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Payasos y víctimas en Belorado
7 comentariosLa normalidad y la bondad no interesan a los medios de comunicación, porque posiblemente tampoco interesan a muchos de sus oyentes o lectores. La mayoría de la gente da por supuesta la bondad y la normalidad. Lo que llama la atención es lo anormal. Es una pena que lo anormal impida ver y resaltar lo que de verdad debería importar, que es precisamente lo más habitual. Cuando se trata de asuntos eclesiales todavía llama más la atención lo excepcional, lo minoritario y, sobre todo, lo malsano. En España hay muchos conventos de vida contemplativa, bastantes de ellos pertenecientes a la Orden de las Clarisas Franciscanas. Ellas han sido las primeras sorprendidas con lo ocurrido en Belorado. Sorprendidas y en el más completo desacuerdo.
Es una pena que un caso puntual haga olvidar la normalidad y la generalidad de las cosas. En los monasterios a veces hay dificultades, también dificultades comunitarias, pero en general las monjas viven sobria, digna y fraternalmente. Lo sensacionalista no es lo normal. Lo normal es el trabajo, la oración y la vida de cada día. Y hay que decir claramente que no hay vida religiosa, no hay vida contemplativa y no hay vida cristiana católica sin comunión con Pedro. Y, en estos momentos, Pedro se llama Francisco.
En Belorado hay, posiblemente, ambición de poder y asuntos poco claros de dinero. Pero me temo que hay algo aún más serio, a saber, tres payasos: dos varones que se visten de clérigos, y una mujer que ha sido abadesa y no acepta dejar de serlo. Los payasos mayores son evidentemente esos amantes de unas vestimentas que se imaginan que les hacen importantes y, en realidad, les hacen ridículos. Porque cuando lo único que uno tiene para lucir es el hábito, es evidente que en el momento en que se lo quita se convierte en un don nadie. Si no vales lo mismo con hábito que sin hábito es que no vales nada.
Además de los payasos me temo que, desgraciadamente, hay una serie de víctimas. Las monjas mayores y enfermas posiblemente están engañadas. Sería interesante escucharlas personalmente una a una. Sería también interesante escuchar una a una a las otras monjas que salen en las fotos rodeando a la abadesa (en realidad, ex abadesa). Porque, al parecer, ellas no han firmado ningún manifiesto anti católico. La ex abadesa ha firmado diciendo que lo hace en representación de las demás. Es posible que entre estas otras que salen en la foto haya algunas más coaccionadas que otras, dicho sea con el ánimo de salvar todo lo salvable.
Jurídicamente el asunto está claro: los conventos no son de las personas, sino de la comunidad y de la Orden y, en última instancia, son bienes eclesiales. Si uno o una ya no forma parte de la comunidad, porque ha dejado la Orden o ha renunciado a sus votos, está ocupando un espacio que no es suyo. Y si se disuelve la comunidad por falta de monjas, el monasterio es propiedad de la Orden o de la Iglesia. O sea, que quién les ha aconsejado no ha sido ni siquiera pícaro, porque si lo hubiera sido les hubiera aconsejado de otra manera. Y ahí lo dejo.