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Políticos que buscan engañar con apariencias
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La expresión: “las apariencias engañan” significa que no se debe juzgar a las personas y a las cosas solo por su apariencia, porque lo que aparece en el exterior a veces puede darnos una idea equivocada de la realidad. Pero lo que pretende indicar el título de mi artículo es algo más serio: a veces, la apariencia es falseada conscientemente buscando convencer a quienes contemplan esa apariencia falseada de que lo que allí se dice o presenta es verdadero, creyendo además que eso falsamente verdadero enaltece a la persona y contribuye a que los demás la consideren más importante o más inteligente. O sea, buscando mentir para que quien contempla u oye la mentira se imagine que hay lo que en realidad no hay. Es lo que ha ocurrido con algunos políticos españoles de distintos partidos que han distorsionado sus currículos para que los votantes los consideren más listos, más hábiles o más expertos de lo que son. En concreto esos políticos se han atribuido títulos universitarios que no tienen.
Las acusaciones y denuncias que los de un partido han hecho a políticos de otros partidos han sido mutuas. Gracias a estas denuncias todos han quedado mal parados. En vez de taparse mutuamente sus mentiras, unos han aireado las de los otros y así todos han aparecido como mentirosos. Al falsear su currículo quizás han pensado que uno es tanto mejor político cuantos más títulos universitarios tiene. Y ahí es donde ellos mismos viven engañados y autodenuncian su propia incapacidad para la política. Pues uno no es mejor político por tener títulos universitarios, sino por ser una persona honrada que trabaja por el bien común. Una carrera universitaria sirve para muchas cosas, pero para ser un buen diputado o un buen gobernante lo primero es ser prudente, responsable, tener capacidad de escuchar las necesidades de los ciudadanos y voluntad de resolver esas necesidades. Cuando en la política uno no busca servir a los demás, sino aprovecharse del puesto, es mayor la tentación de presentarse como lo que uno no es.
Algunos teólogos medievales dijeron que para ser buen superior de una comunidad religiosa era más importante la prudencia, el amor a la justicia y la capacidad de gobierno que la santidad. Eso no quita que la santidad pueda reforzar la prudencia, pero no la sustituye. Donde no hay sensatez, la oración no la crea, aunque donde la hay, la oración puede fortalecerla. Análogamente: para dedicarse a la política, la honradez, el sentido de la justicia, el anhelo por el bien común, sirven más que un título universitario, porque el título sin la prudencia y la honradez puede incluso servir para ser un peor político.