que salga de allí es, sin duda, bueno para él. Pero no es fácil salir de esa situación, y así, quién es invitado a hacerlo puede reaccionar violentamente.

Para que una buena noticia (¡bienaventurados los pobres!, por ejemplo), sea acogida en ambientes en los que puede ser entendida como mala (el dinero hace la felicidad, piensa el mundo), necesita ser propuesta con mucha sabiduría, no principalmente para evitar una reacción hostil, sino para lograr que sea aceptada, aunque es posible que, ni aún así, sea aceptada.

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Marcela Díaz
16 de julio de 2022 a las 04:26

Brillante, abrazos fraternos llenos de Bendiciones Felicitaciones felicidades saludos desde Córdoba Argentina

Hormias
16 de julio de 2022 a las 08:17

Discipulas y discipulos.... El lenguaje inclusivo llega a laiglesia.. Me atengo a la RAE.. Discipulos.. Engloba a a todos los sres. Gracias por su blog fray Martín. Y dejarme expresarme

norma
16 de julio de 2022 a las 15:25

El mundo yase en tinieblas, por esa razón la luz de Dios nos ciega

Valero
17 de julio de 2022 a las 08:27

La predicación no deja indiferente a nadie, o se está con Cristo o contra él, no hay medias tintas. Como dice Martín, lo difícil es predicar y que tu vida acompañe a tus palabras aún en medio de nuestras contradicciones y miedos. La solución a esto es anunciar la buena noticia desde la humildad, sin señalar, sin juzgar, sin imponer, sabiendo que uno mismo necesita cada convertirse al Señor.

juan garcia
17 de julio de 2022 a las 09:52

Lo peor de un pobre mensaje es su tiempo: si es largo, dos veces malo. Un buen ejemplo de lo que debe ser "la buena noticia" lo encontramos en el pastor de San Martin de Tour de New hope, Pen. La capacidad que tiene este buen pastor de ir al grano y poner en manos del Espiritu su pensamiento es sublime. Que el Senor envie mensajeros de su evangelio con sentido comun y un buen concepto del tiempo, pues un buen mensaje y corto, dos veces bueno.

Alfonso
18 de julio de 2022 a las 13:08

"Señor, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza"..!!!

Mari Carmen
19 de julio de 2022 a las 16:00

Primero es importante entender el verdadero significado de la bienaventuranza,puesto que no está enfocada en el dinero ni bienes materiales,verdaderamente está enfocada en la pobreza de espíritu,en el desconocimiento de la existencia de Dios en nuestras vidas,de esa sol das que provoca el pensar y sentir que no hay nada más que no sea el dinero y poder y cuando no tenemos dinero ni poder y ocurre alguna desgracia en nuestra vida..¡ entonces ya se ha acabado todo.

El verdadero significado de la bienaventuranza es esta :
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino
de los Cielos.
•Esto quiere decir que es una persona que reconoce su miseria espiritual en la presencia de Dios.(pobre porque le falta Fe y pide a Dios tener Fe )

María N
19 de julio de 2022 a las 21:54

Sabemos que existen distintos tipos de predicación. Una de ellas es la homilía, que tiene la virtualidad de desatar las fuerzas profundas de la relación interpersonal. Y esto entre Dios y el que hace la homilía primero, entre éste y cada uno de los oyentes, entre él y la asamblea, entre los oyentes entre sí... De ahí, supongo, la dificultad y fascinación de predicar la homilía...
Decía alguien: "el mensaje cristiano es un mensaje sobre el hombre en cuanto es un mensaje sobre la hominizacion de Dios y la divinización de lo humano. Ciertamente su centro es Dios pero en cuanto "Dios para los hombres" y "hombre-Dios". El centro nunca es"Dios en sí".

María Elena
20 de julio de 2022 a las 09:43

Predicar es importante,  pero la coherencia lo es aún más.
Yo tuve una experiencia con cierto sacerdote que, la primera vez que lo escuché,  me pareció fenomenal,  me llegaban muy dentro sus palabras. Sin embargo, pronto descubrí que no era la persona que yo creía, pues a menudo él iba a casa de un familiar suyo que, casualmente, era vecino mío.Cuando coincidíamos por la calle, procuraba irse por otro lado, lo que de antemano me sorprendió. Pero lo que más me chocó fue que aprovechaba la situación de "privilegio" que le ofrecía el altar para juzgarme sin conocerme, ya que conmigo apenas había intercambiado dos palabras.
Todo esto hizo que me cambiase de parroquia. Yo tomé esa decisión, pero otros en mi lugar pudieran decidir abandonar la fe.
Es importante predicar, sí; pero también saber escuchar, no juzgar y actuar con cierta coherencia, que ya sabemos que todos somos humanos y cometemos errores, pero algunos pueden perjudicar a toda la Iglesia...

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